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Artículo de portada

Sana de su rodilla

Del número de octubre de 2014 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en portugués


Hace cinco años, me dolía mucho doblar o estirar las piernas. Me costaba bastante andar sin cojear.

Consulté con dos médicos. Uno practicaba medicina ortomolecular, y el otro era ortopedista. El primero me dijo que me faltaban ciertas vitaminas y nutrientes, lo que impedía que se desarrollara el cartílago en mis rodillas. El ortopedista dijo que esa condición no podía sanarse a menos que me hicieran cirugía.

En aquella época, comenzaba a estudiar la Ciencia Cristiana, y vi esto como una oportunidad para apoyarme únicamente en la oración para sanar. Le pedí ayuda mediante la oración a una practicista de la Ciencia Cristiana, y ella estuvo de acuerdo en hacerlo.

Los testimonios que yo leía en O Arauto da Ciência Cristã, la edición en portugués de El Heraldo de la Ciencia Cristiana, y los que escuchaba en las reuniones de testimonios de los miércoles en una iglesia de la Ciencia Cristiana, me ayudaban mucho. En una de esas reuniones, el testificante mencionó a otra persona, una mujer, que había tenido cáncer y se había concentrado en obtener una mejor comprensión de su relación con Dios para sanar. Mientras lo hacía, ella sanó por completo.

Así que, yo también decidí concentrarme en mi estudio de conocer mejor a Dios, y obtener una comprensión más profunda de mi relación con Él. Empecé a estudiar con mucha dedicación la Biblia y Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, y a leer todos los días la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana.

Jamás dejamos de expresar la perfección divina.

Estudié en profundidad la definición de hombre en Ciencia y Salud: “El hombre no es materia; no está constituido de cerebro, sangre, huesos y otros elementos materiales. Las Escrituras nos informan que el hombre está hecho a la imagen y semejanza de Dios. La materia no es esa semejanza. La semejanza del Espíritu no puede ser tan desemejante al Espíritu. El hombre es espiritual y perfecto; y porque es espiritual y perfecto, tiene que ser comprendido así en la Ciencia Cristiana” (pág. 475). Percibí que la verdadera sustancia de mi ser refleja al Espíritu y es espiritual, no se encuentra en el cartílago y no es de ninguna manera material. También me di cuenta de que mi verdadero sostén no está en la materia, sino en Dios, el Espíritu divino, supremo e ilimitado. Este sostén es espiritual, mas es sólido y jamás falla. 

“La declaración científica del ser”, la cual comienza: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, pues Dios es Todo-en-todo” (Ciencia y Salud, pág. 468), me confirmó que la materia no tiene sustancia y, por lo tanto, no es real. Puesto que todo es la manifestación de la Mente infinita, Dios, entonces Dios produce toda acción. Ninguna acción se genera en la materia. Por lo tanto, el hombre, como expresión de Dios, no es material y refleja la acción continua y armoniosa de Dios. 

Especialmente por las noches, el dolor tardaba mucho tiempo en desaparecer, tanto era así, que no podía dormirme fácilmente. Encontré gran apoyo en este pasaje de Ciencia y Salud: “No hay dolor en la Verdad, y no hay verdad en el dolor” (pág. 113), y en este versículo de la Biblia: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmos 46:10). Oraba en silencio, reconociendo la omnipresencia de Dios. Me sentía reconfortado al saber que el hombre no puede tener dolor porque el hombre refleja a Dios y no existe dolor en Dios, la Verdad divina. Cuando oraba de esta manera, mi pensamiento se tranquilizaba y podía dormirme. 

A medida que profundizaba mi estudio de la Ciencia Cristiana, comencé a tranquilizarme y a sentirme mejor. Hubo días en los que no tenía dolor, solo cuando pensaba en la condición. Cuando ocurría eso, leía la Lección Bíblica para calmar mi pensamiento, entonces el dolor desaparecía. Con el tiempo, sin que me diera cuenta, el dolor desapareció definitivamente, y dejé de renguear. 

Meses después, me di cuenta de que había sanado por completo. Había sido profesor de kickboxing durante muchos años, y la escuela de este deporte que hay en mi barrio me invitó a participar en la evaluación de un grupo de jóvenes candidatos al cinturón negro en kickboxing. Fue entonces que me di cuenta de que me agachaba y estiraba mis piernas sin sentir ningún dolor, ni siquiera en mi rodilla izquierda, que me había dolido más que la derecha debido a una lesión que había tenido hacía unos años durante una lucha de kickboxing. 

Lo cierto es que me había olvidado por completo de esa condición. Me había concentrado tanto en conocer mejor a Dios, y en las verdades espirituales que estaba aprendiendo con el estudio de la Ciencia Cristiana, que la condición desapareció por completo de mi pensamiento. Para mí lo principal fue comprender que toda enfermedad es solo una creencia errónea, que desaparece en su propia irrealidad, a medida que comprendemos que ninguna desarmonía forma parte de nuestro ser real, a semejanza de Dios. Jamás dejamos de expresar la perfección divina. 

Marco Antonio de Paula, São Paulo

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