A Pesar de que al apetito falso se le considera generalmente como algo unido a la pasión, existe una cosa llamada apetito verdadero. Cristo Jesús lo describe de esta manera (Mateo 5:6): “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia; porque ellos serán saciados.” También enseñó a sus discípulos a orar así (Mateo 6: 11): “Danos hoy nuestro pan de cada día.”
Mrs. Eddy interpreta espiritualmente esta petición diciendo (Ciencia y Salud, pág. 17): “Danos gracia para hoy; alimenta los afectos hambrientos.” La utilización de esta interpretación espiritual guía a la realización de muchas bendiciones.
Si en nuestra consciencia todavía no hemos establecido el apetito verdadero y nos vemos afligidos por los deseos falsos, la Christian Science nos revelará el antídoto soberano (ibid., pág. 201): “La manera de extraer el error de la mente mortal es vertiendo en ella la verdad por medio de inundaciones de Amor.” La manera de erradicar el apetito falso de la consciencia es vertiendo en ella el deseo sincero de conocer al hombre tal cual Dios le creó. De acuerdo con la Biblia el hombre fue creado a la propia imagen y semejanza de Dios. De manera que no puede anhelar nada que sea dañino, ni suspirar por algo material.
Jésus dijo (Juan 4:24): “Dios es espíritu; y los que le adoran, es menester que le adoren en espíritu y en verdad.” De modo que el hombre, el reflejo de Dios, es espiritual y no puede sentir apetito por algo que no sea espiritual.
En cierta época me hallaba bajo la decepción de que el hecho de que mi trabajo me exigía determinados plazos para el cumplimiento de algunas tareas esto me imponía un esfuerzo tan grande, que creía que el fumar era necesario para sentirme confortado y sostenido. Esta fue la creencia que abrigué hasta que desarrollé un fuerte deseo de unirme a una filial de la Iglesia Científica de Cristo, y entonces resolví hacer un esfuerzo para vencer este hábito. Consulté a un practicista. La barrera que bloqueaba mi liberación parecía ser la falsedad de que si dejaba de fumar repentinamente, el impacto mental que quizás resultaría haría imposible que cumpliera con mi trabajo, que requería concentración y que era de carácter muy minucioso.
El practicista me dijo que en mi ser verdadero yo era el hombre creado por Dios, espiritual, no material, de manera que en la realidad no podía suspirar por la nicotina o sentirme perturbado si prescindía de ella.
Mientras la practicista seguía trabajando devotamente por mí, asistí a una conferencia de la Christian Science. El significado espiritual que encerraba la conferencia llenó todo mi pensamiento, librándolo completamente de todo deseo falso. El conferenciante había estado vertiendo “la verdad por medio de inundaciones de Amor.”
Cuando salí de la conferencia me hallaba completamente libre. Inmediatamente me dispuse a botar el paquete de cigarrillos que llevaba. La creencia en el poder del hábito había sido vencida enteramente. Además, a pesar de lo repentina que había sido la transición, no experimenté ninguna reacción desfavorable. Esta curación, que ha sido permanente, me parecía a veces increíble, ya que en diversas ocasiones había tratado de abandonar este hábito mediante la fuerza de voluntad humana pero había fallado lamentablemente a pesar del gran esfuerzo hecho.
Mediante el poder del Cristo, la Verdad, el deseo verdadero había eliminado el sentido del apetito falso. La Verdad y el error no pueden morar juntos, y la unción espiritual que encerraba la conferencia era tan profunda, que me capacitó para establecer en la consciencia la presencia de la Verdad. El poder de la Verdad opera dondequiera que el pensamiento sea receptivo. Puede que sea difícil sanar a alguien de un apetito falso si el paciente no deseara ser sanado, ya que no estaría dispuesto a esforzarse por conseguir la curación.
Si tenemos hambre y sed de justicia, no podemos tener al mismo tiempo hambre y sed por la materia. La materia es a menudo perniciosa y jamás satisface en realidad. La justicia es el bien espiritual y es la base para la plenitud de la satisfacción verdadera.
Mrs. Eddy nos asegura en su obra Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 127) donde nos dice: “Cuando un corazón hambriento pide a su divino Padre-Madre Dios que le dé pan, no recibe una piedra, sino más gracia, obediencia y amor. Si este corazón, humilde y confiado, ruega con fidelidad al Amor divino que le alimente con el pan del cielo, con la salud y la santidad, será preparado adecuadamente para recibir lo que pide; entonces fluirá en él ‘el río de Sus delicias’, el tributario del Amor divino, y experimentará un notable crecimiento en la Christian Science,— aun esa alegría que encuentra el bien propio en el ajeno.”
Jesús dijo (Juan 4:14): “El que bebiere del agua que yo le daré, nunca jamás tendrá sed; sino que el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua, que brote para vida eterna.”
