En La Década de 1920, pese a que la prosperidad parecía estar firmemente arraigada en muchos sectores, fueron apareciendo en los Estados Unidos signos de desconcierto económico. El creciente número de cierre de bancos y los bajos precios de los productos agrícolas, indicaban que la economía de ese país no era tan fuerte como aparentaba. En 1927, cuando terminó el control militar de los Aliados sobre Alemania, la economía de este país se derrumbó. Para mucha gente ese fue un período lúgubre. No obstante, tanto los europeos como los estadounidenses, tuvieron razón para sentirse alentados cuando ese mismo año Charles Lindbergh, en su monoplano llamado The Spirit of Saint Louis, se transformó en el primero en volar solo sobre el Océano Atlántico. Este logro y sus consecuencias posteriores tuvieron un impacto enorme en la comunicación y el transporte mundial.
La comunicación global estaba muy presente en el pensamiento, tanto a nivel político como en las organizaciones religiosas en todo el mundo, y La Sociedad Editora de la Christian Science fue una de las voces que participó en el creciente diálogo global.
En el mismo año en que Lindbergh realizó su hazaña, llegó a Boston una carta de las iglesias y sociedades escandinavas. La misma solicitaba a La Junta Directiva de la Christian Science que considerara la posibilidad de publicar un Heraldo escandinavo de la Christian Science, en el cual los tres respectivos idiomas (danés, noruego y sueco) estuvieran equitativamente representados.
Al principio, los Directores junto con los Fideicomisarios de la Sociedad Editora y los Redactores de las publicaciones religiosas dieron respuestas ambiguas. A todos les gustaba la idea de proveer más mensajes inspiradores acerca de la Christian Science a la gente que lo deseara. Pero la idea de hacer una publicación en varios idiomas no era del agrado de todos y nadie estaba convencido de que fuese práctico crear tres publicaciones separadas para una cantidad relativamente pequeña de lectores.
Ya se incluía una traducción del artículo religioso diario que aparece aún hoy en día en The Christian Science Monitor en esos tres idiomas, entre otros. Convencidos de que esto era suficiente, los Fideicomisarios le escribieron a las iglesias insistiendo en este hecho y explicándoles que les preocupaba el costo. No obstante, dejaron abierta la posibilidad de cambiar de opinión si las condiciones lo ameritaban.
Casi dos años más tarde, la actitud había cambiado. Un estudio más profundo les demostró que las publicaciones en varios idiomas no eran inusuales y los Fideicomisarios se sentían más a gusto con este concepto. Al contrario de lo que ocurrió con las ediciones alemana y francesa, decidieron crear una publicación trimestral en vez de una mensual, hasta que aumentara el número de suscriptores.
Calcularon que la revista no sería rentable inicialmente, pero el Gerente de la Sociedad Editora explicó que “...lanzar una publicación escandinava multilingüe en estos momentos (debe) considerarse estrictamente por su carácter misionero”. La nueva publicación fue anunciada en el Journal de julio de 1929, indicándose que esa edición del Heraldo aparecería por primera vez en enero de 1930.
Durante la Gran Depresión cualquiera habría dudado en sacar una nueva publicación.
Mientras los planes seguían adelante, el mundo se precipitaba hacia un nuevo tipo de cataclismo. Entre los años 1925 y 1929 el costo promedio de la acciones en la Bolsa de Valores de Nueva York había subido a más del doble. Esto dio lugar a la especulación de los inversores que tenían la esperanza de ganar más dinero a medida que subieran los precios. Pero no lograron su propósito. El 25 de octubre de 1929, el Viernes Negro, el precio de la acciones en la Bolsa de Valores de Nueva York, se derrumbó, sumiendo a los Estados Unidos y al resto del mundo en lo que se dio en llamar la Gran Depresión. Bancos, fábricas y comercios cerraron sus puertas, dejando a millones de estadounidenses sin empleo. Muchas personas perdieron sus viviendas.
