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Artículo de portada

Reflexiones

Para progresar, permite que Dios te guíe

Del número de enero de 2015 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Agosto de 2014.


Esta conferencia en audio fue una conversación entre Chet Manchester, Co-Gerente del Cuerpo de Conferenciantes de la Ciencia Cristiana, y Barbara Vining, practicista y maestra de la Ciencia Cristiana, quien vive en Toledo, Ohio, Estados Unidos. Barbara también ha sido conferenciante de la Ciencia Cristiana.

Cuéntame algo sobre la inspiración que hay detrás de esta idea, “Para progresar, permite que Dios te guíe”.

Cuando oro con los pacientes, a menudo me doy cuenta de que están tan preocupados por la manera en que hacen las cosas, que no los oigo mencionar mucho a Dios. En el segundo tomo del libro We Knew Mary Baker Eddy, Expanded Edition, en las reminiscencias de William Rathvon, encontré esta declaración que la Sra. Eddy le hizo al personal de su casa: “Yo soy diferente de otros mortales en muchos aspectos, uno de ellos es que me quito, con más frecuencia, de en medio del camino de Dios” (pág. 531).

Pienso que esto es estupendo, porque tenemos que permitir que Dios nos guíe. ¿Está Dios guiando nuestro pensamiento? ¿Está el amor a Dios guiando tu pensamiento? A menudo le pregunto a las personas: “¿Quieres poner tu amor a Dios delante de todo lo demás?” Y a veces responden: “No estoy seguro de saber cómo se hace eso”. Así que he estado compartiendo con los demás, y alimentando en mí misma, el hecho de amar a Dios de forma activa. Es fácil decir: “Sí, yo amo a Dios”, pero ¿cómo hacemos para amar a Dios activamente?    

Esa era una característica muy notable de todos los personajes bíblicos. Ellos tenían una relación con Dios. 

La comunión con Dios es continua, es una constante. Mary Baker Eddy estaba en comunión con Él todo el tiempo, y es por eso que ella podía sanar de la manera que lo hacía, porque Dios y amar a Dios era todo para ella. Algo con lo que he estado viviendo recientemente se encuentra en el libro de la Sra. Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Para constatar nuestro progreso, debemos saber dónde están puestos nuestros afectos y a quién reconocemos y obedecemos como Dios. Si el Amor divino se nos hace más cercano, más amado y más real, la materia se está sometiendo al Espíritu. Los objetivos que perseguimos y el espíritu que manifestamos revelan nuestro punto de vista, y muestran lo que estamos ganando” (pág. 239). 

En este párrafo hay tres frases básicas, pero la segunda es en la que pienso con más frecuencia: “Si el Amor divino se nos hace más cercano, más amado y más real, la materia se está sometiendo al Espíritu”. Para mí, esto significa cambiar el pensamiento de estar preocupado por un problema físico o de relaciones, o por el progreso de la iglesia, o por lo que sea, a preguntarnos: “¿Se está volviendo el Amor divino más cercano, más amado, y más real para nosotros?” Entonces la materia se someterá porque la consciencia humana está cediendo a Dios, al amor de Dios. La gente que ha estudiado la Ciencia Cristiana por mucho tiempo, ha leído eso muchas veces, pero es maravilloso valorarlo. ¿Qué significa, por ejemplo, ver dónde ponemos nuestros afectos? 

¿A quién amamos? ¿Qué amamos?

Decimos que amamos a Dios, pero ¿se encuentra Dios al frente de la fila? Como dijo Jesús, y esto abarca todo el pensamiento: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). De manera que, poner a Dios primero es algo con lo que tenemos que trabajar mentalmente, diariamente, y hacerlo algo más cotidiano para que no sea “una cosa tan grande y complicada”. Hoy mismo, por ejemplo, podríamos preguntarnos, ¿es ir esta noche a ver una película más importante que amar a Dios? ¿Puedo combinar ambas cosas? ¿Puedo ir al cine para glorificar a Dios, y cómo lo hago? Buscando el bien en el mensaje, incluso si se trata de una película de mucha acción. 

Consiste simplemente en estar conscientes de Dios, y no entremeterse en el camino de Dios, como decía la Sra. Eddy, acallando todo ese “¿qué pasaría si esto?”, y “¿qué dirías si ocurre aquello?”, y “¿qué está pasando aquí?” Simplemente acallemos nuestro pensamiento y atesoremos el hecho de estar conscientes de las ideas espirituales, las cosas sencillas, en la vida diaria. No hace mucho, le comenté a un paciente: “Bueno, tal vez pueda usted hacer algo simple. Si amamos a Dios, estamos amando al hombre. Entonces atesore las pequeñas formas en que percibimos dónde se encuentran nuestros afectos, y qué estamos pensando que es Dios”.

Barbara, ¿qué resultado ha tenido en tu vida diaria el hecho de que te despiertas y lo primero que haces es amar a Dios, estar consciente de Dios?

