El cuarto capítulo del Evangelio de Juan informa que Cristo Jesús habló una vez con una mujer que había venido a un pozo para sacar agua. Jesús le explicó que podía ofrecerle “agua viva” que saciaría permanentemente cualquier sed. La mujer estaba intrigada y receptiva. ¿Cuál podría ser esa agua?
Puede parecer sorprendente que Jesús ofreciera algo tan precioso a una mujer que nunca había conocido antes y que podría haber tenido una reputación cuestionable. Jesús discernió que ella se había casado cinco veces y ahora vivía con un hombre que no era su esposo. Además, Jesús y la mujer eran de etnias que generalmente no interactuaban.
La disponibilidad de agua verdaderamente satisfactoria, descrita como, por ejemplo, “agua viva” o el “agua de vida”, y originada en Dios, es un tema que se encuentra en toda la Biblia. Refiriéndose a Isaías 55:1, y a Dios como Amor, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “El Amor es imparcial y universal en su adaptación y en sus concesiones. Es la fuente abierta que exclama: ‘A todos los sedientos: Venid a las aguas’” (pág. 13).
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!