Relatos de curación
Después de un tiempo, comencé a darme cuenta de que la única manera de resolver esta situación era a través de la oración, porque no estaba viendo una solución humana.
Comprendí que nuestro hogar era una expresión completa y armoniosa del Amor y la Mente divinos.
Siempre habíamos apreciado la virtud y la verdad, pero ahora las veía como la manifestación misma de la presencia eterna y protectora de Dios.
Me di cuenta de que podía dejar de recordar los aspectos materiales y comprender que lo bueno en mi experiencia era real y eterno.
Poco a poco, comencé a sentir una paz que nunca antes había conocido y que sigo descubriendo al escuchar a Dios en oración.
Mi ser está en Dios y yo Lo reflejo. Dios es Espíritu y jamás puede estar roto. Oré con el hecho de que soy espiritual, por lo tanto, no estoy sujeta a sufrir heridas ni a las leyes de la materia.
Esas “corrientes calmas, poderosas, de la verdadera espiritualidad” inundaron mi consciencia y me limpiaron de todas las creencias materiales que me habían perturbado.
A medida que ambos continuamos poniendo nuestra fe y confianza en Dios, la Verdad y el Amor divinos, para que nos guiaran, fuimos llevados, paso a paso, a saber, dónde y cómo comenzar nuestras vidas de nuevo.
Mi ira hacia los perpetradores desapareció, y realmente pude verlos no como ladrones, sino como abrazados por Dios, el Amor.
Razoné que no importaba lo que los sentidos materiales informaran, en realidad moraba en la consciencia del Amor en ese mismo momento.