Es algo que tienes que cultivar todo el tiempo. Pero una de las cosas que más me gustan es cuando me despierto pensando: “Hoy tengo que probar que Dios es el único poder y la única presencia”, y luego busco oportunidades para hacerlo. La última frase del párrafo que comentábamos es interesante. Dice así: “Los objetivos que perseguimos y el espíritu que manifestamos revelan nuestro punto de vista, y muestran lo que estamos ganando”. ¡Lo que estamos ganando! ¿Y qué decir de los objetivos que perseguimos? Cuando leemos eso a menudo pensamos en objetos materiales, pero yo pienso más en términos de propósitos. 

¿Cuál es mi objetivo en lo que voy a hacer hoy? ¿Lo hago para glorificar a Dios? ¿Lo hago para encontrar el bien en alguien que expresa impaciencia? ¿Lo hago con genuino amor incondicional? Estas no son cosas que uno puede simplemente decir: “Bueno, yo he llegado a ese punto”, o “Yo no he llegado a ese punto”. Son cosas que uno cultiva todos los días, y atesora, así que recurro continuamente a estas ideas que la Sra. Eddy nos ha dado y me esfuerzo por aprender más de ellas.

¿Cuál es mi objetivo en lo que voy a hacer hoy? ¿Lo hago para glorificar a Dios?

Me encanta lo que señalaste sobre Mary Baker Eddy, que no estorbaba el camino de Dios. Ella tenía una apreciación muy vívida de la presencia de Dios y de su relación con Él, así que nos estás diciendo que necesitamos amar a Dios más activamente, y no aplicar a Dios a nuestra vida diaria de una forma mecánica. 

Una persona que tomó clase con la Sra. Eddy, dijo que las primeras palabras que escuchó decir de su boca fueron cuando estaban diciendo el Padre Nuestro, y ella dijo: “Nuestro querido Padre”, en lugar de decir simplemente “Padre nuestro”. “Nuestro querido Padre”, lo cual muestra su constante relación y comunicación con Dios, ya que Él es un ser viviente (C. Lulu Blackman, We Knew Mary Baker Eddy, Expanded Edition, Vol. 1, p. 133).

¿Hubo alguna ocasión en tu práctica, o en tu experiencia como Científica Cristiana, en la que hayas sentido la presencia de Dios de manera tangible y más profunda?

En realidad sucedió antes de que fuera Científica Cristiana. La iglesia en la que me crié, estaba siempre abierta para que la gente pudiera entrar y orar. Un día, en mi adolescencia, me sentía preocupada por algo, así que entré en el santuario, y allí había un ambiente de santidad, de reverencia. Sentí la presencia de Dios. Dios me pareció muy real. Esa experiencia permaneció conmigo, pero yo realmente estaba buscando comprender a Dios, porque si bien sentía esa reverencia, no estaba segura de qué era Dios, o de qué se trataba. Eso fue lo que me llevó a explorar la Ciencia Cristiana.  

A través de los sinónimos de Dios, y las cualidades de Dios, y otras verdades espirituales, y luego cuando tomé la instrucción de Clase Primaria, Dios se transformó en algo muy real para mí. Pienso que a medida que continuamos progresando en nuestro estudio y práctica de la Ciencia Cristiana, si no estamos alertas, la misma puede volverse menos del espíritu y más de la letra. La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: “Dios expresa en el hombre la idea infinita desarrollándose a sí misma para siempre…” (pág. 258).  

Ese desarrollo —el hecho de sentirlo verdaderamente en las cosas de todos los días y a través de la práctica también— es muy útil para liberar a la gente del mesmerismo de pensar en cuál es el problema y cómo pueden orar por ello. El hecho de alentar a los pacientes a dar un paso atrás y cultivar la necesidad de estar quietos y saber que Dios está aquí; de instarlos a nutrir ese amor por Dios, y alentarlos a hacerlo, hace que a veces vuelvan a llamar y digan: “Toda esa preocupación, y todo ese estrés simplemente desaparecieron cuando empecé a pensar en amar a Dios activamente”.

En un artículo reciente dijiste que en la Ciencia Cristiana estamos familiarizados con el argumento, el argumento mental; y que tú argumentas en favor de los hechos espirituales. Examinas la verdad, y niegas la evidencia falsa, o los errores de pensamiento, pero dices que, en última instancia, no es el argumento lo que sana. [Véase “Understand, be firm, and yield!” July 2013, The Christian Science Journal.]

