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Para jóvenes

Cuando la gran prueba se avecinaba

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 9 de noviembre de 2020


Me sentía como pez fuera del agua. Estaba en primer año del bachillerato y tomaba una clase que mi padre me había recomendado encarecidamente: latín. Esta lengua es lo que se conoce como “idioma muerto” porque no se habla, solo se lee y se canta en algunas iglesias. Y aunque me esforzaba por aprender la gramática y el vocabulario, era obvio que no tenía la capacidad para ella. Al acercarse la primera gran prueba, me sentí paralizada por el miedo de que no me fuera bien, o incluso de no aprobar.

El día antes del examen, regresé a casa de la escuela y oré para saber qué podía hacer para estar más preparada. En la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana había aprendido que cuando necesitara ayuda o guía, siempre podía orar y escuchar las ideas buenas e inteligentes de Dios que me llevarían en la dirección correcta. Pero lo que me vino mientras oraba me pareció ilógico: Leer la lección bíblica semanal de la Ciencia Cristiana, que se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. No sabía cómo eso me ayudaría a que me fuera bien en el examen de latín. Pero obedecí.

Leí esa Lección varias veces durante varias horas, porque cada vez que la terminaba y le pedía a Dios que me guiara, me venía con fuerza el pensamiento de volverla a leer. La lección de esa semana insistía mucho en los capítulos 1 y 2 del Génesis. Leí partes de esos capítulos en las porciones bíblicas de la lección y luego la exégesis (explicación) de esos versículos en el capítulo titulado “Génesis” en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Así que terminé leyendo cada parte varias docenas de veces. Estaba obteniendo una nueva comprensión de estos dos capítulos, viendo que Génesis 1 es el desenvolvimiento de la creación de Dios a Su creación. El concepto de desenvolver se destacó para mí y reforzó mi comprensión de la creación espiritual en la que todos vivimos.

Luego revisé mi curso de latín durante aproximadamente una hora y me fui a la cama, sintiéndome más segura del control de Dios sobre el universo y sobre mí, pero sin tener idea de lo que sucedería al día siguiente.

A la mañana siguiente, cuando abrí la prueba, descubrí que la tarea consistía en traducir dos textos: uno del latín al inglés y el segundo del inglés al latín. ¡Los dos textos eran los capítulos uno y dos del Génesis! (Curiosamente, esta era una escuela pública, por lo que nunca podría haber anticipado una traducción basada en la Biblia.) Como había memorizado los dos capítulos después de todas esas horas de estudio, pude escribir Génesis 1 sin pestañear. La traducción de Génesis 2 fue un poco más difícil, ya que tuve que buscar palabras similares en latín en el primer capítulo. Pero era claro que había estudiado exactamente lo correcto. 

Obtuve una calificación mucho mejor que la aprobatoria. Y lo que fue aún mejor, al darme cuenta de la rica experiencia que podía ser estudiar con este profesor, me relajé y disfruté el resto del año de mi curso de latín. Desde entonces, hasta he descubierto que este idioma es útil de formas que no podría haber imaginado cuando tomé la clase.

Esta, definitivamente, resultó ser una de esas experiencias de las que hablaba la Sra. Eddy cuando escribió: “Paso a paso, aquellos que en Él confían hallarán que ‘Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones’ ” (Ciencia y Salud, pág. 444). Aunque han pasado varias décadas, jamás me ha abandonado la comprensión de que no soy la fuente de la inteligencia; Dios, la Mente, lo es. Y cuando escuchamos a Dios y seguimos la dirección de la Mente, ninguna prueba o dificultad es demasiado dura y ninguna solución está fuera de nuestro alcance.

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