En momentos como esos, cualquier hombre tímido podría haber dudado en producir una revista totalmente nueva, considerando los costos conocidos y desconocidos que podía acarrear. Pero en enero de 1930 apareció la primera edición del Heraldo escandinavo. El artículo principal, que estaba escrito en noruego, tenía por autor a Irving C. Tomilinson, uno de los biógrafos de la Sra. Eddy. Se titulaba: “Verdadera valoración de la mensajera de Dios”, y aclaraba el descubrimiento de la Christian Science hecho por la Sra. Eddy y su continuo ministerio para toda la humanidad. Era una introducción ideal cuya finalidad era informar e inspirar a los lectores.
En el editorial, un anuncio de La Junta Directiva de la Christian Science afirmaba su “profunda convicción de que esta nueva publicación demostrará ser un valioso miembro del grupo de publicaciones periódicas que nuestra Guía, la Sra. Eddy, instituyó y que con tanto éxito está llevando el evangelio de la paz en la tierra y buena voluntad para con los hombres, al sanar enfermos y reformar pecadores a través de la Christian Science en todos los rincones del mundo cristiano”.1 Confirmando la perspectiva cada vez más internacional de la Sociedad Editora, el número incluía testimonios de curaciones de Suiza, Francia, Alemania, Inglaterra, India y Estados Unidos.
Al principio, las publicaciones tenían un profundo contenido religioso. Era evidente que lo que se pretendía era proporcionar información básica acerca de la Iglesia. Gradualmente los artículos y los editoriales cambiaron. La creciente crisis mundial, la profundización de la Recesión, acompañada de un creciente militarismo, impulsó a los redactores a incluir artículos tales como “Vivir bajo la Ley” escrito por William McKenzie, que versaba sobre la relación existente entre la ley y la libertad. El autor escribió: “¿Cómo es que tantas personas confunden libertad con libertinaje? Desearían hacer a otros las cosas a las que se opondrían rotundamente si se las hicieran a ellos, y creen que pueden pasarse la vida haciendo sufrir a los demás, mientras que ellos no sufren las consecuencias... De cualquier manera, la libertad no se puede hallar fuera de la ley...” Otros artículos en ese número, tales como: “Inmutable ante el fuego” y “Vigilante”, que hablaban sobre el estar alerta, ofrecían un fuerte apoyo a la gente que oraba, ya sea por la situación del mundo o por estar afectados por ella.
El Trimestral era introducido de contrabando.
Los testimonios que contenían los números que siguieron al primero, tenían una naturaleza predominantemente internacional e incluían testimonios de curaciones de Egipto, Sudáfrica, China y Corea, además de Europa y los Estados Unidos. En el número de julio de 1931 aparecieron los primeros testimonios provenientes de Finlandia y Suecia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el acceso al Heraldo era muy limitado en cualquier área que controlaran los nazis. Stig Christiansen, un danés, todavía recuerda aquella época: “Cuando me interesé en la Christian Science a principios de 1945, Dinamarca permaneció ocupada durante algunos meses por la Alemania nazi. No teníamos acceso a la literatura de la Christian Science, a excepción de un ejemplar del Cuaderno Trimestral de la Christian Science que era introducido de contrabando al país cada tres meses”.
Esto no sólo ocurría en Dinamarca, sino también en Finlandia, Suecia y Noruega. Hasta 1943 se había podido enviar ejemplares del Trimestral desde Suiza, país reconocido como neutral en el conflicto. Pero a partir de enero de ese año, esa correspondencia cesó.
Suecia, país que al igual que Suiza eligió la neutralidad, era otro de los conductos empleados para hacer llegar este material. Enero de 1930. Los envíos a aquel país cesaron después del ataque de Japón a Pearl Harbor en 1941, cuando los Estados Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial. A fin de asegurar que llegasen las Lecciones Bíblicas, que son esenciales para los servicios religiosos, se autorizó al Comité de Publicación de Suecia a reproducir y distribuir el Trimestral, en forma similar a la que lo hizo Marcel Silver, a quien conocimos en el segmento de la edición francesa el mes pasado. De la misma manera en que lo hacía el grupo francés, los suecos mandaban por correo varias copias de estas publicaciones reproducidas a los países ocupados y al menos algunas de ellas llegaban a destino.