No, no lo es. La Sra. Eddy dijo que ella no hacía eso, pero se dio cuenta de que era la única forma de ayudar a la gente a elevarse al nivel de estar conscientes de Dios, y de ceder a Dios, porque no es la mente humana lo que sana. Jamás lo fue, y jamás lo será, pero debemos lograr que nuestro pensamiento esté consciente de Dios, de que Él es la presencia y el poder motor y viviente, y que no hay otro. Él no tiene nada que se le oponga, y cuando llegamos a ese punto, simplemente podemos dejar de lado el argumento. A veces la gente sigue y sigue con el argumento, y yo les pregunto: “Lo que dices es maravilloso, pero ¿has pensado alguna vez en detenerte y pensar a favor de qué estás argumentando?”

El otro día le estaba diciendo a alguien: “¿Qué pasaría si tuvieras una amiga que fuera la epítome de la integridad, del amor, de todo lo que es hermoso en el carácter humano, y de pronto comenzaran a circular todo tipo de mentiras acerca de esa persona. ¿Qué harías?” Y la primera respuesta fue: “Bueno, yo no creería lo que dicen porque conozco a esa persona”. Y le dije: “Bien, ¿y qué otra cosa harías? ¿No darías la cara por esa persona, y sacarías a luz la verdad? Eso es lo que necesitamos hacer mentalmente con Dios, porque Dios tiene muy mala reputación entre la humanidad”.   

Circulan todo tipo de mentiras sobre Dios, Su creación, el cuidado que brinda a la gente, y otras cosas así. Necesitamos defender mentalmente la Verdad. Así que, en lugar de argumentar para tener esta curación, o corregir esta circunstancia, o lo que sea, uno simplemente se mantiene firme en pro de la Verdad, mejorando la reputación de Dios entre la humanidad. Y cuando haces eso mentalmente, y cuando te sientes liberado de toda esa preocupación y de todo ese temor, es entonces cuando se produce la curación. Y los otros también lo sienten.  

Digamos que en tu familia tú eres el único Científico Cristiano. Tus amigos no son Científicos Cristianos, y vives en una comunidad donde no hay mucho que se relacione con la Ciencia Cristiana. Puedes sentirte muy solo hasta que te das cuenta de que no necesitas hablarle a todo el mundo sobre el tema para que sean Científicos Cristianos. Puedes hablarles al respecto como te sientas guiado a hacerlo, pero si simplemente vives ese amor, se siente; es más, no solo se siente mentalmente, sino que trae curación. A veces, la gente puede que se sorprenda y diga: “¿Qué hiciste?”   

Hasta ahora has mencionado las palabras Ciencia Cristiana muchas veces, y me gustaría hacer una pequeña pausa y preguntarte ¿qué significa para ti la Ciencia Cristiana? 

Yo tengo una oficina en el centro de Toledo. Tiene una puerta de vidrio que da a la recepción, y en el frente de la misma está escrito mi nombre y sobre él puse “Practicista de la Curación en la Ciencia Cristiana”, en lugar de “Practicista de la Ciencia Cristiana”, porque cuando pienso en la Ciencia Cristiana, pienso en la ley de Dios que Jesús practicaba, pero si la gente lee “Practicista de la Ciencia Cristiana”, va a pensar más en términos de una denominación. Es cierto, la Sra. Eddy fundó una iglesia, pero ella no descubrió una iglesia. Ella descubrió la Ciencia Cristiana, las leyes divinas de Dios que Jesús practicó. 

Cuando están en el piso donde estoy, y donde también hay una oficina que maneja reclamos de quiebra, las personas a veces caminan alrededor y ven mi puerta. Golpean o entran, y me preguntan: “Sé qué es cristiano. Me interesa la curación, pero ¿qué es esta Ciencia?” Y simplemente les digo: “Son las leyes de Dios que Jesús practicó y que nos ofrece la Biblia, y yo he aprendido a comprenderlas”. 

A veces comparto con ellos el libro de texto y les cuento que hace más de 50 años que lo estoy leyendo, pues me ayuda a comprender esas leyes que están en la Biblia, y que gracias a eso, no he tenido que recibir ninguna atención médica en todos estos años. No he tomado ni una pastilla. Me miran y dicen: ¡Asombroso!” Y yo digo: “Pueden llevarse uno de estos libros si gustan”. Nunca dicen que no. Sí, se trata simplemente de las leyes de Dios. No hay ningún misterio en eso, pero las mismas son comprendidas mediante el libro de texto.  

Y ese libro de texto es Ciencia y Salud. Ese es el principal texto de Mary Baker Eddy, que mencionaste antes.

Exactamente. La Ciencia Cristiana no fue un invento humano. Mucha gente a través de los siglos ha sido sanada mediante la oración, pero la Sra. Eddy no se sintió satisfecha con simplemente decir: “Yo fui sanada, y sé que fue por la oración”. Es muy importante para mí, que ella haya pasado tres años justo después de su curación inicial, durante los cuales reflexionó sobre esas leyes, y sintió que la Biblia era realmente la Palabra viviente de Dios, y que le estaba hablando a ella. Entonces, es algo que se puede probar.

