Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

La provisión de Dios y “bogar mar adentro”

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 13 de mayo de 2016

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Diciembre de 1996.


Simón, Santiago y Juan eran socios en un negocio. El Evangelio según Lucas nos dice que en una ocasión habían trabajado muy duro, de hecho, toda la noche, pero las habilidades, talentos, experiencia y gran ética en el trabajo, no habían sido productivos. Al considerar este relato en términos de los negocios de hoy en día, uno podría decir que el pescado era el producto, las barcas eran el capital, el mar era el lugar, Simón era el administrador y los otros eran miembros del personal. Teóricamente, cada uno de los elementos para que el negocio fuera exitoso estaba en su lugar, pero el futuro negocio de los discípulos estaba fracasando. No habían pescado nada. Habían hecho lo mejor que sabían hacer, pero no lograban obtener ganancia alguna. Tal vez estaban luchando contra la depresión, el estrés y la fatiga. ¿Qué se necesitaba? ¿Otro entrenamiento? ¿Un producto nuevo? ¿Modernizarse? ¿Despidos? ¿Suspender el trabajo?

Cristo Jesús, comprendiendo la fuente y la naturaleza divina de la verdadera sustancia, apareció en escena, discernió el pensamiento de quienes pronto serían sus discípulos, y dirigió sus acciones. La Biblia nos cuenta que le dijo a Simón: “Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían” (Lucas 5:4-7).

Es interesante notar que aunque los elementos básicos del negocio seguían siendo los mismos —la administración, el producto, el personal y el lugar— el negocio fue todo un éxito cuando la iluminada y salvadora influencia del Cristo, la Verdad, que Jesús personificaba, fue aplicada a la situación y produjo un cambio en el pensamiento. Se vio la diferencia cuando los hombres de negocios estuvieron dispuestos a dejar de lado el desaliento y el razonamiento humano, y seguir la instrucción de Jesús, de “bogar mar adentro”, en otras palabras, bogar el pensamiento hacia afuera. Debía salir fuera, alejarse del razonamiento humano frágil o superficial que se tenía comúnmente, y dirigirse, en cambio, hacia las profundidades puras del pensamiento espiritual. Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy dice: “Debemos examinar en profundidad el realismo en vez de aceptar sólo el sentido exterior de las cosas” (pág. 129). Lo que más se necesita es la forma de pensar profunda y espiritual, para enfrentar con todo éxito las agresivas amenazas de la restricción financiera que nos impedirían buscar con afán el logro de nuestras metas y aspiraciones dignas.

Cuando examinamos en profundidad el realismo, es útil tomarse un momento y preguntarse: “¿De dónde creo que proviene mi provisión?” ¿Viene acaso de mi cheque de pago mensual? ¿Viene de mi esposo o del trabajo de mi esposo, de mi esposa o de su trabajo? ¿Está determinado por el éxito de mi compañía? ¿Acaso viene la provisión de pensiones, inversiones en fondos mutualistas, acciones, certificados de depósito, o valores de alto interés? ¿Está determinado por cuántos clientes o pacientes tengo?

Por más que estas cosas parezcan las verdaderas fuentes de nuestra provisión, no lo son. Pueden ser medios útiles y apropiados para ver la evidencia de la provisión de Dios, pero no son la fuente misma. En el análisis final, la provisión no proviene de las aguas poco profundas del materialismo. No proviene de las estrategias o la frugalidad humana. Cuando bogamos profundamente en la percepción de la realidad espiritual, descubrimos que todo el bien, toda la sustancia, proviene de Dios, que es la Mente infinita. Dios está consciente de Su propia infinitud. El hombre, por ser el reflejo espiritual de Dios, es consciente solo de la existencia infinita e irrestricta, y es inseparable de la provisión de Dios. Ni la Mente infinita ni su expresión, el hombre, conocen la limitación, el estrés o una existencia afectada por las limitaciones. Y dado que el hombre es espiritual, su provisión está basada en la espiritualidad.

