
Relatos de curación
Comprendí mejor que la Verdad, la Mente divina, que es infinitamente buena, tiene completo control sobre mi vida, incluidas mis actividades.
Comencé a identificar las hermosas cualidades espirituales de Dios que constituyen lo que soy. Algunas de ellas son la alegría ilimitada, la compasión, la confianza y la inteligencia.
Al pensar en ello, creo que negarme a ceder al miedo fue el momento decisivo en la curación. Físicamente, no sentí ningún cambio inmediato, pero había tomado una decisión y sabía que no iba a ser disuadida de esta decisión basada en la espiritualidad.
Hay versículos e historias en la Biblia que dejan claro que la comida no puede ayudarnos ni dañarnos y que evitar ciertos alimentos no es la clave para una buena salud.
La verdad de esta declaración fue tan clara en ese momento que sané instantáneamente. El dolor se detuvo por completo y no quedó ninguna marca en mi mano.
Espiritualizar el pensamiento pone nuestra experiencia de acuerdo con la realidad espiritual de que toda la creación de Dios, incluidas las ideas más elevadas de Dios, Sus hijos e hijas, es buena, armoniosa y saludable.
Las verdades de la Biblia y los escritos de Mary Baker Eddy me colmaron por completo, y sentí el amor espiritual perfecto de Dios en mí.
Al orar, afirmaba que solo existe el bien infinito de Dios. Él guarda y abriga a Sus hijos. Rechacé el temor y percibí cuán valiosa es la perspectiva espiritual que ofrece la Ciencia Cristiana.
Mi pureza nunca puede ser invadida o corrompida, y “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).
A veces, cuando algo bueno sucede o está a punto de suceder, puede parecer como si el magnetismo animal —una sugestión de maldad que nos viene al pensamiento— impidiera que este bien suceda.