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Ciencia y Salud: Esencial para nuestra práctica de la Ciencia Cristiana

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 8 de diciembre de 2025


Me senté junto al estudiante a quien le estaba dando clases particulares, ayudándolo a resolver un problema en su tarea de física. Rápidamente vi la solución, pero él no. Oré, sabiendo que todos expresamos la inteligencia de Dios, la Mente infinita única. Entonces la luz del entendimiento se manifestó, y el estudiante también vio la solución.

A menudo pienso en esta experiencia cuando comparto la Ciencia Cristiana con otros. La Ciencia Cristiana, como la física, se basa en leyes que, cuando se entienden y aplican, resuelven problemas. Cuando oramos, sentimos la presencia de Dios, quien le da a cada uno de Sus hijos la capacidad de comprender Sus leyes divinas —una habilidad tan magistralmente evidenciada en las obras sanadoras de Jesús, como se registra en la Biblia— y la manera de demostrarlas en nuestras propias vidas.

Comencé mi estudio de la Ciencia Cristiana cuando estudiaba física en la universidad y vi similitudes en la forma en que necesitaba abordar ambos temas. Ni el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy, ni un libro de texto de física pueden leerse como una novela. Es necesario reflexionar sobre cada idea de un libro de texto y considerar sus aplicaciones. Los problemas de física se resuelven a través de soluciones físicas, mientras que los problemas se resuelven espiritualmente en la Ciencia Cristiana.

Así como la gravedad no elige a quién afecta, Dios, el Amor mismo, no elige a quién amar, sino que ama a todos Sus hijos. Y si las personas no entienden la gravedad, la gravedad no los castiga. Del mismo modo, Dios no nos castiga por no entenderlo a Él o nuestra relación con Él y está siempre presente y listo para consolar y guiar a quienes recurren a Él en oración. A medida que nos esforzamos por comprender y obedecer Sus leyes, descubrimos que estamos seguros, protegidos y felices. Y al mismo tiempo que demostramos las leyes de Dios en nuestra vida diaria, nos encontramos cada vez menos sujetos a las supuestas leyes materiales tal como la gravedad, como lo demostró Jesús, el maestro cristiano, cuando caminó sobre el agua.

La Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, esperaba que todos los estudiantes de la Ciencia Cristiana poseyeran y estudiaran el libro de texto de la Ciencia Cristiana. Ella explica que contiene “una declaración minuciosa de la Ciencia Cristiana” y “dio las primeras reglas para demostrar esta Ciencia, y registró la Verdad revelada no contaminada por hipótesis humanas” (Ciencia y Salud, págs. 456-457). Este libro describe la naturaleza de Dios y nuestra relación inseparable con Él. A diferencia de la física, la Ciencia Cristiana se basa en trabajar con el pensamiento en lugar de la materia. Experimentamos curación cuando nuestro pensamiento se alinea con las leyes espirituales de armonía de Dios.  

Como nueva estudiante de la Ciencia Cristiana, leí vorazmente el libro de texto de principio a fin. Mi deseo de comprender verdaderamente la Ciencia del Cristianismo dio sus frutos durante mi segundo año, cuando tuve una curación rápida de una enfermedad digestiva que se sabía que duraba una semana o más. Al reflexionar sobre las verdades del capítulo “Los pasos de la verdad” e identificarme correctamente como la perfecta expresión de Dios, sané en un día.

Ciencia y Salud instruye a los lectores a ser el “portero a la puerta del pensamiento. Admitiendo sólo las conclusiones que deseas que se realicen en resultados corporales, te gobernarás armo­niosamente a ti mismo” (pág. 392). El libro no proporciona mantras para repetir una y otra vez. En cambio, está lleno de instrucciones que nos muestran cómo abrir nuestro pensamiento a Dios y bloquear nuestro pensamiento contra cualquier cosa desemejante a Él. Mediante nuestro estudio de la Biblia y Ciencia y Salud, aprendemos que Dios es Espíritu y que estamos hechos a Su imagen y semejanza y, por lo tanto, somos espirituales, no materiales. Y aprendemos la naturaleza de la “mente … que también estaba en Cristo Jesús” (Filipenses 2:5, KJV) y que esta es la verdadera Mente de todos los hijos de Dios.

La Ciencia Cristiana nos enseña a trabajar en nuestra propia salvación —lo que incluye orar a diario por nosotros mismos— y cómo apoyarnos en Dios, no en una persona, para la curación. Si bien los practicistas y maestros de la Ciencia Cristiana brindan tratamiento en la Ciencia Cristiana a través de la oración, su función también es ayudar a los pacientes y estudiantes a comprender y aplicar las ideas de la Biblia y Ciencia y Salud. Nuestra conexión con Dios siempre está intacta, y los practicistas oran para saber que los pacientes pueden sentir esa conexión. 

La Sra. Eddy escribe sobre “el poder espiritual del paciente de resucitarse a sí mismo” (Ciencia y Salud, pág. 365). Los pacientes tienen una función importante en la curación. Mientras oramos sinceramente para comprender a Dios y Su naturaleza como Amor omnipresente y todopoderoso, nuestro pensamiento se prepara para recibir el influjo de luz y amor divinos, que conducen a la curación.

Los estudiantes de la Ciencia Cristiana se esfuerzan por ser sanadores. No hay dos clases de Científicos Cristianos: sanadores y pacientes. En Ciencia y Salud leemos: “Es posible —sí, es el deber y el privilegio de todo niño, hombre y mujer— seguir, en cierto grado, el ejemplo del Maestro mediante la demostración de la Verdad y la Vida, de la salud y la santidad” (pág. 37).  

Mediante el dedicado estudio de Ciencia y Salud y la Biblia, todos pueden aprender a sanarse a sí mismos y a los demás. Las últimas cien páginas de Ciencia y Salud contienen testimonios de personas que sanaron con solo leer el libro de texto. Las ideas del libro se graban en nuestros corazones. Y cuando nos enfrentamos a un problema de cualquier tipo o gravedad, podemos recurrir a Dios, escuchando humildemente Su guía sobre cómo seguir adelante. Dios revela exactamente lo que necesitamos saber en cada situación.

Por medio de mi profundo estudio de Ciencia y Salud, las ideas que contiene se han inscrito en mi corazón. He aprendido que jamás estoy sola y que puedo confiar en Dios en cualquier momento y en cualquier circunstancia. Por ejemplo, el verano pasado tuve una rápida curación de una intoxicación alimentaria mientras viajaba sola por Quebec, Canadá. Me había enfermado seriamente en medio de la noche y estaba preocupada porque necesitaba conducir a Vermont al día siguiente para visitar a mi hermano. 

Mientras oraba, supe que Dios estaba conmigo, que me amaba y me cuidaba. Realmente no estaba sola, lejos de casa sin ayuda. Sentía la presencia de Dios. Pronto, el alimento dañino fue expulsado de mi sistema de forma natural, regresé a la cama y me volví a dormir. Cuando me desperté por la mañana, estaba completamente libre. Tuve un viaje de varias horas lleno de alegría y una maravillosa visita a mi hermano. No hubo vestigio alguno de la incomodidad de la noche anterior.  

Todos pueden sentir la presencia de Dios, y nuestra conciencia de Su bondad y presencia aumentará a medida que nos esforcemos por comprender y vivir las ideas inspiradas que presenta Ciencia y Salud.

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