Todo aquel que está abierto a comprender estas leyes, está abierto a que las mismas sean probadas en su experiencia, y eso fue justamente lo que yo descubrí de inmediato cuando empecé a estudiar Ciencia y Salud, y nunca ha cesado. Es un aprendizaje de toda la vida porque las leyes infinitas de Dios son siempre nuevas. Me gusta compararlas con las leyes de las matemáticas. Están establecidas. Siempre han estado allí, de manera que no pueden ser debatidas. Solo tienen que ser comprendidas y puestas en práctica. Y es ilimitada la manera en que esas leyes matemáticas pueden usarse para llegar a las soluciones. También existen las leyes de la música, y siempre han estado allí. Siempre estarán allí. Nunca nadie va a poder decir: “Lo siento, no puede haber ninguna composición musical nueva. Ya se han usado todas”.

No hay problema alguno, por más tiempo que haya durado, o de qué naturaleza sea, que no pueda ser corregido mediante la comprensión de las leyes de Dios.

Las leyes de Dios son así. No hay problema alguno, por más tiempo que haya durado, o cualquiera sea su naturaleza, que no pueda ser corregido mediante la comprensión de las leyes de Dios. Todo lo que es inarmónico, destructivo o limitado, es simplemente una falta de comprensión.  

Algo sobre lo que Mary Baker Eddy habla mucho, y se enseña mediante la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana, es cómo manejar el magnetismo animal. Por ejemplo, tenemos la Lección Bíblica, “Denuncia de la nigromancia antigua y moderna, alias mesmerismo e hipnotismo”, y a mí me gusta un poco más el título que yo le doy: “Cómo hacer para no ser engañados”.  El magnetismo animal es persuadir engañosamente a alguien para que crea en cierta discordancia, cierta evidencia física, cierto sentido de limitación, y lo que ocurre es que somos mesmerizados por ello, somos atraídos hacia ello como un imán en nuestro pensamiento, y nos resulta imposible liberarnos.

En la época de Mary Baker Eddy, el magnetismo animalera un término comúnmente conocido y usado. Se refería a un tipo de hipnotismo, y ella empezó a ver que el mal mismo era realmente una sugestión.

Y, ¿cómo le hacemos frente a eso? Bueno, el oro no es magnético. El oro del carácter humano es la semejanza divina que Dios crea en Sus hijos. Apreciamos eso, de manera sencilla, como el amor de Dios, el amor de lo que Él crea, el amor que ama demasiado a Dios como para permitir que nuestro pensamiento sea atraído hacia aquello que no está de acuerdo con Su bondad y Su amor. A veces, la gente piensa que el magnetismo animal es algo muy temible, y que nos rodea todo el tiempo. Parece tan grande, pero es simplemente ¡un montón de ceros que al sumarlos dan cero! 

El remedio está en comprender que realmente hay una sola Mente, y esa es Dios, y es buena, y amorosa e incondicional en su amor. Esto quiere decir que yo no necesito manejar el pensamiento de nadie excepto el mío, y ponerlo de acuerdo con el amor de Dios. 

Tenemos que estar en diaria comunión con Dios, amar a Dios, permitirle que guíe nuestro pensamiento, alimentando esa idea de tal manera que Dios sea una presencia viviente para nosotros. Ciencia y Salud nos dice: “En todo momento y bajo todas las circunstancias, vence el mal con el bien” (pág. 571). A veces pensamos: “En todo momento y bajo todas las circunstancias, vence el mal”, y creemos que tenemos que superar el mal, como si fuera una realidad grande, pero ella dice: “vence el mal con el bien”. Entonces permitamos que el bien domine en nuestro pensamiento; entendamos que Dios es el bien, no simplemente un Dios bueno, sino que Dios es el bien mismo.   

Cualquiera parezca ser el desafío que enfrentes, tranquiliza tu pensamiento, recuerda a Dios. Permite que Dios te diga la verdad. Ahora, puede que pensemos: “Bueno, no sé si yo conozco toda esa verdad”. Pero nosotros realmente incluimos todas las ideas que expresa la Mente divina porque somos “la compuesta idea de Dios, incluyendo todas las ideas correctas”, como afirma la Sra. Eddy en la página 475 de Ciencia y Salud en la respuesta a “¿Qué es el hombre?” Cuando enfrento algún desafío, aquieto mi pensamiento y digo: “Muy bien, ahora mismo no sé la respuesta, pero como soy la idea espiritual de Dios, no hay nada sobre lo cual yo no pueda saber la verdad. El Dios que todo lo sabe me lo revelará”. Muy pronto te viene una respuesta en la que nunca antes habías pensado, y simplemente dices: “¡Gracias, Dios mío!”

Tenía que ser Dios; no vino de tu propia cabeza.

