Cristo Jesús expresó: “Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes bien, a cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” (Mateo 5:38, 39, LBLA).
Solía pensar que volver la otra mejilla significaba permitir que alguien repitiera una ofensa. Pero recientemente se me ocurrió que puede significar, al contrario, cambiar tu perspectiva. Tal vez sea un llamado a pensar de manera diferente respecto al individuo que te agravió. Después de todo, cuando giras la cabeza, tu vista cambia naturalmente.
En este sentido, volver la otra mejilla es ver más espiritualmente —mirar más allá de la perspectiva material de alguien, a fin de ver la verdadera inocencia espiritual del individuo— de la creación perfecta de Dios. He descubierto que cuando comienzo mis oraciones con el concepto de Dios perfecto y hombre perfecto (es decir, todos los hombres), mis respuestas a las personas y situaciones se vuelven más amorosas. Y puedo ver más claramente que todos vivimos en unidad con Dios, el Amor divino. Todos somos uno con el Amor.
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