Algunas personas se cortan a sí mismas. Yo me quemaba con cigarrillos. En aquel entonces, tenía tanto dolor emocional que apenas podía soportarlo. Me sentía impulsada a hacer que, de alguna manera, ese dolor fuera físico. Parecía aliviar la tensión dentro de mí.
Después de varios años de ese comportamiento autodestructivo, con cicatrices obvias en el interior de mis muñecas, encontré una manera mucho mejor de lidiar con el sufrimiento.
Había comenzado a leer Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy y me sorprendió esta declaración: “... el Amor apoya el corazón que lucha hasta que cesa de suspirar por el mundo y empieza a desplegar sus alas hacia el cielo” (pág. 57).
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