Una Navidad, fuimos bendecidos con un nuevo bebé en la familia. Cuando nació nuestro nieto, fue una alegría muy grande ver cuánto lo querían sus padres. ¡Parecía que a ningún otro niño se lo podía amar tanto! La ternura, paciencia y gratitud por la presencia de este bebé como regalo de Dios, impregnaba todo pensamiento y acción en aquel hogar.
Con este precioso regalo, estuve más consciente que nunca de que la Biblia ilustra con mucha frecuencia la revelación y el desarrollo espiritual por medio del concepto del nacimiento. No se encuentra solamente en la historia de la Navidad, sino en todo el Antiguo y el Nuevo Testamento. Incluso en la oración del Padre Nuestro la petición de “líbranos” se podría considerar que se relaciona con el nacimiento espiritual. Jesús dice que debemos nacer de nuevo, y Mary Baker Eddy, quien siguió sus enseñanzas con devoción, dice que el “nuevo nacimiento” se produce a cada hora. Ella usa términos tales como labor y parto para describir sus esfuerzos para establecer la Ciencia Cristiana en la tierra, entre los cuales estaba restablecer la curación espiritual para la humanidad.
Al observar cuánto amaban a mi pequeño nieto, también recordé un pasaje en particular de los escritos de la Sra. Eddy que menciona atesorar al “niño” de la curación cristiana: “En distintas épocas la idea divina toma diferentes formas, según las necesidades de la humanidad. En esta época toma, más inteligentemente que nunca, la forma de la curación cristiana. Éste es el niño que hemos de atesorar. Éste es el niño que rodea con brazos amorosos el cuello de la omnipotencia, e invoca el infinito cuidado del amoroso corazón de Dios” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 370).
Esta idea de atesorar al niño de la curación cristiana se reforzó para mí hace algunos años. Tenía un problema en el oído que me dolía prácticamente todo el tiempo, afectaba mi audición y evidenciaba otros síntomas preocupantes. La verdad es que oré durante muchos años para sanar. A lo largo del camino hubo momentos de mucha inspiración, pero todavía consideraba que la curación era una meta inalcanzable que parecía cada vez más lejana.
Un día, decidí imprimir versículos de la Biblia y citas de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por la Sra. Eddy sobre la “audición” y los “oídos”. Los puse en un orden que destacaba el significado de cada selección de una forma útil. Estudiaba con frecuencia esta lista. Atesoraba la verdad de cada frase. A medida que aumentaba mi comprensión espiritual, comencé a darme cuenta de que los oídos no son la fuente de la audición. La audición es espiritual y no está sujeta a la materia. Prestaba afectuosa atención a estas ideas, y encontré formas de aplicarlas en mi vida diaria.
Una noche, tuve el sueño angustiante de que había dejado a mi propio bebé en algún lugar y no podía encontrarlo. Cuando desperté, me di cuenta de que necesitaba afirmar la presencia continua del niño de la curación espiritual en mi propia experiencia. Debía comprender que la salud no puede perderse ni limitarse arbitrariamente.
Un punto fundamental en la Ciencia Cristiana es que Dios no da lo que es bueno para luego quitarlo. Él no nos da Su amor y más tarde lo retiene. ¿No se aplicaría esto especialmente al obsequio de la curación cristiana? ¿Acaso Cristo Jesús nos habría ordenado seguirlo y sanar a los enfermos si Dios no nos hubiera dado la capacidad de hacerlo? ¿Es que nos daría Dios la habilidad de sanar o ser sanados por unos pocos años, para luego quitárnosla?
No está bien soñar que hemos perdido o podemos perder a este niño o permitirle que se escape, como pareció ocurrir en la temprana iglesia cristiana. No podemos perder la curación cristiana, así como no podemos perder al Cristo, puesto que los dos van de la mano. Podemos despertar y darnos cuenta de que cada uno de nosotros posee la habilidad que Dios nos ha dado de probar el poder de la curación cristiana mediante el Cristo. Cada uno de nosotros debe atesorarla para nosotros mismos y bendecir con ella a los demás, para siempre.
Supe que se había producido la curación del oído cuando los síntomas dejaron de impresionarme y ya no me preocupaba por ellos. Muy pronto después de este cambio en mi pensamiento, me di cuenta de que hacía un tiempo que no tenía molestias o interferencias en la audición. Esta curación ha sido completa y permanente, desde hace muchos años.
Cuando José y María estaban de viaje, buscaron un lugar donde refugiarse para que ella diera a luz a la idea Cristo que daría a conocer la curación cristiana al mundo: “No había lugar para ellos en el mesón” (Lucas 2:7). Simbólicamente, también es posible que encontremos que esas antiguas estructuras del pensamiento material no tienen lugar para las nuevas y expansivas ideas espirituales necesarias para la curación mediante el Cristo. Las creencias humanas, incluso la percepción física del hombre hace que deambulemos por los atestados pasillos del tratamiento material, las abarrotadas salas de terapia, cirugía y productos farmacéuticos y, no obstante, terminemos simplemente manejando una condición física en lugar de sanarla. Pero la verdad de la supremacía del Espíritu, y la perfección de la creación de Dios, el hombre, como las revela la Ciencia Cristiana, saca la curación de la materia y de la mente humana, y la dirige al Espíritu divino y a la Mente eterna de Cristo. Al abandonar la forma material de sanar, y permitir que se produzca la espiritualización del pensamiento, podemos encontrar y experimentar este método divino de curación.
En el evangelio de Lucas leemos: “Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (2:12). Al principio puede parecer que el concepto de la curación cristiana está envuelto y oscuro. Los pañales se usaban para envolver a los bebés recién nacidos y restringir su movimiento. La Sra. Eddy los compara con “el entorno material” (véase La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 257). Un problema que parece ocultar o restringir la salud y la paz, también puede verse como signos que oscurecen algún maravilloso discernimiento sanador. Entonces un problema se transforma en una oportunidad para aprender más acerca de Dios y Su idea espiritual, el hombre, y se produce la curación. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribe: “A medida que los mortales se desprenden de sus pañales mentales, el pensamiento se expande en expresión. ‘Sea la luz’ es la exigencia perpetua de la Verdad y el Amor, cambiando el caos en orden y la disonancia en la música de las esferas” (pág. 255).
Así como los Reyes Magos y los pastores buscaron y encontraron al Mesías en un establo humilde, en cada desafío que enfrentamos tenemos la oportunidad de descubrir la simplicidad y el poder de la curación cristiana. Pero, como todo nuevo padre te dirá, un bebé necesita que lo atiendan con mucho cariño. Este mismo tipo de atención tierna también establece la curación cristiana sobre una base firme. Así como tantos padres reciben con abnegación sus nuevas responsabilidades, podemos apartarnos del desaliento, la decepción, la duda, y volvernos hacia la certeza del amor sanador de Dios por todos Sus hijos.
Aunque parezca estar oculto en pañales, este niño de la curación cristiana está aquí para que cada uno de nosotros lo descubra. Es posible que su nacimiento sea humilde, pero es un obsequio de la bondad de Dios que lo incluye todo, y predice con certeza que se cumplirá totalmente en la curación. Por esto, los ángeles cantaron en el nacimiento de Jesús, y aún cantan, dulces canciones de alabanza a Dios.
