Como a tantas personas, la promesa de que las cosas pueden mejorar me ha alentado en momentos difíciles. La perspectiva de tener un trabajo más satisfactorio, un hogar más confortable, de dejar los viejos hábitos, de llevarnos mejor con nuestros padres políticos o un compañero de trabajo, pueden formar parte de lo que es para nosotros un futuro mejor. Pero ¡no queremos que esas esperanzas permanezcan en el futuro!
Como afirma San Pablo: “He aquí ahora el día de salvación” (2° Corintios 6:2).
Podríamos interpretar esto como que siempre tenemos a nuestro alcance la oportunidad de obtener salvación, lo cual es muy alentador. Sin embargo, también podríamos comprender una verdad mucho más amplia respecto a la salvación: que el hecho de que la salvación esté a nuestro alcance ahora mismo, redime el pasado y hace que el futuro sea una certeza, pues nos eleva para que comprendamos la perfección de Dios que está presente eternamente. Vislumbrar esta perspectiva puramente espiritual acerca de la salvación, cambia nuestra forma de pensar, lo que a su vez cambia nuestra forma de vivir y trae progreso en nuestra demostración de la realidad.
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