Así leemos en el relato del Evangelio según Mateo (27:51). ¿Acaso este detalle tiene un significado especial ya que se menciona específicamente? ¡Sí, lo tiene!
Jesús, el Mesías o Cristo de la profecía, por tantos siglos esperado, finalmente se había manifestado y viajado durante tres años por las provincias romanas de Judea y Siria. Durante este tiempo había sanado a muchos, había enseñado, amonestado, consolado e incluso había resucitado muertos. Su obra fue una labor de amor, y él trajo las felices nuevas de que el reino de Dios está dentro de nosotros, no es algo que está allá lejos. Sin embargo, Jesús había sido difamado, maltratado y finalmente crucificado, como habían demandado las celosas autoridades y un tropel de gente.
Las doctrinas religiosas de esa época se oponían a la enseñanza de Jesús de que Dios, el Padre de todos, es el Amor omnipresente. La gente en general creía que Dios vivía en la parte del Templo llamada sanctasanctórum, la cual estaba separada del resto del Templo por una cortina. Nadie excepto el sumo sacerdote tenía acceso a ella, y solo una vez al año.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!