Correcto, y ella también dice: “Conócete a ti mismo, y Dios proveerá la sabiduría y la ocasión para una victoria sobre el mal” (Ciencia y Salud, pág. 571). A veces uno piensa en su personalidad humana y le viene el pensamiento: “No sé si quiero conocerme a mí mismo”. Lo que la Sra. Eddy está realmente diciendo es: “Conoce quién eres realmente. Comienza con tu verdadera identidad; comienza con lo que Dios te está revelando”. 

Dios nos conoce solo como Su reflejo, es decir, como un lago en una noche tranquila cuando no hay brisa alguna, y es como un espejo y refleja toda la belleza que lo rodea. Nosotros tenemos que permitir que nuestro pensamiento permanezca callado de igual manera. Entonces nos conocemos como reflejo de Dios. Ella también dice: “Revestido con la panoplia del Amor, el odio humano no puede alcanzarte” (Ciencia y Salud, pág. 571). Simplemente tienes que saber que estás revestido con el Amor, no con el amor humano —no con mi amor— sino con el amor de Dios que nosotros reflejamos. 

También en esa página ella dice: “El cemento de una humanidad más elevada unirá todos los intereses en la divinidad única”. De eso se trata realmente el progreso de la Ciencia Cristiana, que las personas lleguen a comprender lo que Dios es, porque cuando comprendan lo que Dios es verdaderamente, no tendrán ninguna resistencia contra la Ciencia Cristiana.

Entonces, “el cemento de una humanidad más elevada” es ese reflejo del Amor en cualquier relación que tengas. Digamos que tienes un problema físico por el que estás orando, y es visible para otras personas. Si realmente te preocupa lo que otros puedan pensar, ellos se darán cuenta de eso muy rápidamente. Pero si sientes dentro de ti mismo esa tranquilidad de la presencia y el poder de Dios, eso puede realmente alentarlos, pues se dan cuenta de que tienes confianza en que el problema será resuelto, y eso aquieta la resistencia que puedan tener. Ese es un aspecto importante de lo que significa amar a Dios.

Permitamos que el bien domine en nuestro pensamiento; entendamos que Dios es el bien, no simplemente un Dios bueno, sino que Dios es el bien mismo.

¿Por qué se apoyan los Científicos Cristianos exclusivamente en la oración, y en general no recurren a la medicina? ¿Con qué fin?

Ante todo, quiero dejar bien en claro que, cuando uno se hace miembro, la Iglesia no dicta lo que uno puede o no hacer. La Iglesia nunca dice: “No puedes tomar medicinas y ser un Científico Cristiano o un miembro de esta Iglesia”. De ninguna manera; cada uno toma sus propias decisiones. Así que, ¿por qué tomo yo esa decisión?

¡Porque nunca he tenido que tomar ninguna otra decisión! Ha respondido a mis necesidades. Esto no quiere decir que todas las curaciones que he tenido, todas las soluciones a los problemas que he tenido que resolver, hayan sido instantáneas, y no hayan requerido esfuerzo alguno. Pero yo sé que si el Amor divino se está volviendo para mí cada vez “más cercano, más amado y más real”, mi pensamiento se está volviendo cada vez más consciente de la totalidad de Dios, de que Él no permite que exista el mal. Esto puede parecer algo extraño de decir para la gente que no está familiarizada con la Ciencia, pero es como la luz que no permite que exista la oscuridad. Donde hay luz, no hay oscuridad.

Y la naturaleza de Dios es pura luz, puro Amor.

Así que aunque un desafío parezca difícil, tenemos que ser persistentes, y cambiar el pensamiento a fin de estar más interesados en amar a Dios. Hay un himno que termina con esta frase: “Mi gran cuidado habrá de ser amarte más y más” (John Ryland, Himnario de la Ciencia Cristiana, Nº 224). Esto me parece tan útil porque aparta el pensamiento de la preocupación que podamos tener por el problema, y nos guía a amar más a Dios, a vivir estas palabras de la Sra. Eddy: “Si el Amor divino se nos hace más cercano, más amado y más real, la materia se está sometiendo al Espíritu” (Ciencia y Salud, pág. 239). 

¡Se está produciendo! No tienes que mirar la materia, o el problema, cualquiera sea, para comprobarlo. Si tu pensamiento se está acercando más a Dios, si Dios se está volviendo más real para ti, el error es cada vez menos una preocupación, es menos real, hasta que simplemente desaparece por completo del pensamiento. Te olvidas de que hubo un problema, y de pronto en algún punto dices: “¡Dios, mío! Me olvidé por completo de eso”, y el problema ha sido sanado.

Entonces, en respuesta a esa pregunta, “¿Por qué recurrimos a la oración para sanar?”, es importante determinar cuál es nuestro objetivo. Para un Científico Cristiano, ¿no es acaso el objetivo conocer y amar a Dios más profundamente? La experiencia nos ha demostrado que la enfermedad, cualquiera sea, es siempre mental, nunca es física. 

