Cada día, al levantarme siento que Dios está conmigo, que me está cuidando y demostrándome que estoy protegido. No tengo que tener miedo de que algo malo pueda pasarme.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!