Durante la Primera Guerra Mundial, Noruega se había declarado neutral y su gobierno intentó hacer lo mismo en la Segunda Guerra. No obstante, después de una breve resistencia, los nazis invadieron y ocuparon el país. El rey y el gobierno huyeron al exilio. En forma gradual, los Científicos Cristianos de Noruega, entre otros, comenzaron a sentir la presión que ejercían las fuerzas nazis. Los miembros de Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Oslo escribieron lo siguiente en un informe hecho después de la guerra: “Unos días antes del 9 de agosto de 1942, el Presidente y el Secretario de la Comisión Directiva fueron citados al Comando de la GESTAPO, donde fueron interrogados al detalle acerca de todo lo que tenía que ver con la iglesia y con ellos mismos... Meses después, los practicistas cuyos nombres figuraban en The Christian Science Journal, con la excepción de uno (que era de origen judío), y que fue maravillosamente protegido de esa ordalía, fueron también citados e interrogados. No sufrieron efectos negativos de estos hechos”. Aunque no fue nada fácil, el practicista de origen judío logró refugiarse en Suecia durante el resto de la guerra.
Los miembros de la iglesia manifestaron que, a partir de diciembre de 1941, dejaron de recibir la literatura de la Christian Science desde Boston y tampoco podían escuchar los servicios religiosos ni las conferencias de Boston transmitidos por radio. Luego agregaron: “Pero lo maravilloso de todo esto es que algún Cuaderno Trimestral de la Christian Science de alguna manera siempre llegaba a tiempo. A veces era contrabandeado desde Suecia, escondido en pequeñas bolsas de harina o azúcar. A través de esto sentíamos que estábamos en contacto con La Iglesia Madre y con todo el movimiento (de la Christian Science)”.
Pese a las crecientes restricciones que se le impusieron a la iglesia, no sólo lograron continuar realizando los servicios, sino que el edificio resultó indemne a los efectos de la guerra. En cierta oportunidad, las autoridades se mostraron interesadas en confiscarlo, por lo cual los miembros oraron específicamente por ello. En su informe agregaron: “Resultó que a nadie le pareció adecuada la instalación para el propósito requerido y por lo tanto las actividades continuaron en forma ininterrumpida”. Julio de 1930. Lo expresado en este informe demuestra gran modestia y representa el grado de compromiso que otros miembros de la iglesia habían asumido pese a estar bajo una gran presión, tanto en forma individual como colectiva.
Después de 1945, se reiniciaron las comunicaciones normales, y un completo envío de literatura, junto con otros abastecimientos muy necesarios tales como ropa y comida, fueron enviados a las naciones europeas que habían sido afectadas por la guerra. A medida que el mundo evaluaba las condiciones y el esfuerzo para trabajar en forma conjunta y los proyectos iban adquiriendo forma, La Junta Directiva de la Christian Science solicitó a la Administración Fideicomisaria que considerase la posibilidad de publicar tres ediciones separadas del Heraldo en los idiomas escandinavos. Las discusiones se prolongaron desde 1954 hasta 1959.
Varias preocupaciones fueron planteadas: el aumento en el costo, la sensación de que el número de suscriptores no era suficiente para mantener las publicaciones, como así también la preocupación de que se crearía una superabundancia de literatura religiosa en una parte del mundo que aún no estaba pronta para recibirla. Sin embargo, mientras continuaban las conversaciones, fue emergiendo el concepto de que el Heraldo era misionero. A medida que este enfoque de la publicación se desarrollaba, creció el interés de incluir artículos que fueran relevantes para atender las necesidades de cada país en forma individual, más que tratarlos en forma agrupada. Esta y otras opiniones surgieron en parte debido a que George Nay asumió la tarea de Redactor Adjunto del Heraldo. Él y Helen Wood Bauman, Redactora de todas las publicaciones periódicas religiosas, trabajaron junto con los Fideicomisarios para lograr una visión conjunta acerca de cuál sería la mejor manera de emplear y presentar esta publicación.
A medida que continuaban las tratativas, se hizo evidente que las ediciones separadas serían mucho más útiles y presentarían un contenido más sustancioso para esas regiones. En enero de 1959 se distribuyeron las primeras ediciones separadas en sueco, danés y noruego. Alrededor del año 1983, se publicó por primera vez una traducción en finlandés de un artículo, en una edición sueca. Esto continuó así hasta 1998, cuando surgió la primera edición en finlandés.