Así es. Yo lo veo como que estoy resolviendo mi salvación con el Cristo, la Verdad, que Jesús practicó, para asemejarme más a Dios. No se trata simplemente de ser una mejor persona, aunque eso es un aspecto importante. Es mucho más que eso, es el amor de Dios que resplandece, que hace que la vida sea mucho más placentera. Es lo que hace que valga la pena vivir.

Sanar así es resolver la situación con Dios, en lugar de hacer simplemente un arreglo temporal que tal vez tenga efectos secundarios que no son muy placenteros. Los únicos efectos secundarios de la Ciencia Cristiana que yo he encontrado son un mejor carácter, más tranquilidad, más armonía en mis relaciones, y cosas por el estilo.

Se saca mucho provecho de esta Ciencia, es mucho más que simplemente resolver un problema. Es algo que nunca quiero que me falte. He escuchado decir a la gente: “No sé cómo pude vivir sin la Ciencia Cristiana”, porque significa tanto para ellos.

Barbara, también dijiste que el progreso de la Ciencia Cristiana en el mundo hoy en día se mide, quizás no tanto por el tamaño de las Iglesias, como por el adelanto en el pensamiento de la humanidad, en términos de alcanzar una mejor comprensión de Dios. Desde esa perspectiva, podemos ver que se está produciendo mucho progreso. Quiero decir, si uno mira dónde estaban las definiciones de Dios hace un siglo atrás, y dónde están hoy… 

En todos los campos, en la teología y la medicina, vemos que se pone mucho énfasis en la materialidad, las medicinas materiales, la cirugía correctiva, y todo ese tipo de cosas. No obstante, existe esta corriente de pensamiento, que invita a comprender más el aspecto mental de la curación. 

Hace muchos años, cuando vivía en Minnesota, el Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana, quien trabaja con los medios de comunicación para que se entienda correctamente la Ciencia Cristiana, vino a hablar a nuestra iglesia filial. Él dijo: “Nosotros creemos que tenemos dos servicios religiosos en nuestra iglesia todas las semanas, uno el domingo y el otro el miércoles. Pero yo creo que tenemos un solo servicio dividido en dos partes. El domingo es la presentación de las leyes de Dios, la verdad absoluta acerca de Dios y el hombre, y la nada del mal; y el miércoles, es la demostración.  La gente da sus testimonios de curación, de cómo han puesto en práctica estas leyes”.

Entonces, no puedes decir: “Bueno, yo voy a la iglesia el domingo, pero no voy el miércoles”. Tiene que ver con lo que es realmente la Ciencia Cristiana. No se trata simplemente de decir cuál es la verdad de Dios, es demostrarla. En una de nuestras publicaciones periódicas estaba leyendo que alguien usó la expresión: “Me encanta aprender acerca de Dios”. Y yo pensé para mí misma, “A mí me encanta aprender de Dios”.

Esto forma parte de estar en comunión con Dios y saber que Él nos está hablando directamente a nosotros, dándonos ideas. No se trata tanto de “Tengo que estar leyendo la Biblia, Ciencia y Salud y las publicaciones periódicas todo el tiempo”.  Estamos agradecidos por ellos, pero ¿tenemos acaso que estar leyéndolos todo el tiempo, y memorizando citas? Podemos decir simplemente: “A mí me encanta esto. Es Dios hablándome a mí. Cuando leo esto adquiero una nueva comprensión, la cual se quedará conmigo mientras realizo todas mis actividades del día”.    

Nos vienen ideas en las que nunca antes habíamos pensado. Esto me ha ocurrido muchas veces. Hablo con alguien por teléfono, y me está contando sus dificultades, por qué cosa debo orar, y mentalmente estoy diciendo: “Dios mío, necesito una respuesta”. Por lo general, yo no hablo mucho tiempo con los pacientes porque sé que es la Palabra de Dios con la que estoy orando lo que los sana, pero uno quiere responder de una forma afectuosa que los ayude a aliviar sus temores. Les digo algo, corto la comunicación, y pienso: “¡Gracias, Dios mío! Nunca pensé en eso antes”.

¡Es una comunión diaria tan maravillosa! Y en relación al progreso de la Iglesia también, de la misma manera en que podemos ser mesmerizados por nuestros problemas humanos personales, podemos serlo al fijarnos cuánta gente asiste a la iglesia. “Hace cincuenta años, esta iglesia tenía este número de gente, y ahora tiene tan solo unos pocos”. Esos números no son importantes. No dicen nada acerca de cómo la levadura de la Verdad está trabajando en la consciencia humana. 

En África, hay grandes congregaciones, y cada vez más gente asiste a las conferencias. Pero ¿quiere decir eso que la Ciencia Cristiana se ha mudado a otros países y disminuido en los Estados Unidos? Si uno contempla solo la evidencia humana, puede sentirse confundido y preocupado acerca del movimiento de la Ciencia Cristiana, pero la Sra. Eddy fue muy sabia al decir que no debemos medir las cosas por números.

