Encontré la Ciencia Cristiana hace casi 20 años. De a poco comencé a estudiar la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana, compuesta por pasajes tomados de la Biblia y de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Empecé a tener curaciones físicas, y a encontrar soluciones para los problemas que estaba enfrentando, entre ellos, encontrar un hogar y provisión adecuados. Además, asistía más regularmente a los servicios religiosos de un grupo de la Ciencia Cristiana en Luanda, que hoy es Segunda Iglesia de Cristo, Científico, Luanda.
Por ese entonces, tuve una curación que significó mucho para mí.
En aquella época, yo todavía ingería bebidas alcohólicas. Era sábado y había pasado mucho tiempo bebiendo con amigos.
Estábamos en medio de la temporada de lluvias y había muchos charcos en las calles, algunos de ellos muy anchos y profundos. Para poder cruzarlos, las personas caminan sobre bloques hechos de concreto que están puestos encima de los charcos.
Yo estaba cruzando uno de esos charcos, cuando resbalé al pisar sobre los bloques. Uno de ellos se rompió y caí al agua y pisé algo afilado, quizás un trozo de vidrio. Llevaba puestas unas chanclas, y me corté el dedo gordo del pie izquierdo. Sin embargo, como estaba ebrio, en ese momento simplemente me levanté y me fui a casa sin notar lo que había pasado.
En realidad, no me di cuenta de lo que pasó hasta el día siguiente, cuando desperté. Vi las manchas de sangre por todo el suelo y sentí un fuerte dolor en el pie izquierdo. Cuando lo miré, me di cuenta de que estaba gravemente herido y tenía un corte profundo.
Se hizo muy evidente para mí que en la realidad divina —la única realidad que en verdad existe— yo nunca había estado en una situación de peligro.
Vi esto como una oportunidad para poner en práctica lo que había estado estudiando en la Ciencia Cristiana. Lavé la herida solamente con agua y empecé a orar.
En la Biblia leemos: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27). Oré para reconocer que el hombre, como idea de Dios, es perfecto y nunca está separado de Dios; que el hombre es totalmente espiritual, porque es la expresión misma de Dios, el Espíritu divino.
Como no podía ponerme zapatos cerrados, llevaba puestas chanclas. La lesión era visible, de modo que las personas se preocupaban por la apariencia del dedo y me recomendaban que fuera a un hospital para que lo trataran. Pero esto no me asustó. Cada vez que escuchaba un comentario negativo, afirmaba en oración mi verdadera naturaleza espiritual y perfecta, a imagen y semejanza de Dios.
Por medio de mi dedicado estudio diario de la Lección Bíblica y mediante la lectura de El Heraldo de la Ciencia Cristiana, empecé a comprender mejor que Dios es Amor infinito y que solo la armonía puede manifestarse en nosotros. Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Cuando ocurre un accidente, piensas o exclamas: ‘¡Estoy herido!’ Tu pensamiento es más poderoso que tus palabras, más poderoso que el accidente mismo, para hacer real la lesión” (pág. 397). Fue muy evidente para mí que en la realidad divina —la única realidad que en verdad existe— yo nunca había estado en una situación de peligro. Por lo tanto, no podía estar experimentando los efectos de un accidente, tal como una lesión dolorosa.
Tres días después la herida había sanado por completo y podía caminar cómodamente con zapatos cerrados. Esta curación fue permanente y no me ha quedado ninguna cicatriz.
A medida que continué con mi dedicado estudio de la Ciencia Cristiana, comencé a comprender que no necesitaba medios materiales, como el alcohol, para tener valor y sentirme feliz. El deseo de ingerir bebidas alcohólicas disminuyó naturalmente, y estuve cada vez más interesado en ocupar ciertos puestos en el grupo de la Ciencia Cristiana, al que ahora asisto regularmente, los cuales requerían que fuera miembro de La Iglesia Madre.
Puedo decir con alegría que tres meses más tarde, había dejado el alcohol por completo. Envié mi solicitud para convertirme en miembro de La Iglesia Madre y fui aceptado. A lo largo de los años he servido en diferentes puestos en mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico, y me siento cada vez más bendecido por realizar este trabajo santo.
Masivi Lukala Eduardo, Luanda