Cualquiera pensaría que tener que criar un bebé de 11 meses “caído del cielo” a la edad de 60 años, es una tarea muy ardua. Especialmente si se tiene en Miami una agencia de búsqueda de talentos para la producción cinematográfica, lo que requiere que uno esté presente constantemente 16 horas al día. No obstante, la crianza de nuestro nieto no fue tarea difícil, fue como un rayo luminoso de alegría, como el despertar de un nuevo amor.
El pequeño Roc era el hijo de nuestra hija y de su esposo, un médico peruano. Él no quería que ella tuviera ese bebé, y luego insistió en que lo diera en adopción. Mi esposo Ken y yo no podíamos entender su actitud y nos entristeció mucho esa decisión. Sin embrago, el día que nació Roc, cuando la enfermera nos llevo a ver a los recién nacidos, mi hija vio al suyo, cambió de parecer y decidió quedarse con él.
Cuando nuestro yerno se enteró se enfureció y abandonó a su esposa e hijo y se fue a Sevilla, España, a continuar sus estudios. Mi hija lo siguió, poco después, llevando al niño con ella. Pero regresó cuando Roc tenía 11 meses, porque su esposo quería el divorcio. Entonces dejó al niño con nosotros y se marchó en busca de trabajo. Rocky, como lo llamábamos, nunca conoció a su padre, aunque más tarde supimos que él había regresado a los Estados Unidos y había estado viviendo en Miami todo el tiempo.
Desde el comienzo, mi esposo se convirtió en el padre de Rocky. Aunque no era miembro de la iglesia, aceptaba mi religión, la Christian Science, y estuvo de acuerdo en que llevara a Rocky a la iglesia.
Insistía en que todos tenemos un único Padre y Madre
Yo trataba de enseñarle a mi pequeño todo lo que había aprendido en mi estudio de la Christian Science, y ponía mucho énfasis en que todos tenemos un único y verdadero Padre y Madre, que es Dios. Estoy segura de que Rocky se sentía herido al saber que sus padres lo habían abandonado, a pesar de que hasta la fecha, él permanece en contacto con su madre. Pero nos ama profundamente a mi esposo y a mí, y legalmente somos sus padres. Y lo más importante es que, en su corazón, Rocky está seguro de que somos su padre y su madre.
Durante los primeros años, mi hija volvía de vez en cuando y se llevaba al niño por un tiempo, pero siempre lo traía de regreso. Supongo que en esa época ella no tenía la suficiente madurez para criar a un hijo. Le dijimos que su inconstancia era muy destructiva para el muchacho. Finalmente, se volvió a casar, pero su nuevo esposo no quiso hacerse cargo del niño, y fue entonces cuando adoptamos a Rocky legalmente. Él tenía seis años.
Aunque estábamos muy ocupados con nuestro negocio, nos iba muy bien y no teníamos ninguna preocupación económica. Entre Ken y yo pudimos trabajar en el negocio y hacernos cargo de Rocky. También fue de mucha ayuda para nosotros que él asistiera al jardín de infantes, al preescolar y a la escuela.
Una vez que Ken y yo nos retiramos del negocio, nos mudamos de Miami a Naples, en la Florida, para criar a Rocky. ¡Entonces comenzó la diversión! Tal vez alguien piense que como éramos mucho más grandes que otros padres, no le pudimos haber dado a Rocky una crianza “normal”, pero nos sentíamos muy cómodos aunque no estábamos con gente de nuestra generación. Nuestro hogar era como el de padres jóvenes. Mi esposo y yo asistíamos a todas las actividades de Rocky; estuvimos en todos los juegos de las Ligas Menores para aplaudirlo, cuidarlo... y amarlo; teniendo presente que Dios, su verdadero Padre-Madre, estaba siempre con él.
Durante su niñez, Rocky fue sanado de varicela y sarampión por medio de la oración únicamente. También sanó de una grave herida en un dedo del pie. En otra ocasión, tres niños mayores que él, le hacían la vida imposible en la escuela. La oración ayudó en ese caso también. Le dije a Rocky que amara a esos chicos con todo el corazón, y así lo hizo. Cuando todo terminó, dos de los muchachos fueron expulsados de la escuela, mientras que el otro se convirtió en su mejor amigo.
Cualquier actividad que Rocky emprendiera, allí estábamos nosotros alentándolo, ofreciéndonos de voluntarios, y otras cosas. Cuando demostró un notable interés en la música, dado que yo había formado parte del mundo del espectáculo y había tocado el violín en conciertos, me ofrecí como voluntaria para integrar la orquesta de la escuela. Constituíamos una familia normal, íbamos a la iglesia los domingos y hacíamos todas las cosas que hacen las familias. Era un estilo de vida muy corriente.
Nuestra vida junto a Rocky fue maravillosa. Cuando hablo de ella siempre uso la palabre “nutrir” y la digo sinceramente. Creo que la crianza de ese muchacho me mantuvo activa. A medida que envejecemos, generalmente disminuimos las actividades y hacemos una vida sedentaria. Pero en nuestro papel de padres, siempre se está en movimiento. Ken y yo jugábamos al golf, mientras Rocky jugaba al tenis con sus amigos.
Esto no quiere decir que no hayamos tenido momentos difíciles o que todo era un lecho de rosas. Esa no sería una descripción real de la vida ¿no es verdad? Y yo sé que algunas veces Rocky pasaba por períodos de depresión cuando pensaba en sus verdaderos padres. No estoy segura de que lo haya superado por completo; he visto mucha tristeza expresada a través de su música, pero en cada carta que le escribo, todavía le recuerdo que es el hijo de Dios y que Él lo está cuidando. No importa cuál sea la experiencia que esté viviendo en ese momento, Dios lo está preparando para el próximo paso. Como ejemplo, diré que, aunque Rocky es ya un músico experimentado (toca el bajo), siempre había querido cantar. Y ahora canta con una banda. Está haciendo lo que siempre soñó. Y aunque ha tenido que esforzarse mucho, está cumpliendo su objetivo.
Rocky se fue de casa a los 18 años para ir a una escuela de música en Hollywood. De allí se mudó a Seattle y comenzó su propia banda. Ha grabado tres discos compactos, componiendo y editando la música. Ya hace 12 años que no vive con nosotros pero cada vez que nos visitamos es motivo de alegría.
Debido a que Rocky fue criado entendiendo que Dios estaba siempre con él y era su Padre por toda la eternidad, aprendió que no necesitaba apoyo material en forma de alcohol, drogas o cigarrillos, para sentirse bien. Y siempre que ha pasado por dificultades económicas y desilusiones personales, yo le recuerdo que, tal como aprendió en la Escuela Dominical, él vive en el Reino de Dios, y por esa razón siempre hay abundancia de provisión, éxito y amor en su camino.
Ya estoy por cumplir 90 años y he vuelto a mi antiguo trabajo, renovada y sin temor. Mi otra hija, la tía de Rocky, se hizo cargo del negocio cuando nosotros nos jubilamos y todavía lo hace. Mi esposo, que ya llegó a los 90, y yo, vivimos en un departamento que esta hija nos compró en Fort Lauderdale. Ella instaló un fax y he vuelto a la actividad de conseguir nuevos talentos para comerciales, narraciones, etc. Cuando recuerdo el pasado, cuento los años en que criamos a nuestro nieto — a nuestro hijo — entre los más animados, inspiradores y sí, los que más me ayudaron a crecer espiritualmente de todos mis 56 años de matrimonio.