Así como brilla el sol, de igual manera la provisión infinita es impartida continuamente de Dios al hombre. La provisión es en realidad los pensamientos e ideas de Dios. Estos no pueden ser bloqueados, restringidos o disminuidos de ninguna forma. A diferencia de la variabilidad de la economía humana, el flujo de las ideas del Espíritu es invariable, no tiene ciclos ni demoras.

Discernir y demostrar estas verdades requiere que se abandonen los viejos hábitos de pensamiento, incluso la forma de pensar que se modela conforme a otros en nuestra familia, compañía o comunidad. Requiere que se esté más alerta a las sugestiones de limitación, y a la disposición de rechazar activa y constantemente esos pensamientos por ser ilegítimos, pues, no provienen de Dios. Requiere que cedamos, de todo corazón, a veces ante circunstancias extremas, a la verdad fundamental de que todo es la Mente infinita e irrestricta y su ilimitada expresión. Este “bogar” mental “en la profundidad”, sana numerosos temores y presiones financieras. También sana la tendencia de rumiar sobre las situaciones pasadas, donde pareció existir gran escasez. El hecho espiritual es que Dios jamás tuvo conocimiento de una condición de limitación o pobreza. Los tiempos de aparente insuficiencia, no fueron otra cosa más que una manifestación del pensamiento humano mesmerizado.

Es el Cristo el que nos da la habilidad de ver a través del mesmerismo. El Cristo Salvador, al revelar la verdad de Dios a la consciencia humana, nos hace tomar consciencia de las oportunidades que tenemos inmediatamente a nuestro alcance. El Cristo disipa los grandes temores y destruye las firmes convicciones de la forma tradicional de pensar que trataría de confirmar y explicar racionalmente la escasez.

En su libro Escritos Misceláneos, la Sra. Eddy afirma: “Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria” (pág. 307). Las ideas de Dios están saliendo constantemente a borbotones, trayendo inspiración, consuelo, fortaleza, percepción espiritual. Sus ideas nos guían hacia las distintas formas de bendecir a otros, de expresar mayor creatividad y productividad. La supuesta atracción del pensamiento materialista es magnetismo animal, que nos haría creer que somos incapaces de percibir las ideas de Dios. Mediante la oración, podemos saber con convicción que Dios no solo imparte Sus ideas y pensamientos liberadores, sino que también nos brinda la energía, la sabiduría y el amor en nuestros corazones para actuar según estas ideas e intuiciones. Nos da la motivación, el deseo y la fortaleza para llevarlas a cabo.

Sin embargo, comprender la abundancia por siempre disponible de Dios en nuestra vida, no quiere decir que debemos desperdiciar. No es una licencia para ser extravagantes o para ser irresponsables con relación al aspecto fiscal o al ambiente. Tampoco permite la arrogancia o la exclusividad. Estos elementos del pensamiento mortal son, en última instancia, destructivos. Bogar en las profundidades requiere, más bien, cultivar la humildad y la habilidad de manejar nuestros recursos con sabiduría, especialmente nuestros recursos mentales. De modo que, es de vital importancia comprender la diferencia entre un gasto y una inversión.

Si tenemos un gasto, damos dinero y no esperamos volverlo a ver. No recibimos fondos de vuelta. Cuando tenemos una inversión, esperamos tener una utilidad sobre nuestros fondos. Un pensamiento costoso es aquel que no brinda ganancia alguna. Un pensamiento que es una buena inversión, obtiene buen rendimiento.

Entonces, ¿cuáles son los pensamientos costosos? Rumiar sobre el pasado, preocuparse por el futuro, pensamientos de envidia, resentimiento, chismes, culpabilidad, estos son costosos porque nos impiden percibir las ideas espirituales de Dios. No aportan un buen rendimiento. Los pensamientos de perdón, los pensamientos puros, expectantes, los pensamientos semejantes al Cristo, estos sí producen un buen rendimiento.

