El hombre tiene provisión porque refleja a Dios. El primer capítulo del Génesis declara que Dios hizo al hombre a Su propia imagen y a Su semejanza. La Ciencia Cristiana es el glorioso descubrimiento de la gran verdad, a saber, que el hombre es la expresión completa y perfecta de Dios. Puesto que esto es un hecho, el hombre no tiene nada que no derive de Dios, ni puede, por ser Su reflejo, ser incompleto o carecer en algún grado de aquello que Dios incluye. Por lo tanto, el hombre manifiesta provisión; es más, la provisión es totalmente espiritual.
La mente humana pone en tela de juicio esta declaración. Está tan imbuida de la creencia de que la provisión es material, y que el individuo la recibe a través de canales materiales y grandes esfuerzos, en lugar de desde adentro de sí mismo, a través del discernimiento espiritual y la reflexión divina, que a la consciencia humana le resulta difícil aceptar la declaración de que al reflejar la Vida, el hombre refleja todo lo que constituye la Vida. Como el hombre en la parábola de Jesús que tiró abajo sus graneros y construyó más grandes, y le dijo a su alma: “Muchos bienes tienes guardados para muchos años”, los mortales buscan seguridad en las posesiones materiales, solo para comprobar que son efímeras, inseguras e ilusorias. Luego, creen que sufren escasez. Toda manifestación de escasez no es otra cosa más que una ilusión de temor, de ignorancia o de pecado.
La provisión espiritual fluye directamente de Dios al hombre; o para decirlo con más precisión, coexiste con Dios y el hombre. No requiere de ninguna vía o conducto humano para manifestarse. El hombre a imagen de Dios no puede estar separado de la provisión, como no puede estar separado de Dios, puesto que todo lo que tiene el hombre, todo lo que el hombre es, es el reflejo de Dios.
Cuando para el sentido humano la provisión parece haber sido interrumpida u obstruida, ya sea temporal o permanentemente; cuando no parece haber una fuente o vía humana por la cual pueda manifestarse la provisión, esta se manifestará cuando Dios sea espiritual y científicamente comprendido, como se comprobó en la demostración de Jesús con los panes y los peces. El hombre no es un conducto para Dios, sino una manifestación de Dios. Es más que el receptor del bien; él es la expresión del bien. El hombre no es algo mediante lo cual o hacia lo cual Dios fluye; es la expresión o evidencia misma de Dios.
El amor al dinero se basa en la tiranía, el despotismo, del materialismo. Es aquello que dice: Sin mí —la materia— no puedes hacer nada, ¡ni siquiera vivir! Si se lo considera debidamente, el dinero es un medio de intercambio, un símbolo de gratitud, algo que se da a cambio por el valor recibido. En lugar de preguntarse: “¿Cuánto dinero tengo?”, sería mejor estimar, ¿Cuánta gratitud siento?
En su concepto finito de provisión, la mente humana por siempre mide y limita aquello que considera bueno e indispensable. La Ciencia Cristiana exige de sus estudiantes un cambio radical en su manera de pensar. El sol no dice: Si no hubiera brillado tanto ayer, hoy tendría más luz con que brillar. El hecho de que brilló ayer, es prueba de que puede brillar hoy. Sin embargo, los mortales tienen la tendencia de decir: “Si no hubiera gastado tanto ayer”, o incluso, “Si no hubiera dado tanto ayer, hoy tendría más”. Ese razonamiento está basado en la materia y no reconoce a la Mente como la fuente inagotable de la provisión, y al hombre como reflejo infinito. Ni el bien que hicimos ayer ni las aparentes equivocaciones y fracasos que tuvimos ayer, limitan u oscurecen el hoy, excepto en la medida en que la creencia falsa e ignorante lo permita. Nunca se nos ocurre pensar que aquel que ha pasado más allá de este plano de existencia pueda estar privado de provisión, aunque todo medio humano por medio del cual recibió su provisión aquí, quedó atrás. De igual manera, nosotros tampoco podemos ser privados de la provisión divina aquí y ahora.
En realidad, la provisión jamás ha sido compartida con demasiada generosidad, ni ha sido derrochada o invertida imprudentemente. Por ser espiritual es indivisible, y coexiste íntegramente con Dios y el hombre. En el universo de Dios jamás ha habido equivocaciones u opiniones erróneas. Puesto que realmente nunca se cometió un error en el pasado, no puede tener ninguna consecuencia real en el presente. La provisión pertenece hoy al hombre debido a su relación con Dios. Tiene provisión eterna porque refleja a Dios. Ninguna evidencia ante los sentidos materiales puede alterar este hecho. En la Verdad, no hay oportunidades perdidas ni equivocaciones pasadas. El hombre es el reflejo presente de Dios.
