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“El modelo mostrado en el monte”

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 25 de abril de 2014

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Junio de 1951


Mediante la revelación que Mary Baker Eddy recibió, a los Científicos Cristianos se les ha otorgado la comprensión espiritual de las enseñanzas del Maestro, así como el poder para obedecer sus mandatos de sanar la enfermedad y el pecado, y de destruir el dominio de la muerte. En la medida en que se mantengan fieles a ese mandato, ellos serán sirvientes de la humanidad y líderes de las naciones. Serán ciudades asentadas en las colinas del pensamiento, donde las demostraciones de la curación cristiana pueden ser vistas por todos los hombres. A ningún profeta de antaño le fue otorgado desde lo alto, mayor autoridad y poder que al consagrado Científico Cristiano de hoy. Y ningún Científico Cristiano tiene menos obligación de expresar su devoción hacia este don, que la que tuvieron los antiguos hombres de Dios en sus misiones terrenales.

La obra sanadora de la Ciencia Cristiana sigue el modelo de las historias de la Biblia que relatan cómo Dios liberó a los hombres del mal, porque emana de la misma fuente que inspiró a profetas y apóstoles. Funciona hoy para advertir a la humanidad de los errores del enemigo, para proteger las puertas del pensamiento, para fortalecer los muros de la valentía, y para hacer que el reino de la justicia se manifieste de forma más permanente. Este trabajo sanador anuncia desde las atalayas mentales del mundo, que la paz de Dios está presente.

Sin duda, el deseo de muchos pueblos, hoy en día, es experimentar mayores evidencias del poder divino sanador en todos los ámbitos de la vida. Los Científicos Cristianos están humilde y sinceramente esforzándose por alcanzar esta meta en su trato con sus semejantes y consigo mismos. Han aprendido en cierto grado que ese tipo de curación se produce cuando la consciencia humana reconoce y cede a la energía de la santidad. Y han encontrado que los efectos de esta energía se hacen más evidentes a medida que el pensamiento deja de contemplar el materialismo y se mantiene firme en la realidad espiritual. En la proporción en que los hombres recurran sin reserva y de manera continua a Dios en busca de ayuda en toda situación, la curación divina se manifestará como algo más que un hecho ocasional; se convertirá en una evidencia ininterrumpida de la armonía suprema y omnipresente. Es el mandato del Cristo, no una demanda de la mortalidad. Un análisis inspirado del ejemplo de Cristo Jesús, revela cuál era el factor esencial que le permitía sanar con tanta eficacia, e indica cómo los hombres de hoy pueden aplicar con éxito el método de su hermano mayor.

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