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¿Necesita Dios nuestra ayuda?

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 29 de mayo de 2015

Original en francés


Una tira cómica que vi en una revista me llevó a orar con el fin de comprender cómo servir mejor la Causa de la Ciencia Cristiana y mi Iglesia filial de Cristo, Científico. La misma mostraba a un Dios todopoderoso, creador del universo, hablando con un hombre pequeño, y mostrándole Sus músculos y Su fuerza. “Yo no necesito tu ayuda para defenderme a Mí mismo o para promover Mi realidad, porque yo soy muy poderoso y he creado todo, incluyéndote a ti”, decía. Las palabras puede que no sean exactas, pero esa era en general la idea que el caricaturista estaba tratando de transmitir.

Lo primero que me vino a la mente después de ver esa tira cómica, fue leer nuevamente en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, la definición de Dios que le inspiró su estudio de la Biblia: “Dios es la Mente, el Espíritu, el Alma, el Principio, la Vida, la Verdad, el Amor, incorpóreos, divinos, supremos, infinitos” (pág. 465).

Al leer esta definición, me pregunté si yo podría dibujar a Dios como fue definido anteriormente. ¿Era acaso posible dibujar al Amor infinito o la Verdad divina, el Principio perfecto? ¿Podría dibujar este concepto científico? ¿Podría hacer que todos estos sinónimos de Dios aparecieran en mi dibujo? Para cada pregunta, por supuesto, la respuesta fue que no.

Un Dios infinito y amoroso, nuestro creador, que es omnipotente, omnipresente, toda acción, no necesita de ninguna ayuda.

Cuando comprendemos y aceptamos esta definición de Dios en Ciencia y Salud, sentimos este Amor todopoderoso que nos protege y nos guía; es una presencia eterna por medio de la cual encontramos consuelo. Esta verdad, la totalidad de Dios, no puede tener un rostro humano; no puede expresarse en un dibujo. El “Todo-en-todo” sólo puede entenderse espiritualmente; va más allá de cualquier concepto material y pone de manifiesto la inconsistencia e irrealidad de la materia.

La Biblia dice: “Él es sabio de corazón, y poderoso en fuerzas;… él hace cosas grandes e incomprensibles, y maravillosas, sin número. He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré; pasará, y no lo entenderé” (Job 9:4, 10, 11). En este texto, el autor no confina a Dios a una forma humana, sino que Lo describe como una presencia amorosa que se ve y se comprende espiritualmente. Un Dios infinito y amoroso, nuestro creador, que es omnipotente, omnipresente, toda acción, y no necesita de ninguna ayuda. Es absurdo creer que uno pueda ayudar a que la Verdad sea más verdadera, que nuestro deseo de actuar materialmente pueda aportar algún valor esencial al infinito.

Estos pensamientos me llevaron a preguntarme acerca de mi papel, mi misión, mi utilidad. Desde hacía algún tiempo, me sentía cansado de mi trabajo para la iglesia. Parecía haberse convertido en una carga. Soy el tesorero de una iglesia filial a la que pertenezco en París, y al comienzo de cada año, tengo que realizar trabajo extra debido a que hay que preparar el balance general del último año fiscal. Además, este año, las cifras entre la contabilidad y la tesorería, no coincidían y esto añadió más carga al trabajo. Me sentía frustrado porque sentía que podía utilizar el tiempo dedicado a esto para hacer más trabajo de oración por mi iglesia. Consideraba que este trabajo estaba tomando demasiado de mi tiempo, demasiada energía, y pensaba que, si no se hacían ciertas cosas, dañaría a mi iglesia; era un poco como si Dios necesitara de mis esfuerzos humanos para promover la Ciencia Cristiana.

La respuesta que me vino al pensamiento fue que mi misión incluye comprender mejor este poder infinito, la relación que me une a Él, y ser testigo de Su omnipresencia. En Ciencia y Salud, a la pregunta: “¿Hay más de un Dios o principio?” Mary Baker Eddy responde: “No lo hay. El Principio y su idea son uno, y este uno es Dios, el Ser omnipotente, omnisciente y omnipresente, y Su reflejo es el hombre y el universo” (pág. 465-466). Por supuesto, al contrario de la tira cómica que describí al principio, yo no veo a Dios como un ser humano, pero me di cuenta de que había limitado Su poder cuando yo quería que mis acciones materiales le dieran a Él un “pequeño empujoncito”.

Me di cuenta de que mis esfuerzos humanos por la iglesia no servían de nada si yo no estaba consciente de la presencia de Dios y de Su amor, Su omnisciencia y Su omnipotencia. Se hizo más evidente que Dios es responsable de difundir la verdad que hace libre. La acción humana no es lo más importante, sino nuestra comprensión de Dios. Por supuesto que hay pasos a seguir humanamente con rigurosidad, honestidad, eficiencia y amor, con el fin de demostrar mejor nuestra identidad como hijos de Dios (y esa es nuestra misión), pero la armonía infinita y siempre presente en todas las cosas es la única realidad, y proviene de Dios.

Mi misión incluye comprender mejor la relación que me une a Dios, y ser testigo de Su omnipresencia.

En Escritos Misceláneos 1883-1896, Mary Baker Eddy expresa el deseo de que cada uno ore por sí mismo. Aquí está lo que ella escribió: “Una cosa he deseado fervientemente, y de nuevo lo suplico, sinceramente, a saber, que los Científicos Cristianos aquí y por doquier, oren diariamente en su propio beneficio; no verbalmente, ni de rodillas, sino mental, humilde e importunadamente” (pág. 127). La palabra humilde se destacó para mí. Pensar que algo en mi consciencia es capaz de obstaculizar la armonía y el progreso en mi iglesia, no es comprender con humildad el poder de Dios. Es como si yo creyera que podría interferir con la acción divina.

Esta nueva percepción ha cambiado completamente la manera en que veo mi trabajo en la iglesia. Al comprender mejor que los pasos humanos no añaden nada a la armonía y la plenitud de Dios, me doy cuenta de que me permiten, sin embargo, poner mejor en práctica mi relación con Dios. Me sentí cada vez más consciente de que no hay un tiempo para los pasos humanos y un tiempo para la oración, sino que la única causa verdadera de todo es Dios, el único creador. Gracias a estas verdades, me liberé de la sensación de que estaba perdiendo el tiempo. En cuanto al trabajo de iglesia que había que hacer, este nuevo enfoque, mucho más espiritual, me ayudó a entender mejor que habito en el único universo real, el universo de Dios (y no en varios mundos diferentes). El hecho de que expreso las cualidades que Dios me da, por ser Su reflejo, y que la única acción es la acción de Dios, se hizo más real para mí. Tengo que reconocer que con esta nueva visión, el trabajo de iglesia me resultó más liviano, más enriquecedor y ahora es una actividad que me lleva a comprender a Dios, el Todo-en-todo.

Después de obtener esta nueva visión del trabajo de iglesia, pude conciliar las cifras del año pasado muy rápidamente. Percibir que Dios es todopoderoso y que es responsable de Su creación, ha quitado de mis hombros el peso del sentido de responsabilidad que me daba la impresión de que la mera actividad humana es esencial y vital para la difusión de la verdad.

Nunca seré capaz de dibujar una imagen de Dios, pero estoy profundamente agradecido por saber que Él es omnipotente y que yo soy Su reflejo perfecto. ¡Esto es realmente liberador!

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