Lo que la Mente divina conoce para su idea, lo que nuestro Padre celestial conoce para Su hijo, es la ininterrumpida continuidad del bien. El bien está revelándose eternamente de manera ilimitada, pero ¡qué poco se dan cuenta de esto los hombres! Cuando disfrutan de sus mejores conceptos de salud y prosperidad, el error está constantemente sugiriendo que el bien no continuará; y cuando enfrentan un desafío, el error sugiere que el problema nunca cesará.
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