Debemos vigilar nuestros pensamientos. ¡Nos sorprenderíamos al ver cuán costosa es nuestra forma de pensar! ¿Qué no podemos permitirnos? No podemos permitirnos tener pensamientos sensuales o violentos por diversión. Esta forma de pensar es demasiado costosa. La justificación propia, la obstinación, la condena, el orgullo y el egoísmo son demasiado costosos. No podemos permitirnos tener miedo, o en otras palabras, esperar el mal. El temor es improductivo. Es demasiado costoso. ¿Estamos usando nuestros recursos mentales para gastar o para invertir?

La Biblia dice que debemos pensar en las cosas que son verdaderas, honestas, justas, puras, amables y de buen nombre (véase Filipenses 4:8). ¿Por qué? Porque son una buena inversión.

Una inversión que siempre produce buen rendimiento es la espiritualización, o purificación, del pensamiento. En este sentido, la gente a veces se priva del tratamiento de la Ciencia Cristiana, los medios espirituales que los sanarían. Mediante dicho tratamiento, el pensamiento es purificado hasta cierto grado, y las vidas son bendecidas. Por supuesto que siempre es apropiado y progresivo que la gente aplique las leyes de Dios y ore por ellos mismos. No obstante, a veces las personas no reciben ayuda espiritual de otro cuando necesitan ayuda para espiritualizar su pensamiento, porque piensan que no tienen con qué pagar. Las limitaciones financieras nunca deberían impedir que alguien obtenga la ayuda que necesita, ya sea de un enfermero o practicista de la Ciencia Cristiana. Podemos afrontar el crecimiento espiritual. Este no agota, solo enriquece. Piensa en lo que no podemos afrontar. No podemos afrontar la apatía, el estancamiento, el retraso debido al error o al continuo mesmerismo.

Un hombre de negocios que conozco descubrió las ganancias sanadoras que se pueden obtener al invertir adecuadamente sus pensamientos. Él tenía una compañía que estaba luchando financieramente, y no lograba tener suficientes ventas. Después de llamar a un practicista para pedirle tratamiento en la Ciencia Cristiana, él dijo que “de una vez por todas se alistaba a enfrentar la mentira acerca de la escasez de dinero”. Continuó diciendo: “Hablé con Dios mentalmente e incluso en voz alta, diciéndole que Él siempre escucha mis oraciones. Dije que yo sabía con toda certeza que Él es lo único que existe, y que el plan que tenía para mí no incluía ninguna forma de escasez o insuficiencia”.

Este hombre luego empezó a hacer buenas inversiones con sus recursos mentales. Explicó lo siguiente: “Expreso gratitud por todas las numerosas evidencias del bien de Dios que he experimentado en mi vida, incluida mi esposa, mi hijo, mi carrera, y las muchas curaciones que he tenido. Realmente me concentré en la gratitud. Cuánto más hice esto, tanto más veía que ya había logrado liberarme de la insuficiencia financiera que tanto buscaba. La preocupación por el futuro comenzó a desaparecer, y me tranquilicé por completo y con expectativa de bien”.

En corto tiempo empezó a recibir llamadas de antiguos clientes y nuevos clientes potenciales. Su compañía sigue prosperando. Él bogó su pensamiento en las profundidades, por así decirlo, obtuvo una mejor comprensión de lo que es realmente la provisión, e invirtió sabiamente sus pensamientos. Disminuyó considerablemente la forma de pensar costosa, y dio su consentimiento al hecho de que Dios es el abundante proveedor de todo el bien.

Cuando Simón bogó en lo profundo, no pescó una cantidad escasa, hubo superabundancia. Sus redes desbordaban. Jesús había tratado el temor del pescador y cambiado la dirección completa de su vida. Cuando Simón estuvo dispuesto a abandonarlo todo —todas las metas y formas de pensar materialistas— y puso su confianza en el Espíritu, vio prueba de la constante provisión de Dios.

No necesitamos vivir jamás dentro de los límites establecidos por la mente mortal o carnal, incluidas las limitaciones financieras. Los límites son lo único que conoce la mente mortal. ¡No necesitamos creer en ellos! Cuando bogamos en las profundidades y afirmamos que la Mente infinita es nuestra Mente porque somos el reflejo propio de Dios, comprendemos que toda la provisión que necesitamos es por siempre nuestra.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más artículos en la web

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.