La forma de combatir toda influencia nociva que pueda cruzar en cualquier momento nuestro camino, es comprender —y estar consciente— de la totalidad de la Mente divina, Dios, y reconocer la indivisibilidad inherente de esa Mente y de Su idea, el hombre. Cuando damos constantemente nuestro consentimiento para permitir que solo la inteligencia infinita que es Dios tenga influencia sobre nosotros, demostramos naturalmente una mayor claridad de pensamiento y acción. Eso nos capacita para reconocer las influencias negativas y nocivas de la creencia mortal —que no nos pertenecen porque somos el reflejo espiritual de Dios, el hombre— así como para percibir su impotencia y expresar dominio sobre ellas. El Cristo, la influencia siempre presente de Dios, y nuestro más querido consejero, ilumina nuestro camino con el amor salvador de Dios, y es la única influencia real y perdurable de nuestro tiempo.
Es sabiduría pura cuidar de nuestros propios pensamientos, de estar tan conscientes de la omnipotencia del Amor divino, que no podamos ser hipnotizados por el mal con sus muchos disfraces. A cada momento, tenemos la opción de volver nuestro pensamiento hacia Dios. Cuando lo hacemos, nos estamos valiendo de la apacible y afectuosa presencia del Amor divino.
En mi propia experiencia, en tan solo un día, me liberé de un problema físico del que había estado padeciendo por muchas semanas, cuando tomé consciencia de que estaba hipnotizada (en este caso se trataba de una falsa suposición acerca de mí misma), suposición que yo había permitido que permaneciera en mi pensamiento, y hasta la justificaba. En el momento que tomé consciencia de la imposición mental que alegaba la presencia y el poder del mal, percibí claramente que dicha noción era totalmente falsa, y comenzó la curación. Me sentí inundada por la luz del Cristo. No hubo necesidad de persuadirme de que debía cambiar mi perspectiva, más bien, acepté una comprensión espiritual más refinada acerca de mí misma, y permití que llenara mi consciencia. Y así como la luz del amanecer dispersa la oscuridad sin tener que luchar, me embargó una renovada percepción de mi naturaleza como el efecto de todo lo que Dios es. Al término de ese día, todas las indicaciones de la enfermedad habían desaparecido por completo.
En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras leemos este consejo: “La proporción en que aceptamos las reivindicaciones del bien o las del mal determina la armonía de nuestra existencia, nuestra salud, nuestra longevidad y nuestro cristianismo” (Mary Baker Eddy, pág. 167). En mi caso, cuando la creencia mesmérica fue definitivamente eliminada de mi pensamiento, lo mismo ocurrió con la evidencia de dicha creencia. En realidad, solo hay una causa, la Mente divina, Dios, y un solo efecto, que es solo bueno. El temor, la ignorancia y el odio son algunos de los estados subjetivos del pensamiento mortal contra los cuales necesitamos protegernos. Pero a medida que permitimos que el Cristo, la Verdad, llene nuestra consciencia, estas influencias se vienen abajo; demostramos ser sabios y aplicamos una sólida atención a la salud, curativa y preventiva. Cuando nuestro pensamiento cambia de las influencias mortales a la realidad divina, el poder del Amor, esto hace que despertemos de toda creencia material hipnótica bajo la cual podamos estar penosamente obrando, y percibamos su naturaleza ilusoria.
Estar despierto y mantenerse despierto para guardar solo los pensamientos que se originan en Dios, es tan importante hoy como siempre ha sido. La variedad de fuentes de información que nos ponen por delante a diario, ha crecido exponencialmente en esta era de los medios de comunicación electrónicos. Es importante recordar que, el hecho de ver o escuchar algo a través del internet o de las ondas aéreas, no quiere decir necesariamente que sea cierto. También debemos estar alertas a cualquier comunicación que intente alentarnos a hacer circular inconscientemente opiniones que podrían ser dañinas para otras personas.
