“Empezaremos mañana a las 9”, dijo la maestra de piano al presunto estudiante. En realidad, la maestra era un familiar lejano. Iracema Barbosa era concertista de piano con décadas de experiencia, quien había enseñado a todo tipo de estudiantes, desde niños pequeños hasta consumados músicos profesionales, en São Paulo, Brasil.
Iracema estaba por cumplir ochenta años, y jamás había tenido un alumno como este: A él también le faltaban pocos meses para cumplir 80. Iracema estaba ansiosa de hacer algo que jamás había intentado antes: desafiar la noción tan comúnmente aceptada de que la edad hace más difícil el proceso de aprendizaje.
El alumno, por su lado, estaba seguro de que nunca era demasiado tarde para aprender. Si bien estaba retirado, él se mantenía muy activo enseñando idiomas extranjeros, y entre clases, se tomaba el tiempo para cumplir el tan ansiado sueño de aprender a tocar el piano. ¡Pero tenía que empezar desde lo más básico!
Él había sido un niño muy frágil, con serios problemas respiratorios, y cuando tenía 12 años enfermó de neumonía. A su madre le dijeron que no viviría más allá de la adolescencia. Pero ella había oído hablar de la Ciencia Cristiana, y fue con él a ver a una practicista, quien les habló de Dios, de Cristo Jesús y de las curaciones de la Biblia. Durante la visita, él pudo respirar profundamente por primera vez en su vida. Se sintió como una persona nueva, fuerte y saludable, totalmente seguro de que ya no estaba enfermo. Y quiso saber cómo había ocurrido.
A medida que este joven crecía, comenzó a estudiar el libro que la practicista les había mostrado, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, donde él estaba aprendiendo acerca de Dios y la realidad espiritual de la existencia. Durante los siguientes 75 años, el libro le daría respuestas a las preguntas de la vida. Aprendió a mantener su salud comprendiendo qué es Dios realmente, y cuánto ama a cada uno de Sus hijos. También aprendió a sanar la enfermedad, para él mismo y los demás. Ciencia y Salud le dijo que “la Vida es, siempre ha sido, y siempre será independiente de la materia; pues la Vida es Dios, y el hombre es la idea de Dios, no formado materialmente, sino espiritualmente, y no sujeto a la descomposición y al polvo” (pág. 200). Estas ideas cambiaron el curso de su vida.
Gracias a este nueva percepción espiritual, este hombre ya no veía a Dios como una entidad separada a quien él oraba a distancia, ni una súper persona a quien le pedía lo que quería o necesitaba. Dios, por el contrario, era la Vida, plena, imperecedera. Dios era el Principio que es el origen de la existencia verdadera, que no está en la materia, y jamás comienza, jamás envejece ni se agota. Vislumbró la verdad espiritual de que cada hombre y mujer es una idea espiritual, el efecto del Principio, de Dios Mismo. Dios preserva la sustancia de Su progenie para siempre. Todo hombre y mujer es hijo de Dios y refleja Su naturaleza infinita. Por lo tanto, la verdadera identidad e individualidad de cada uno es eterna.
Esto quiere decir que la belleza, la salud y la inteligencia no están limitadas a la juventud. El Principio de todo ser las mantiene perpetuamente. Cada fase de experiencia ya está, y siempre ha estado, llena de lozanía. De hecho, la habilidad para expresar belleza, buena salud y vigor puede extenderse a lo largo de toda la vida. La madurez se produce al vivir para la humanidad con amor, y no incluye decadencia alguna debida al envejecimiento.
Mary Baker Eddy, quien descubrió la Ciencia Cristiana, vivió entre 1821 y 1910. En 1908, ella sintió la necesidad de ofrecer al mundo un diario que ofreciera una cobertura de noticias honesta e imparcial. De modo que fundó The Christian Science Monitor, cuyo propósito es “no hacer daño a nadie, sino bendecir a toda la humanidad” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 353).
Para ser una mujer criada dentro de los parámetros del siglo XIX, ella llevó una vida de logros extraordinarios. Para 1908, su madurez y profunda comprensión de la ininterrumpida relación entre Dios y el hombre, le dio autoridad y la capacitó para lograr lo que hizo. Hoy, el Monitor continúa siendo un diario respetado en todo el mundo.
Comprender mejor que Dios está siempre presente es progreso espiritual. Esto promueve todas las otras formas de progreso y mejora cada aspecto de la vida diaria. Promueve la educación y guía a la gente a encontrar actividades y carreras satisfactorias, independientemente de los límites de edad.
