Terminé de conversar con un colega piloto en la sala de la tripulación, y cuando me di vuelta para salir por la puerta, se despidió con un “¡Que te vaya bien! ¡Buen vuelo!” A los pilotos comerciales les parece más natural decir esto que decir “hasta pronto”, “cuídate”. En realidad refleja la prioridad más grande que tiene cualquier piloto y para la que se ha entrenado constantemente: la seguridad.
Para las líneas aéreas la seguridad es prioridad número uno, seguida del confort del pasajero y la economía. El extenso y continuo entrenamiento que he tenido como piloto insiste en que la seguridad es la primera responsabilidad, y debe transformarse en algo instintivo, especialmente cuando se enfrentan situaciones anormales o de emergencia. Es necesario reaccionar con rapidez y actuar con decisión.
Como estudiante de la Ciencia Cristiana, me he sentido agradecido por saber que la seguridad no es meramente estar libre de peligro o lesión. Es una cualidad de Dios, el Principio, que expresa el infalible gobierno que tiene sobre cada uno de nosotros y el universo. Durante mi carrera tuve que leer muchos manuales de entrenamiento para conocer las características del avión en particular que estaba volando. Igualmente importantes para mí eran otros dos libros guía: la Biblia y Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy. La lectura de la Lección Bíblica semanal de la Ciencia Cristiana me ofrecía muchos ejemplos del poder y cuidado protector de Dios, que me ayudaban a realizar mi trabajo.
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