Simón, Santiago y Juan eran socios en un negocio. El Evangelio según Lucas nos dice que en una ocasión habían trabajado muy duro, de hecho, toda la noche, pero las habilidades, talentos, experiencia y gran ética en el trabajo, no habían sido productivos. Al considerar este relato en términos de los negocios de hoy en día, uno podría decir que el pescado era el producto, las barcas eran el capital, el mar era el lugar, Simón era el administrador y los otros eran miembros del personal. Teóricamente, cada uno de los elementos para que el negocio fuera exitoso estaba en su lugar, pero el futuro negocio de los discípulos estaba fracasando. No habían pescado nada. Habían hecho lo mejor que sabían hacer, pero no lograban obtener ganancia alguna. Tal vez estaban luchando contra la depresión, el estrés y la fatiga. ¿Qué se necesitaba? ¿Otro entrenamiento? ¿Un producto nuevo? ¿Modernizarse? ¿Despidos? ¿Suspender el trabajo?
Cristo Jesús, comprendiendo la fuente y la naturaleza divina de la verdadera sustancia, apareció en escena, discernió el pensamiento de quienes pronto serían sus discípulos, y dirigió sus acciones. La Biblia nos cuenta que le dijo a Simón: “Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían” (Lucas 5:4-7).
Es interesante notar que aunque los elementos básicos del negocio seguían siendo los mismos —la administración, el producto, el personal y el lugar— el negocio fue todo un éxito cuando la iluminada y salvadora influencia del Cristo, la Verdad, que Jesús personificaba, fue aplicada a la situación y produjo un cambio en el pensamiento. Se vio la diferencia cuando los hombres de negocios estuvieron dispuestos a dejar de lado el desaliento y el razonamiento humano, y seguir la instrucción de Jesús, de “bogar mar adentro”, en otras palabras, bogar el pensamiento hacia afuera. Debía salir fuera, alejarse del razonamiento humano frágil o superficial que se tenía comúnmente, y dirigirse, en cambio, hacia las profundidades puras del pensamiento espiritual. Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy dice: “Debemos examinar en profundidad el realismo en vez de aceptar sólo el sentido exterior de las cosas” (pág. 129). Lo que más se necesita es la forma de pensar profunda y espiritual, para enfrentar con todo éxito las agresivas amenazas de la restricción financiera que nos impedirían buscar con afán el logro de nuestras metas y aspiraciones dignas.
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