Irma Puranen, de origen finlandés, escribió lo siguiente acerca de esta nueva publicación: “Cuando tuve en mis manos la edición del Heraldo en finlandés por primera vez, sentí algo muy especial... El primer Heraldo en finlandés estaba aquí en momentos en que celebrábamos los 80 años de nuestra Independencia. ¡Qué broche de oro para la celebración! ¡Fue algo grandioso!”
El primer Heraldo en finlandés llegó como broche de oro.
Desde la Segunda Guerra Mundial, el Heraldo ha sido parte de la vida de los miembros escandinavos de la iglesia. Muchos de ellos también leen inglés y reciben The Christian Science Journal y el Christian Science Sentinel. Debido a este estudio colectivo, se han producido curaciones maravillosas no sólo para los lectores, sino también para sus familiares. He aquí un ejemplo de una señora a cuyo marido le habían diagnosticado una enfermedad incurable que le afectaba la vista: “Mi marido no era Científico Cristiano y pensaba que esta religión era muy 'verbosa'”, escribe Celine Knudsen. “Él estaba convencido de que palabras tales como eternidad no se aplicaban a él. Pero sí el Heraldo. Permanecía en una silla de ruedas, ya que tenía una sola pierna y un coágulo en el cerebro le había disminuido casi por completo la visión. Al terminar un servicio religioso del día miércoles, mientras empujaba la silla de ruedas en dirección a casa, mi marido me preguntó si yo había pensado algo especial durante la oración silenciosa. A continuación me contó lo que él había pedido: “Querido Dios, sé que Tú sabes qué es lo mejor para mí, pero me gustaría poder ver un poco mejor”.
“Esa noche se asustó al notar que su pulso se había acelerado tremendamente, no obstante se durmió. Por la mañana se vistió y se desplazó en su silla hasta la sala y me dijo en voz alta que algo andaba mal. Dijo que la sala lo seguía y que era enorme. Más tarde, cuando salió con un jovencito a la calle, regresaron de apuro ya que, según dijo, había mucho movimiento afuera en la calle. Yo le pregunté: “¿No habrás recobrado la vista?” “Alcánzame algún libro”, dijo él. Entonces se lo di y comenzó a leer. Desde luego que todos nos pusimos a llorar. Fue un momento muy emotivo; todos estábamos absolutamente maravillados. Por cierto, esto cambió nuestras vidas”.
Cambiar las vidas. Transmitir a la gente ideas que sanan. Sobreponerse a los males de las guerras y sus consecuencias posteriores. Abrazar a la comunidad global. Estas son algunas de las tareas del trabajo continuo del Heraldo en Escandinavia y en todas partes. La gente de esos lugares que lo leen y usan sus ideas, también son bendecidos.
(El próximo mes: Las ediciones holandesa e italiana.)
Sucesos mundiales en sinopsis
1920
• 1920 Se crea la Liga de las Naciones
• 1921 Se otorga el derecho al voto a las mujeres
• 1921 Se funda la Compañía de Radio Difusión Británica (que se transformó en la B.B.C. en 1927)
• 1923 Cae la República Weimar, en Alemania
• 1924 Grecia se declara República
• 1924 Las elecciones federales en Australia adquieren carácter obligatorio
• 1924 Estando en prisión, Adolfo Hitler escribe Mein Kampf
• 1924 El explorador danés Knud Rasmussen culmina el viaje más largo que se haya realizado en trineo arrastrado por perros a través del Ártico norteamericano
• 1927 Charles Lindbergh realiza sólo el primer vuelo desde Nueva York a París
• 1928 Alexander Fleming descubre la penicilina
• 1929 Se derrumba la Bolsa en los Estados Unidos y la economía comienza a flaquear
• 1929 Roberto Goddard lanza el primer cohete conteniendo instrumentos, impulsado con combustible líquido
1930
• Se produce la depresión mundial
• Se imprime la primera edición del Heraldo escandinavo
• Frank Whittle obtiene la patente del motor a turbina