¿Quién de nosotros no ha cometido un error? Yo he cometido muchos. Cuán agradecida he estado por las personas que tuvieron paciencia conmigo y me permitieron aprender de esos errores. La Biblia enseña que la tolerancia, o la paciente moderación ante la falla moral de otro, es un medio de darle el espacio mental para aprender alguna lección necesaria.
Algunos de los líderes bíblicos más eficaces tuvieron que vencer tentaciones y superar delitos a fin de aprender las lecciones espirituales necesarias para cumplir sus misiones sanadoras. Por ejemplo, Moisés mató a un hombre; Pedro abandonó a Jesús en la crucifixión; y Pablo persiguió a los cristianos antes de su conversión. ¿Qué habría ocurrido si nunca se les hubiera dado la oportunidad de aprender y crecer?
Practicar la tolerancia no solo beneficia a los demás, sino que también es clave para nuestra propia libertad. Jesús compartió una parábola sobre un deudor despiadado que no está dispuesto a mostrar a los demás una paciencia igual a la que él mismo ha recibido. Con el tiempo, la hipocresía de este hombre lo lleva a la cárcel con un montón de deudas (véase Mateo 18:23-35). La parábola habla de una de las líneas del Padre Nuestro: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12). La Ciencia del Cristo revela que nuestras acciones hacia los demás se hacen eco en nosotros.
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