“Empezaremos mañana a las 9”, dijo la maestra de piano al presunto estudiante. En realidad, la maestra era un familiar lejano. Iracema Barbosa era concertista de piano con décadas de experiencia, quien había enseñado a todo tipo de estudiantes, desde niños pequeños hasta consumados músicos profesionales, en São Paulo, Brasil.
Iracema estaba por cumplir ochenta años, y jamás había tenido un alumno como este: A él también le faltaban pocos meses para cumplir 80. Iracema estaba ansiosa de hacer algo que jamás había intentado antes: desafiar la noción tan comúnmente aceptada de que la edad hace más difícil el proceso de aprendizaje.
El alumno, por su lado, estaba seguro de que nunca era demasiado tarde para aprender. Si bien estaba retirado, él se mantenía muy activo enseñando idiomas extranjeros, y entre clases, se tomaba el tiempo para cumplir el tan ansiado sueño de aprender a tocar el piano. ¡Pero tenía que empezar desde lo más básico!
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