La capa del viejo hidalgo se rompió para ser ruana Y cuatro rayas confunden el castillo y la cabaña. Abrigo del macho macho, cobija de cuna paisa, Sombra fiel de mis abuelos y tesoro de la patria.
Porque tengo doble ancestro de Don Quijote y Quimbaya Hice una ruana Antioqueña de una capa Castellana. Por eso cuando sus pliegues abrazo, y ellos me abrazan, Siento que mi ruana altiva lo que me está abrazando es el alma.
Estos son versos con aire de bambuco — ritmo musical del interior de mi país — que se han convertido en todo un himno a la Colombianidad. Su título es “La ruana”. Y el objeto mismo es prenda destacada en la vestimenta de nuestros campesinos. Ella es un cuadro con una sola abertura, originalmente confeccionada en lana virgen de oveja. Su uso es mayor en el altiplano Cundi-Boyacense y en las zonas frías. Pero en los climas cálidos también se hace aunque en materiales más livianos. Los adelantos de la moda la han maquillado, siendo hoy un elemento de consumo universal, elaborado en fino kashemir, exhibida con orgullo por azafatas de las empresas aéreas nacionales o, en múltiples variaciones, por damas elegantes en pasarelas internacionales, allende las fronteras.
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