"Ya viene", le dije a una mujer que esperaba conmigo el ascensor. Ella me respondió: "No se preocupe. No me importa tener que esperar. Antes era impaciente, pero ahora agradezco a Dios por cada momento que tengo para orar".
"¿Ora por su salud?", le pregunté. Ella miró a su alrededor, hizo una pausa y contestó: "Bueno, sí". Sin embargo, me pareció que no tenía demasiada confianza en su oración y que estaba buscando un método mejor. Se me ocurrió que era un buen ejemplo de lo que la fundadora de esta revista, Mary Baker Eddy, escribió: "Esta era aspira por el Principio perfecto de las cosas".Escritos Misceláneos, pág. 232.
Incidentes como el que acabo de relatar dejan claro que una de las necesidades más imperiosas de la sociedad en estos primeros años del siglo XXI es aprender a sanar mediante la oración.
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