La Sra. Eddy tuvo que lidiar con estudiantes de la Ciencia Cristiana que permitían ser influenciados erróneamente. Julia Johnston, una Científica Cristiana que conocía a la Sra. Eddy, escribe acerca de una de las experiencias que en sus comienzos tuvo Mary Baker Eddy con sus estudiantes, y luego describe cómo la enfrentó: “Esta, y otras experiencias similares, revelaron la necesidad de equipar a sus alumnos para que se defendieran del mesmerismo. En la Biblia la Sra. Glover [que posteriormente sería la Sra. Eddy] buscó la seguridad que ofrecen la totalidad y unicidad de la Mente divina infinita, para poder confirmar que la creencia en muchas mentes que se agobian unas a otras es totalmente irreal. Su búsqueda fue recompensada. De la vida del Maestro ella obtuvo la comprensión de que el mal no puede utilizar al hombre como un agente, o una víctima, porque el hombre está por siempre gobernado por la sola y única Mente, Dios, la cual ‘no puede ser tentad[a] por el mal, ni [ella] tienta a nadie’ [Santiago 1:13]. La infinitud del bien como Mente, implica que la mentalidad maligna es irreal. Esta verdad fue de invalorable ayuda para ella en los años que siguieron” (Mary Baker Eddy: Her Mission and Triumph, págs. 42–43).
No siempre es fácil reconocer las influencias mentales dañinas,especialmente cuando fingen ser nuestras nociones preconcebidas sobre esto o aquello. La mentalidad mortal incluso puede engañarnos para que tengamos una postura defensiva y estemos de acuerdo con lo que erróneamente se nos presenta en el pensamiento: “No puedo evitar sentirme así” o “¡Esto es importante! ¡Esta es la única forma correcta de considerar esto!” Si vemos que nos cuesta avanzar, o que estamos luchando para hacernos entender o que acepten nuestra posición, es sabio dar un paso atrás mentalmente y orar para apoyarnos en la totalidad de la Mente divina con un corazón receptivo. Esto abre la puerta al Cristo, la expresión eterna de la naturaleza de Dios, la cual entra en el pensamiento como la luz en un cuarto oscuro, a través de la rajadura de una puerta. En cada caso, lo que combate la influencia de la supuesta mentalidad mortal, es la acción del Cristo. Nunca tenemos que participar en una lucha de voluntades, ya sea dentro de nosotros mismos o con otros. Solo la Mente divina única tiene el derecho o la habilidad para gobernar a alguien, y esta Mente es siempre apacible, jamás busca contienda. La humildad de dar un paso atrás y recurrir sinceramente a la completa totalidad de Dios, es liberador.
La Ciencia Cristiana revela el antídoto contra la influencia mortal. Ceder a la totalidad, la exclusividad, de la Mente divina, nos capacita para sentir que somos inseparables de la inteligencia divina. El hecho de mantener mentalmente esta norma, hace que reconozcamos el hecho absoluto de que no existe ninguna mentalidad separada que pueda hipnotizar o ser hipnotizada, ninguna mentalidad para engañar o ser engañada. No hay nadie que pueda ser un manipulador o ser manipulado. Y puesto que Dios le ha dado dominio al hombre, Su expresión, el hombre no es dominado ni puede dominar. Estar consciente de esta ley absoluta de la Mente divina en toda instancia, es el verdadero despertar a la realidad que nos capacita cada vez más para pensar nuestros propios pensamientos, que provienen directamente de Dios. Esta es la base para que el pensador cristianamente científico sea un agente sanador que contribuye a despertar el pensamiento. Capacita a cada uno para vivir naturalmente en obediencia a la instrucción de Cristo Jesús: “Mirad que no seáis engañados” (Lucas 21:8).
Es propio de nuestra naturaleza estar conscientes de los pensamientos cuya fuente es Dios, que están bendecidos y bendicen. Esta es la evidencia del Cristo, que está por siempre presente con nosotros y nos revela nuestra naturaleza eterna y la norma divina de nuestra existencia que nos mantiene firmes, nos fortalece, nos guía, nos inspira y lleva a la curación.
Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Septiembre de 2016.
