Al principio, el constante afán de esta jugadora por subir de nivel no parecía un gran problema. Pero cuando llegó al punto en que ni siquiera podía evitar jugar durante la clase, supo que los videojuegos habían pasado de ser algo divertido a una adicción. Sigue leyendo para descubrir cómo la Ciencia Cristiana la ayudó a liberarse.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!