Si tu pensamiento se está acercando más a Dios, si Dios se está volviendo más real para ti, el error es cada vez menos una preocupación.

Por ejemplo, en nuestro servicio religioso de los miércoles, una persona comentó que se le habían estropeado varias cosas en su casa; le entraba agua por el techo y en el área de la ducha, y muchas otras cosas. ¿Cómo responder a eso? Otra persona tiene que poner en orden la propiedad de un ser querido y se pregunta: “¿Cómo voy a hacerlo?” 

Ambos expresaban una sensación de paz, como diciendo: “Está bien, deja de preocuparte, y de preguntarte qué pasará si esto o aquello, acalla el pensamiento, y permite que te vengan las ideas que necesitas. Dios te mostrará qué pasos debes dar y cuándo debes darlos. No hay duda de que va a resolverse” Y yo pensé: “Esa es la levadura de la Verdad; ese es el Cristo viviente hablando a la consciencia humana”. Ahora bien, cuando esas personas trabajan en la comunidad, se siente. Uno no puede medir eso mirando simplemente las señales externas. Pero se manifiesta en forma de curación, como les ocurrió a ellos.

No tiene importancia cuántos miembros pertenecían a la iglesia hace 20 años. Lo único que importa es “¿Qué estamos haciendo con lo que tenemos hoy?” Creo que en alguna parte la Sra. Eddy dijo que la iglesia consistía simplemente en hacer las cosas trabajando juntos [Robert Peel, Mary Baker Eddy, The Years of Authority, p. 346]. Entonces, por más que tengamos pocos miembros, podemos valorar nuestra comunidad, amar a Dios, esforzarnos por vivir esta verdad, encontrar formas de dar a conocer la Ciencia Cristiana cuando se presenta la oportunidad, ya sea auspiciando el programa radial del Sentinel [y El Heraldo] que siguen disponibles para transmisión, o dando una conferencia. Hace dos semanas dimos una conferencia sobre las relaciones humanas y el amor. Asistió una persona que tiene un blog en los medios de comunicación sobre lo que ocurre en la comunidad, y escribió un artículo de lo más hermoso sobre cómo las ideas equivocadas que ella tenía sobre la Ciencia Cristiana, se esfumaron, y cuánto le gustaba lo que estaba aprendiendo. Esto es la levadura en acción.

Me encanta, Barbara, lo que dijiste antes, tal vez como para completar el círculo, que realmente medimos el progreso con nosotros mismos.

En nuestros corazones.

Y ¿podríamos decir que el progreso que estamos midiendo se resume en este amor cada vez más profundo por Dios?

Así es.

¿Amo más a Dios, siento más del amor de Dios por mí? ¿Es parte de ese amor la medida de progreso, cuando el amor nos hace volvernos hacia el mundo exterior?

Definitivamente, lo es. Ese es el amor que hizo que la Sra. Eddy no se sintiera satisfecha simplemente con su propia curación, sino que la impulsó a explorar y a comprender las leyes de Dios que la Biblia le estaba transmitiendo, para que ella pudiera dárselas al mundo. Así que el progreso de la Ciencia Cristiana no depende simplemente de lo que está sucediendo en nuestras iglesias. La Sra. Eddy no previó que todas las Iglesias se transformarían en iglesias de la Ciencia Cristiana. Ella previó que toda la humanidad se liberaría de las creencias de los sentidos materiales que la esclavizan y niegan la verdad de Dios, trayendo pecado y enfermedad. Ella sabía lo que había descubierto. 

He estado pensando, por ejemplo, en el ministerio de Jesús. Primero, Jesús fue lo suficientemente humilde como para ir y ser bautizado por Juan, y entonces escuchó estas palabras: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Marcos 1:11). Y esencialmente, ese es el mensaje que Dios nos está dando a cada uno de nosotros: “Tú eres Mi hijo (o hija) amado; en ti tengo complacencia”. Después de esto, Jesús tuvo que enfrentar tentaciones, y las superó manteniéndose firme en su amor a Dios, en su honra a Dios, en su negativa a inclinarse ante la tentación para obtener algo material, para glorificarse a sí mismo, y así sucesivamente. En cambio, simplemente le dijo a Satanás —las mentiras y creencias falsas— “Vete, Satanás; estoy adorando a Dios” (véase Mateo 4:10).

Ese no fue el fin del asunto, ese fue el comienzo de su ministerio. Y yo pienso que así es para cada uno de nosotros; uno no puede realmente progresar en la Ciencia Cristiana a menos que comience a pensar que está “en el ministerio”; en otras palabras, abarcando al mundo entero. Si solo estás tratando de resolver tus pequeños problemas, no vas a llegar muy lejos.

