El libro de Jueces en la Biblia habla de Débora, una notable mujer que vivió en Israel cuando los israelitas estuvieron en cautiverio durante veinte años. Débora era una profeta o vidente; alguien que percibe que la realidad es espiritual. Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, define profeta de este modo: “Un vidente espiritual; la desaparición del sentido material ante la consciencia de las realidades de la Verdad espiritual” (pág. 593). Débora debe de haber visto más allá de la sociedad dominada por los hombres y la represión femenina de su época, para ser consciente, hasta cierto punto, de la realidad de la creación espiritual de Dios, donde nadie es reprimido y ningún grupo domina a otro.
Elegida como la cuarta persona en ser juez, la única juez mujer sobre los israelitas cautivos, Débora, según consta, fue justa en sus juicios y respetada en su trato con los demás. Por otra parte, era una guerrera que se mantuvo al lado del capitán del ejército de Israel y fue fundamental para sacarlos de la esclavitud. En consecuencia, Israel tuvo paz durante cuarenta años. Débora también era poeta. En su canción de victoria, a pesar de todos sus logros, ella se enfocó en su papel de “madre”. Jueces 5:7 dice que ella se llamaba a sí misma “madre en Israel”. Curiosamente, la historia de esta notable mujer no es tan conocida como la de muchos de sus homólogos en la Biblia que eran hombres.
En un intento por corregir estos desequilibrios a nivel mundial, el 8 de marzo se reconoce anualmente como el Día Internacional de la Mujer, dedicado a celebrar los logros de las mujeres. En los Estados Unidos, marzo se designa como el mes de la Historia de la Mujer. Además, varios países eligen el último domingo de marzo como el Día de la Madre. A pesar de ello, en muchas culturas de todo el mundo, las mujeres siguen desempeñando una función subordinada a la de los hombres. Y aunque se ha logrado un progreso considerable para instituir una mayor igualdad, todavía se necesitan una defensa y campaña contundentes por los derechos, la justicia y la igualdad de oportunidades de las mujeres. Esto puede implicar que se exija igualdad de salarios para las mujeres en el lugar de trabajo y en otras actividades como los deportes, por ejemplo.
La Biblia revela que Dios es Espíritu, y que la creación espiritual de Dios incluye solo el equilibrio y la justicia correctos; sin jerarquía, desigualdad o favoritismo, como dice Gálatas 3:28. Y Jesús lo demostró con su ejemplo. Salvó a una mujer adúltera de ser apedreada por sus acusadores masculinos, perdonó los pecados de la mujer condenada por Simón el fariseo, se reveló como el Mesías a una mujer samaritana que encontró en un pozo y sanó a una mujer que hacía doce años que sufría de una hemorragia y que se atrevió a tocarlo en contra de las reglas de la época. En cada uno de estos casos, la mujer fue transformada y sanada. Estos hechos muestran que Jesús no discriminaba ni consideraba a las mujeres menos dignas que los hombres. Debido a que era un vidente espiritual, veía a todos como Dios los ve: perfectos, completos, la semejanza de Dios expresada de manera única.
En el siglo XIX y principios del XX, en una época en la que las funciones clave en la sociedad y la iglesia se consideraban principalmente exclusivas de los hombres, la Sra. Eddy inició un movimiento religioso al que llamó Ciencia Cristiana, fundó una iglesia y un colegio, estableció un periódico internacional y publicaciones periódicas religiosas, y fue autora de varios libros, en particular, de Ciencia y Salud. Se ha reconocido que este libro ha tenido profunda influencia en el pensamiento mundial. Notablemente, presenta la maternidad de Dios como algo tan importante como la paternidad de Dios.
La Sra. Eddy afianzaba este justo equilibrio en las diversas actividades de su iglesia y esperaba verlo demostrado en todos los aspectos de la vida humana. Era una vidente que veía la realidad espiritual: la perfecta totalidad de la creación de Dios expresada en cada individuo. Al citar el primer capítulo de la Biblia, escribe: “Dejemos que aparezcan el “varón y hembra” de la creación de Dios” (Ciencia y Salud, pág. 249).
Si bien pensar en Dios como Madre inicialmente se consideró casi blasfemo por una sociedad patriarcal, cada vez más, las iglesias y culturas comienzan a darse cuenta de la importancia e incluso la necesidad de ampliar nuestro concepto de la Deidad. El pensamiento humano, que durante siglos y con intolerancia ha citado a menudo la Biblia como autoridad para subordinar a las mujeres, está cambiando. El sentido espiritual de la Biblia, revelado en la Ciencia Cristiana, fermenta el pensamiento, y permite que la humanidad vea la creación del Padre-Madre Dios en términos más igualitarios y equilibrados.
Todos, hombres y mujeres, tienen la capacidad de ser videntes espirituales: de ser conscientes de los hechos espirituales de la Verdad. Ciencia y Salud declara: “Cuando están lo suficientemente avanzados en la Ciencia como para estar en armonía con la verdad del ser, los hombres involuntariamente llegan a ser videntes y profetas, …” (pág. 84).
Esta consciencia más espiritual que alinea el pensamiento con la realidad —lo que Dios ve— revela nuestra verdadera y más elevada individualidad como linaje espiritual de Dios, comienza a eliminar las limitaciones y desigualdades y corrige los errores cometidos por la sociedad. Pero ¿cómo se puede probar esto de manera práctica en nuestra experiencia individual, así como colectivamente? En primer lugar, es reconfortante saber que la igualdad tiene una base divina y que no hay nada en la ley de Dios que apoye la discriminación o el desequilibrio en ninguna forma. Entonces, a medida que deseemos alinear nuestros pensamientos más estrechamente con los “hechos de la Verdad espiritual”, a través del estudio constante de la Palabra de Dios, la oración y la disposición para renunciar a las creencias culturales arraigadas, veremos más de lo que Dios ve, y “el ‘varón y hembra’ de la creación de Dios” aparecerán más plenamente en nuestra experiencia.
Independientemente de que seamos hombres o mujeres, podemos tomar medidas prácticas para ser justos y equitativos en nuestro pensamiento y trato con los demás. Podemos buscar y esperar que esto se exprese cada vez más en la sociedad. Y podemos orar acerca del prejuicio, la desigualdad, la opresión y la represión en cualquier forma que tomen, seguros de que nuestras oraciones tienen el sello de la autoridad del Todopoderoso.
El tema de la Alianza Nacional de la Historia de la Mujer de este año es: “Celebremos a las mujeres que cuentan nuestras historias”. Débora en la Biblia fue una de esas mujeres, una madre en Israel y una vidente espiritual, cuya historia apunta a lo que se puede lograr cuando nos esforzamos por ver como Dios ve. Y lo que es cierto para una mujer, también lo es para un hombre. Todos reflejamos a Dios de maneras gloriosamente individuales. Esta es nuestra verdadera identidad. La Sra. Eddy escribe: “El hombre y la mujer, coexistentes y eternos con Dios, reflejan para siempre, en cualidad glorificada, al infinito Padre‑Madre Dios” (Ciencia y Salud, pág. 516). Todo el mundo tiene la capacidad de ser un vidente espiritual. Podemos buscar, ver y cultivar las cualidades de Dios tal como se reflejan y expresan en cada niña, niño, mujer y hombre.
Moji George
Miembro de la Junta Directiva de la Ciencia Cristiana
