Mediante la comprensión de su unidad con el poder divino, David obtuvo la victoria por sobre numerosas condiciones adversas. En su salmo de alabanza y gratitud a Dios que aparece en 2° Samuel (22:2, 3) dijo: “¡ Jehová es mi Roca, y mi fortaleza, y mi libertador; mío es! Dios es mi Roca, en él confiaré; mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi torre alta y mi refugio.” Mas adelante en el mismo himno de alabanza declaró: “Dios ... es mi fortaleza inexpugnable, y despeja perfectamente mi camino.”
¿ No estaba acaso David expresando gratitud justamente por las mismas cosas que nosotros consideramos esenciales para nuestro propio bienestar? ¿Podríamos desear acaso bendiciones más grandes que la seguridad del amor y el cuidado invariables de Dios, que la fortaleza y la sabiduría para hacer frente a las demandas de cada día con éxito, y la inspiración espiritual que tan necesaria es para la felicidad verdadera?
Desde la época de David hasta la nuestra, nada ha ocurrido que haya alterado la buena voluntad de Dios hacia los hombres. No obstante, la mente carnal a menudo insiste porfiadamente que es imposible que los hombres de este mundo tan sofisticado puedan acercarse a Dios como lo hicieron los hombres de aquellos días menos complicados. Esta aseveración se torna enteramente inexacta a la luz de la inalterabilidad y la eterna bondad de Dios, la Verdad y el Amor divinos.
En razón de que el hombre es la imagen de Dios, puesto que así lo declara la Biblia, él debe ser invariable, perfecto, y el que recibe constantemente el bien. El problema que nos enfrenta es éste: ¿ Cómo no es posible percibir la inalterabilidad de Dios y de Su idea tan vívida y firmemente, que seamos capaces de experimentar en nuestra experiencia humana las bendiciones que David tanto elogiaba?
Desde el principio debemos adquirir una clara comprensión de la perfección inalterable del estado verdadero del hombre. Dado que para mucha gente la causa frecuente de la tensión es producida por el temor a un cambio, es decir, algo que quizás será peor, analicemos la diferencia que existe entre las creencias falsas y los hechos espirituales que se relacionan con la estabilidad de la existencia verdadera. Demás está decir que tendremos que reconocer que la mente carnal o mortal a pesar de ser inestable y temerosa, es perentoria y pretende tener un poder que no posee.
Además, cuando nos hallamos bajo la influencia de la mente mortal estamos tan llenos de temor que al recibir noticias acerca del infortunio ajeno, es más que probable que nuestra reacción sea la de aceptar el mal, no sólo para aquellos directamente afectados más también para nuestro propio futuro. “Esto bien podría pasarme a mí también algún día,” puede que digamos en son de funesta predicción. Luego quizás tratemos de hacer planes para hacer frente a la triste eventualidad.
¿Qué podemos hacer para reemplazar esta manera de pensar con la fe en el bien permanente que poseía David? Mediante la receptividad a las verdades de la Ciencia Cristiana [Christian Science], podemos ir aprendiendo progresivamente a no contemplar el ser mortal con sus vicisitudes, y tornarnos activamente conscientes del ser espiritual del hombre, el cual se halla firmemente unido con el bien divino inalterable. Mrs. Eddy nos dice en su obra “Unity of Good” (La Unidad del Bien, página 14): “Dios no es la veleta que gira en la torre, sino la piedra fundamental de la roca viva más firme que las imperecederas montañas.”
Durante una tormenta de lluvia torrencial y fuerte viento, una pequeña niña miraba una veleta que giraba furiosamente. Estaba bastante aterrorizada hasta que su abuelo le dijo: “No mires eso, niña, mira más bien las rocas.” Allí estaban estas grandes piedras cubiertas de musgo, invariables, completamente imperturbadas aún frente a la ferocidad de la tormenta, y en tanto que la pequeña conservaba la vista fija en las rocas, compartía de su serenidad.
¿ Estamos conservando nuestro pensamiento fijo en esas señales variables de las creencias humanas que describen la vida temporal y señalan alternativamente la juventud y la vejez, la salud y la enfermedad, el gozo y la tristeza? ¿O estamos en vez contemplando sinceramente la Roca, el Cristo, como la única indicación de la existencia espiritual ininterrumpida e incorruptible del hombre? Si estamos siguiendo este camino, empezaremos a demostrar en nuestra vida humana una estabilidad más armoniosa que es siempre el resultado de la comprensión que el hombre está constantemente al cuidado del Amor invariable.
A medida que seguimos los eventos de la vida de David, nos damos cuenta cuán grandes eran las razones que le animaban para fiarse en Dios y referirse a El como “mi fortaleza”. Su fe absoluta en el actual poder de Dios que le daría el socorro necesario, a menudo le aportaba la victoria. No sólo la fuerza física, mas también el ingenio y la sabiduría le ayudaron a vencer a sus enemigos, pues David era fuerte en varios aspectos.
Mucha gente hoy en día se cree privada del feliz usufructo de la fuerza humana normal. A menudo considera la vida como un campo de batalla material en el cual se debe hacer frente y se debe vencer a males verdaderos. Los estudiantes de la Ciencia Cristiana [Christian Science] consideran que sus enemigos no son personas o circunstancias humanas sino creencias erróneas que deben ser vencidas en la conciencia.
Cuando aquel que estudia sinceramente la Ciencia Cristiana [Christian Science] se siente tentado a pensar que carece de la habilidad de hacer frente a una situación, o la fortaleza necesaria de llevar a cabo actividades humanas, se torna a Dios como su fuente de ayuda en vez de a cierta clase de materia. Se esfuerza por afirmar que toda actividad espiritual del hombre comienza con el Principio divino y es gobernado por este.
En lugar de buscar la fuerza en el cuerpo mortal, la inteligencia en el cerebro, el poder en la riqueza o la posición elevada, se esfuerza por comprender la relación actual y eterna del hombre con la fuente única del bien. Entonces confiadamente reclama su derecho de demostrar de manera práctica su alianza con el poder deífico. Inevitablemente halla que puede declarar al igual que David (2° Samuel 22:40): “Pues que tú me has ceñido de fortaleza para la pelea; sigues humillando a mis contrarios debajo de mí.”
Mrs. Eddy escribe en Ciencia y Salud (página 60): “El Alma tiene recursos infinitos con que bendecir a la humanidad, y la felicidad se lograría más fácilmente y se guardaría con más seguridad, si se buscara en el Alma.” Cuán sabio es aprender a contemplar a la gente, todo aquello que es hermoso, y toda experiencia valiosa en su relación verdadera con Dios. Nuestro privilegio es mantener una visión espiritual y demostrar tal cual lo hizo David en la antigüedad, que Dios siempre bendice al hombre con la fortaleza espiritual y con el bien ilimitado.
