
Relatos de curación
Al orar, afirmaba que solo existe el bien infinito de Dios. Él guarda y abriga a Sus hijos. Rechacé el temor y percibí cuán valiosa es la perspectiva espiritual que ofrece la Ciencia Cristiana.
Mi pureza nunca puede ser invadida o corrompida, y “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).
Espiritualizar el pensamiento pone nuestra experiencia de acuerdo con la realidad espiritual de que toda la creación de Dios, incluidas las ideas más elevadas de Dios, Sus hijos e hijas, es buena, armoniosa y saludable.
A veces, cuando algo bueno sucede o está a punto de suceder, puede parecer como si el magnetismo animal —una sugestión de maldad que nos viene al pensamiento— impidiera que este bien suceda.
Después de orar con esta declaración por unos momentos, de repente sentí un suave “ting” en mis oídos y el dolor desapareció de inmediato.
Razoné que no importaba lo que los sentidos materiales informaran, en realidad moraba en la consciencia del Amor en ese mismo momento.
En mi estudio de la Ciencia Cristiana, había aprendido que todas las ideas correctas son de Dios y que Dios, por ser nuestro divino Padre-Madre, suministra todo lo que es necesario para que esas ideas prosperen.
En este reino Dios, también conocido en la Ciencia Cristiana como Amor y Mente, está siempre presente y reina.
Me sentí confiada en el conocimiento de que la ley divina por la cual Jesús sanó es igualmente aplicable y eficaz hoy en día.
Me pareció inspiradora la definición de oídos en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy: “No los órganos de los así llamados sentidos corporales, sino la comprensión espiritual”.