Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Descubre la luz del Cristo en Navidad

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 23 de diciembre de 2024


En Nochebuena, suelo asistir a un servicio de Navidad a medianoche en una catedral en el oeste de Inglaterra. Al entrar, a todos los miembros de la congregación se les da una vela y un candelabro. Durante el servicio, todas las demás luces se atenúan y el resplandor de cientos de velas ilumina la oscuridad. A continuación, hay un período de oración y reflexión silenciosas antes de que el servicio continúe.

La temporada navideña celebra el nacimiento y la vida de Cristo Jesús, quien, como se afirma en los Evangelios, trajo luz espiritual y curación a multitudes durante su ministerio de tres años. El Cristo, la naturaleza espiritual y eterna de Jesús, está siempre activo y presente, e ilumina continuamente la consciencia humana con su inspirador mensaje. En el Nuevo Testamento, el autor de la epístola a los Hebreos escribe: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). El poder redentor y la eficacia del Cristo son ilimitados e inmutables.  

El Evangelio de Marcos registra que Jesús entró una vez en la casa de dos de sus discípulos, Simón y Andrés, cuando la suegra de Simón estaba en cama con fiebre. Jesús la tomó de la mano y la levantó; ella fue sanada de inmediato (véase 1:29-31). Jesús percibió la verdadera identidad de las personas con las que se encontró como el reflejo de Dios, íntegro y completamente libre de enfermedad, y la luz de esta comprensión espiritual trajo curación.

El Cristo nos revela la unidad inquebrantable del hombre con Dios, la Vida divina, y nos permite demostrar esta unidad en nuestras propias vidas. En el Evangelio de Juan, Jesús declara: “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas” (12:46).

Los discípulos de Jesús siguieron las enseñanzas de su Maestro y continuaron su obra de curación, como lo afirma el libro de los Hechos. Comprendieron y demostraron el poder del Cristo, el mensaje divino de Dios, para sanar y transformar las vidas humanas. En su práctica sanadora, los discípulos vieron una y otra vez, como Jesús reveló tan plenamente, que el verdadero ser del hombre es completamente íntegro y espiritual; por lo tanto, armonioso y saludable.

Nuestra propia receptividad a la luz del Cristo conduce hoy al progreso moral y espiritual. El Sermón del Monte, que se encuentra en el Evangelio de Mateo, presenta las enseñanzas fundamentales de Jesús. A medida que nos esforzamos por vivir en obediencia a estas enseñanzas, somos capaces de apreciar —y expresar activamente— las cualidades propias del Cristo inherentes a nosotros, como el perdón, la pureza, la amabilidad y la humildad, que abren la puerta a la verdad que sana.

Si estamos separados de nuestra familia o amigos, la luz del Cristo puede consolarnos y asegurarnos el amor de Dios por nosotros y por todos. El Cristo puede hacernos tomar conciencia del valor moral y la claridad cuando enfrentamos decisiones difíciles que ponen a prueba nuestro temple. Si una creencia de enfermedad o dolencia parece asaltarnos, el Cristo puede revelar que nuestra verdadera identidad como expresión de la Vida divina está sana e intacta.

En un artículo publicado por primera vez en un periódico de Nueva York, Mary Baker Eddy, fundadora del Monitor, escribe: “La Navidad respeta demasiado al Cristo para sumergirse en medios y fines meramente temporarios. Representa al Alma eterna que ilumina, que se reconoce sólo en armonía, en la belleza y la munificencia de la Vida imperecedera, en la verdad que es Vida, la Vida que sana y salva a la humanidad”  Alma es otro nombre para Dios (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, págs. 259-260).

Una Navidad, tuve que retirarme de las actividades familiares debido a una intoxicación alimentaria. En una habitación silenciosa, oré para saber que el Cristo está presente y activo, y que revela salud y armonía a todos. Afirmé que mi conexión con Dios, la Vida y el Amor divinos, es indestructible y está intacta. Por ser la manifestación de la Vida divina, el hombre expresa libertad y dominio, y cada uno de nosotros es esa idea espiritual, el hombre, a quien Dios crea. Pronto pude reunirme con mi familia, repuesto y sano. Por medio de esta rápida curación, obtuve una comprensión y apreciación más profundas del Cristo y de cómo opera en nuestras vidas al mostrarnos nuestra integridad.

La luz y la majestuosidad del Cristo nos acompañan a lo largo de esta temporada navideña y más allá. El Cristo eterno trae consuelo, fortaleza espiritual y alegría a todos. Al igual que aquellos que sostienen velas encendidas en una catedral a oscuras, cada uno de nosotros tiene la capacidad de experimentar y compartir la luz del Cristo esta Navidad. 

Publicado originalmente en la columna Christian Science Perspective de The Christian Science Monitor.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más artículos en la web

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.