En lugar de eso, puedes pensar: “Estoy aquí para demostrar la ley universal de Dios, no para probarle a alguien que la Ciencia Cristiana sana, sino simplemente para glorificar a Dios, porque yo quiero que esto esté disponible para toda la humanidad”. Es mucho más sagrado (por así decirlo) resolver un problema sabiendo que estás demostrando la ley universal de Dios. Esta enfermedad o esta desarmonía es irreal porque Dios es Amor. Él es Todo-en-todo, la Verdad universal. Esto es verdad para todos, y, por lo tanto, es verdad para mí.

¡Y eso es un ministerio! Es decir, que en tu familia, o cuando estás en contacto con la comunidad, o en cualquier parte, tú no estás tratando de salir con anteojeras y pensar: “No quiero ver o escuchar ese problema”, o “Quiero asegurarme de que puedo mantener mi propósito sagrado, mi propia unidad con Dios”. Hay que simplemente amar a Dios, el bien. Dondequiera que se presente el error —ya sea algo que alguien dijo, o algo que tú observas— declara allí mismo: “Yo voy a ver que el bien está allí mismo porque Dios está allí mismo. Él es el centro y la circunferencia de la existencia”. Eso no deja lugar para nada aparte de Dios.

Al fin y al cabo, puede que digamos: “Oh, eso no lo hice muy bien”. Es un proceso de aprendizaje, cuanto más lo valoramos, mejor lo hacemos, y no lo estamos haciendo por nuestra propia gloria. No lo estamos haciendo simplemente para nosotros mismos o nuestra iglesia, sino para la humanidad. Este ministerio es algo que cada uno de nosotros debería apreciar, y entonces no sentiremos estrés por lo que las demás personas estén pensando, y por lo que veamos en el mundo. Estamos aquí para reflejar la bondad de Dios.

En muchos sentidos, podríamos decir que todos los problemas que podamos estar enfrentando son un intento de hacernos mirar hacia adentro y empequeñecer nuestro concepto de la vida, de empequeñecer nuestro concepto de Dios. 

Así es.

Y lo que te he escuchado decir es: Sigamos recurriendo a este Dios infinito, amando más a Dios, negándonos a mirar hacia adentro.

Eso es verdad, correcto, exactamente. Jesús dijo que debemos amar a Dios con todo nuestro corazón (véase Mateo 22:37). Esto quiere decir que incluso cuando amamos a otra persona, la amamos como hijo de Dios, así que estamos amando a Dios con todo nuestro corazón. Y por supuesto, el complemento de eso es que amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. 

La gente a veces dice: “Pero yo en realidad no me quiero a mí mismo, así que ¿cómo se supone que debo amar a mi prójimo como a mí mismo?” Yo digo: “Bueno, si estás amando a Dios con todo tu corazón, eres lo que Dios te hizo que fueras. Eres la expresión del Amor, del Amor divino. Entonces, ¿cómo no te va a gustar eso?” De modo que si quieres sentirte bien acerca de ti mismo, y quieres realmente sentirte amado, ama a Dios.

Tienes que ser esa expresión.

Ama el bien que hay en tu prójimo, ama el bien en aquél que parece totalmente imposible de amar. Percibe que realmente hay amor allí, y si esa persona supiera quién es realmente, solo expresaría al Amor divino. Y ese tiene que ser el ministerio, porque si solo se tratara de amar la Ciencia Cristiana porque es lindo pensar en ella, no sería suficiente.

Haz de tu vida un ministerio de amor, y podría transformarse en la práctica pública de curación. O, puede que no, pero ya sea que seas un profesional en una gran empresa, o tengas un trabajo muy humilde, no hay ninguna diferencia; estarás en contacto con gente, de una forma u otra. Incluso si estás en un trabajo en el cual no tratas con otras personas, puedes hacerlo para beneficiar a otros, y eso es amor. Así que tu objetivo es la forma en que piensas acerca del amor; el objetivo que persigues y el espíritu del Amor que manifiestas. 

Esto nos lleva nuevamente al tema que elegiste: Para progresar, permite que Dios te guíe.

Sí.

Permite que el Amor te guíe.

En las reminiscencias de William Rathvon en We Knew Mary Baker Eddy, en la página 549, él la cita a ella, cuando dice: “La Causa no depende de un hombre o de una mujer, Dios cuidará de ella”. Me gusta eso porque no quiere decir de ninguna manera que nosotros no tengamos nada que ver con ella, sino que tenemos que permitir que Dios nos guíe. Si pensamos: “Tengo que hacer esto”, o “Tenemos que hacer esto”, “Si los miembros de nuestra iglesia tan solo hicieran esto”, o “Si mi familia simplemente hiciera aquello”; la Causa no depende de ello. Depende de que Dios guíe mi pensamiento, y que yo abrace a la iglesia y abrace a la humanidad. Eso es progreso, y cuando pones la levadura en el pan, nunca la vas a sacar de allí. La Ciencia Cristiana ha sido plantada en la consciencia humana. Y está haciendo su trabajo.  

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