¡Los árboles en flor, las brillantes alegrías del hogar, las coloridas azaleas y buganvilias! Sí, en muchas partes del mundo la primavera está en el aire, y la gente empieza a limpiar sus casas y jardines. Parece como que la primavera es un símbolo de renovación. Y también de esperanza, de empezar de nuevo con alegría y tenacidad.
Esto también se puede aplicar a nuestras propias vidas y formas de pensar. Todos necesitamos limpiar nuestra experiencia de vez en cuando, y liberarnos de pensamientos que podrían impedirnos crecer espiritualmente y tener una vida más feliz y productiva. ¡Lo bueno es que no tenemos que esperar a que llegue la primavera para hacerlo!
Esta parábola de Jesús me viene al pensamiento: “El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña” (Mateo 13:24-30). El Maestro dijo que el hombre le indicó a sus siervos que los dejaran crecer juntos hasta la cosecha, y que en ese momento, atarían la cizaña en manojos para quemarla, mientras que recogerían el trigo en su granero.
Mary Baker Eddy define la cizaña como “Mortalidad; error; pecado; enfermedad; dolencia; muerte” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 595). Por lo tanto, la “cizaña” es todo pensamiento y creencia que implica que estamos separados de Dios. Y podemos contrarrestar esa manera errada de pensar recurriendo a las verdades espirituales acerca de Dios y el hombre de las que la Mente divina está constantemente consciente. Que Dios es el Principio, la Verdad y la Vida divinos; que el hombre espiritual es uno con su creador, de modo que solo puede ser puro y perfecto. Que el bien y la armonía están siempre presentes.
En este número de El Heraldo,tenemos el gusto de publicar una conferencia de la Ciencia Cristiana que trata sobre la profecía. Además, nuestros colaboradores cuentan cómo, al estar conscientes de estas y otras verdades espirituales, sanaron de una seria indisposición física y de una lesión en una rodilla.
Librémonos de las creencias falsas que tratan de oscurecer nuestro pensamiento, y permitamos que el sol resplandezca a través de ellas, y nutra y fortalezca los tiernos brotes de nuestra comprensión espiritual, a fin de que puedan florecer y crecer con firmeza para siempre.
Patricia del Castillo, Redactora