Desde chica asistí a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, donde me encantaba aprender sobre mi identidad espiritual y que Dios siempre me mantiene protegida y a salvo.
Todas las mañanas estudio la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana, y oro por mí misma, sabiendo que solo Dios me dirige y gobierna. Oro para saber claramente que soy la imagen perfecta de Dios, y que soy receptiva a Sus ideas, a todo el bien que Él tiene para nosotros. Le agradezco por todo el bien que tengo, desde lo más pequeño, hasta lo más grande, sabiendo que el Amor divino tiene sólo abundancia para cada uno de Sus hijos.
He comprobado que es muy importante orar por nosotros mismos primero, cada día. Cuando nuestro pensamiento está espiritualmente elevado, y de pronto enfrentamos alguna situación difícil, con toda naturalidad, nos volvemos a Dios, la Mente infinita, y recibimos las ideas espirituales que necesitamos para sanar el problema. He podido comprobar esto en muchas ocasiones, y me gustaría compartir dos de ellas.
Un día, fui al gimnasio con una amiga. Cuando terminé mi rutina de ejercicios, me quedé acompañándola sentada en un aparato del gimnasio ejercitando las piernas sin prestarle atención, mientras charlaba con ella. Cuando terminó quisimos elongar y sentí un tirón muy fuerte en una pierna. El dolor era intenso y el profesor del gimnasio me dijo que me había pasado con el peso y la cantidad de ejercicio, y posiblemente me había desgarrado un músculo. Me dijo que me sacara una radiografía y consultara con un traumatólogo.
Me costó mucho volver a casa caminando, pero no le di importancia. Esa noche me desperté varias veces por el dolor. A la mañana siguiente, vi que tenía algunos moretones. Sentí que no podía aceptar que me había desgarrado, entonces me puse a orar.
A mí me gusta orar con los sinónimos de Dios: Principio, Espíritu, Vida, Verdad, Amor, Alma y Mente (véase Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, pág. 465). Pienso en Su omnipresencia, que Dios es Todo-en-todo, y yo soy el reflejo espiritual de la Vida perfecta. En la situación que enfrentaba, oré para saber que no podía haber ninguna parte de mi identidad que no expresara una armonía completa. Comenzaron a venirme ideas muy inspiradas, entre ellas, que cuando trabajamos y oramos estamos avanzando en la comprensión del Espíritu, y nada puede interrumpir ese progreso.
Cuando terminé de orar reanudé mis tareas habituales, y de pronto me di cuenta de que hacía mucho que no sentía dolor alguno. Aquella noche, ya no tenía ningún moretón.
En otra ocasión, salí con mis padres de vacaciones en coche, y tomamos la autopista rumbo a la costa. Ese día estaba lloviendo mucho. Mis papás iban charlando muy tranquilos, y yo iba en el asiento de atrás consultando mi celular, y tratando de dormir un poco. De pronto el auto patinó, y mi padre exclamó: “Estamos en el aire”. En ese instante yo grité: “¡Dios, ayúdanos! ¡Diosito mío, protégenos!”
El auto comenzó a dar tumbos fuera de control, pero yo me sentía segura, tenía la certeza de que Dios nos estaba protegiendo. Entonces el coche rodó por el pasto varias veces. Yo solo pensaba que Dios estaba ahí presente.
Cuando el auto finalmente se detuvo, yo fui la última en salir, y enseguida pude ver que mis padres estaban a salvo. Nos abrazamos en ese momento y reconocimos que debíamos estar agradecidos porque, sin duda, el Amor divino nos había protegido.
Cuando la compañía de seguros verificó el estado del vehículo determinó la destrucción total, y todas las personas al ver el coche creían que los ocupantes estaban gravemente lesionados, o incluso muertos. Lo cierto fue que nosotros no tuvimos ni siquiera un raspón.
Esa noche, luego de regresar a Rosario, nos recomendaron por el seguro hacernos estudios médicos. Nos tomaron radiografías y tomografías, las cuales mostraron que estábamos completamente sanos.
Estoy muy agradecida por estas demostraciones de la protección que Dios nos brinda en todo momento.
