Sirven como una brújula moral para millones. Pero, ¿tienen alguna potencia o poder real esos “pecados capitales”? El mes pasado, los primeros tres pecados (soberbia, ira y pereza) fueron vistos a la luz de la Ciencia Cristiana. Este mes los últimos cuatro –lujuria, gula, avaricia y envidia – serán analizados bajo un microscopio espiritual.
¿Lujuria? No existe ninguna atracción mortal. La evidencia del Alma es generosa y pura.
De los siete “pecados mortales” la lujuria es tal vez el que ha sido más justificado ya que deriva de lo que las ciencias físicas denomina “instinto natural”, la manera natural de asegurar la perpetuidad de la raza humana y de varias especies de animales. Se nos ha dicho que tenemos un patrón de conducta inmodificable en relación a la lujuria y que nos encontramos atraídos los unos a otros por una “atracción o magnetismo animal”. Esto significa que aquellos que ven a los hombres y a las mujeres como seres físicos, cuestionan el porqué hemos de considerar como pecado un aspecto “normal” de la corporalidad. Pero para aceptar y vivir nuestra presente impecabilidad como semejanza del Alma, necesitamos darnos cuenta de que no somos criaturas físicas. Nosotros somos seres espirituales. Y es sólo a través de este reconocimiento, que podemos declararnos “sin pecado”.
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