Las ideas que obtuvo de Ciencia y Salud permanecieron con este joven después que fue sanado. Cada día era una prueba de que “la escuela preparatoria de la tierra ha de aprovecharse al máximo” (pág. 486). Y él jamás dejó de asistir a la “escuela preparatoria de la tierra”. Para él las lecciones más importantes que aprendió era vivir para servir a la humanidad y ayudar a disolver el odio en la sociedad.
Este hombre tuvo una vida plena, de ser un entusiasta nadador y atleta durante sus años de adolescente, a tener una carrera, ser esposo y padre, maestro de idiomas y traductor. Era un hombre que pasaba las noches y los fines de semana rodeado de diccionarios, libros de referencia y enciclopedias. Ciencia y Salud estuvo allí todo el tiempo, una guía que consultaba a menudo. Uno de sus deseos más ardientes era asegurarse de que más gente pudiera leer este libro. Y paso a paso, logró comprender más acerca del plan de Dios y la ley de Dios. Como resultado, su propio trabajo se volvió mucho más interesante.
Sabiendo que la habilidad de pensar y recordar no disminuye con la edad porque Dios mantiene la salud de Sus hijos, él pudo enseñar idiomas extranjeros a adultos que necesitaban este conocimiento en sus negocios. También enseñó portugués, el idioma del país, a inmigrantes que llegaron a Brasil al final de la Segunda Guerra Mundial. Muchos eran gente mayor que había sobrevivido los horrores de la guerra. Habían estado en bombardeos, habían visto morir a sus familiares en situaciones trágicas y soportado indecible sufrimiento. Debido al trauma de la guerra les resultaba muy difícil aprender cualquier cosa. No obstante, él se las ingenió para ayudarlos a aprender un segundo idioma y encontrar un nuevo comienzo, con renovada confianza y amor.
Con el curso de los años, las actividades de este hombre continuaron ampliándose. Cuando su empresa de construcción requirió que visitara a sus clientes en lugares remotos, decidió comprar un automóvil y aprender a manejar. Sus amigos no aprobaban la decisión y los parientes trataron de disuadirlo diciendo que era demasiado tarde, y que la gente mayor no era alerta. Pero él había aprendido que “cada año que pasa desarrolla sabiduría, belleza y santidad” (Ibíd., pág. 246), y que él no podía ser privado de la habilidad de ser sabio y estar alerta. De manera que, compró un auto y obtuvo su licencia de conducir para poder cumplir con las necesidades de su trabajo, aunque ya hacía muchos años que había pasado la edad de retiro. Y manejó en el frenético tráfico de São Paulo con increíble tranquilidad y confianza.
Vivir sin sufrimiento los efectos de la edad no significa volver a la juventud, ya sea en apariencia o en comportamiento. Nunca se trata de regresar a algo, sino en avanzar, mejorando nuestras habilidades y aspirando a entrar en nuevas y útiles áreas del conocimiento que no hemos explorado antes.
Las enseñanzas de Jesús revelan al Cristo, la naturaleza espiritual del hombre en su eterna relación con Dios, el único Padre-Madre. Y el Cristo señala el camino hacia la vida armoniosa, hacia un sentido de cielo en la tierra—el inteligente reconocimiento de la realidad de la presencia de Dios allí mismo donde estamos—una realidad continua y llena de acontecimientos.
Los dos octogenarios continuaron con las clases de piano y varias horas de práctica diarias, durante algunos años. Un día entré a la sala de la casa de mis padres y me sorprendió escuchar el primer movimiento de la Sonata en La mayor de Franz Schubert. Mi madre observaba con orgullo mientras mi padre tocaba, bajo las atentas indicaciones de la prima Iracema. Ella seguía dando lecciones de piano, y él continuaba enseñando idiomas, ayudando a los estudiantes a encontrar horizontes más amplios en sus carreras, y haciendo traducciones. Ambos estaban más que convencidos de que no hay límite en la capacidad que uno tiene para seguir progresando y hacer feliz a los demás.
¿Te preguntas si aprender acerca de Dios te puede ayudar a tocar una obra de Schubert en el piano? ¡Claro que sí! Aprender acerca de Dios produce una diferencia en todo lo que haces, y siempre hay algo más que aprender. Saber más acerca de Dios es una forma de vida.