La alegría de la Pascua es el triunfo del amor sanador de Dios sobre la enfermedad, el pecado y la muerte.
En la época en que todo el mundo cristiano conmemora la tragedia de la crucifixión de Jesús, es importante no perder de vista la alegría de la Pascua. La resurrección y ascensión de Jesús coronan la época de la Pascua con renovada esperanza, con la promesa de la vida eterna.
El Hijo de Dios soportó la cruz para que pudiéramos creer en Dios, quien es su Padre y nuestro Padre. Toda la misión sanadora y redentora de Jesús tuvo el propósito de liberar a la humanidad de los pecados de la carne y de todo sufrimiento, demostrando la filiación, o unidad, con Dios.
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