
Relatos de curación
En nuestras oraciones, mi esposa y yo también reconocimos que sólo estamos sujetos a la ley del Principio divino, a la ley de la armonía, la fuerza y la precisión.
Mi estudio de la Ciencia Cristiana me ha revelado que debemos negarnos a aceptar en nuestra conciencia cualquier sugestión respecto a la realidad y la presencia de la enfermedad o cualquier otra discordancia.
Me di cuenta de que no hay sentido más elevado de amor por nuestro prójimo, cercano y lejano, que el de apreciar la verdadera identidad espiritual de cada uno como hijo amado de Dios.
Dios es la Mente infinita, y esta Mente me había alimentado con todo lo que necesitaba saber y decir para responder al ataque a la política. Era como si Dios me lo hubiera dictado.
Después de orar con estos hechos espirituales, sentí la presencia de Dios y una alegría que nada podía quitarme. Confiando en el Señor con todo mi corazón, me fui a dormir y oré de esta manera cada vez que me despertaba durante la noche.
Tenemos un solo cuerpo, una sola identidad, y ese cuerpo está compuesto únicamente de sustancia espiritual, incluyendo la verdadera idea espiritual del corazón.
Sabía que mi ser es verdaderamente espiritual, lo que significaba que no podía ser perjudicada por las limitaciones materiales; la materia no es parte de la creación espiritual de Dios. Dios es Amor y ama a Sus hijos.
La confianza en la omnipotencia y omnipresencia de Dios, el Espíritu, nos da la autoridad espiritual para silenciar el miedo y vencer la creencia de que la enfermedad es real y puede ser contagiosa. Al cuidar de nuestra familia, oré para sentir esa confianza espiritual.
También llegué a comprender que Dios, que es el Amor mismo, no nos daría un deseo y luego nos impediría, o permitiría que se nos impidiera, poder cumplirlo. También me di cuenta gradualmente de que, si algún deseo no era de Dios, naturalmente se desvanecería.
Cuando colgué el teléfono con la practicista, recuerdo que estaba consciente del hecho de que Dios estaba allí conmigo y nunca me había dejado.