Si quisiéramos aumentar nuestra manifestación humana de provisión, tenemos que cultivar el hábito de magnificar el bien. La mente humana tiene la tendencia de magnificar el mal; se aferra a él, lo recuenta y magnifica todo incidente perturbador. Los estudiantes alertas de la Ciencia Cristiana están viendo que el bien se multiplica en su experiencia mediante la actitud habitual de minimizar el mal y magnificar el bien. ¿Qué estamos viendo, la abundancia del Amor o la escasez del mal?
Estrictamente hablando, nadie está jamás sin un ingreso. Todo el tiempo nos está viniendo algo al pensamiento, ya sean sugestiones de pérdida, escasez, empobrecimiento, temor, desaliento, o ideas espirituales que reconocen a Dios y la relación que el hombre tiene con Él. Necesitamos vigilar cuidadosamente nuestros pensamientos, porque de acuerdo con ellos, la manifestación externa será pobreza o abundancia.
La provisión no está determinada o limitada por las cifras que hay en una chequera o la cantidad de sueldo. La provisión es tan infinita e indivisible como Dios Mismo. Tenemos que ampliar nuestra manera de pensar. Las limitaciones mortales son autoimpuestas. Neguémonos a ser mesmerizados. La escasez no existe en todo el universo de Dios. Nadie puede limitar la abundancia para sí mismo. Cada uno puede demostrarla, y al hacerlo prueba que es un hecho que cada hijo de Dios puede demostrar. No deberíamos hablar de “mi” provisión, o “tu” provisión, así como no hablamos de “mis” rayos del sol, o “tus” rayos del sol. Son simplemente los rayos del sol, abundantes rayos del sol, y cada uno puede disfrutar tanto del sol como quiera, si se toma el trabajo de estar expuesto a los rayos del sol, sin limitar ni privar a nadie.
El razonamiento humano mira con ansiedad hacia adelante y dice: En tal y cual momento puede que deje de recibir mis ingresos o parte de los mismos. Dios no sabe nada de calendarios, nada sobre cambios. La provisión es continua. El persistente temor de la provisión material y de la escasez material, desaparecerá ante la demostración científica de la relación del hombre con Dios. En esta relación no hay ni estancamiento, ni obstrucción, ni trabajo pesado y no recompensado. El hombre refleja. No se esfuerza. El Apóstol Juan dice: “Amados, ahora somos hijos de Dios” (1º Juan 3:2). Y Pablo dice: “Somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Romanos 8:16,17).
La Ciencia Cristiana enseña que estas verdades relativas a la abundante provisión presente del hombre, deberían demostrarse cuando uno gasta o contrae deudas, puesto que son hechos espirituales que tenemos el derecho de nacimiento de demostrar. Dicha demostración se basa en la honradez, la pureza, el deseo desinteresado. Que nadie crea que puede demostrar provisión en la Ciencia Cristiana para obtener un beneficio egoísta o para satisfacer los sentidos. La forma de pensar científica es la forma de pensar que está en línea con el Principio. Esto tiene como resultado un sentido adecuado de los valores. Elimina tanto el amor por las posesiones materiales, como el temor a la escasez material. “Nuestra suficiencia es de Dios” (2º Corintios 3:5, según versión Moderna). El argumento engañoso y mesmérico de la mente mortal, siempre es insuficiente. Aquel que tiene la cuenta bancaria más abultada, puede que sea el que tiene el sentimiento de insuficiencia más grande. En realidad, las únicas exigencias hechas al hombre son las exigencias espirituales. La Mente las hace y las cumple. El hombre refleja la infinitud de la Mente, de ahí su suficiencia.
La mente mortal siempre comienza a buscar la solución desde el punto de vista errado de un problema. Restringir los gastos y ahorrar con desesperación, aunque a veces sea humanamente necesario, jamás demuestran abundancia. El hecho mismo de abrigar tal concepto mental finito, limita nuestro sentido de provisión y, por lo tanto, no puede demostrar suficiencia. Mientras que la posición que se alcanza mediante la demostración científica puede mantenerse. No hay retroceso. No hay un paso hacia atrás. El argumento del error es retroceso. El mandato de la Verdad es: “¡Avanza!” Esto se aplica a las finanzas, al hogar, la iglesia, la salud; a la actividad y al provecho en todas sus formas. El bien no se alcanza con la negatividad. La Verdad es afirmativa. El Principio es positivo. Nunca avanzamos con un pensamiento negativo. La Ciencia Cristiana exige que mantengamos nuestro pensamiento positivo.
En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras Mary Baker Eddy escribe: “El hombre refleja la infinitud, y este reflejo es la idea verdadera de Dios” (pág. 258). Y ella continúa diciendo: “Dios expresa en el hombre la idea infinita desarrollándose a sí misma para siempre, ampliándose y elevándose más y más desde una base ilimitada”. A medida que cada uno aprende mediante la Ciencia Cristiana a hacer suya esta verdad, y crece en la comprensión espiritual de Dios al punto que puede demostrarla, se encontrará que esta declaración resume la solución permanente y positiva acerca del tema de la provisión.