Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana resuelven de manera absoluta y completa, la alusión que hacen las Escrituras de que Dios es Todo-en-todo. Totalidad significa que Dios está en todas partes y lo incluye todo. Al aceptar literalmente la ulterior declaración bíblica de que nada existe aparte de Dios, la Ciencia Cristiana revela que la totalidad de Dios no deja espacio o lugar alguno donde aquello que es desemejante a Dios u opuesto a Su presencia, pueda manifestarse como hecho o realidad.
Al reflexionar sobre las Escrituras, Mary Baker Eddy, quien descubrió y fundó la Ciencia Cristiana, percibió que Dios es Mente, Mente divina e infinita, y comprendió que por ser Mente infinita e ilimitada, la consciencia que tiene Dios de Su propia infinitud debe estar presente en todos lados y en todo Su universo. Además, puesto que la naturaleza de Dios es buena y sólo buena, por lógica debe llegarse a la conclusión de que la existencia del mal, o la falta del bien, en todos sus aspectos, no puede manifestarse como una experiencia real o verdadera.
Esta conclusión se aparta radicalmente de las declaraciones teológicas que insisten en que el mal fue creado por Dios, o que Él lo permite por razones y propósitos que los mortales no entienden. Mediante la Ciencia Cristiana, el pensamiento se eleva de un sentido dual de la existencia, donde se supone que Dios y el hombre conocen el mal, de una creencia en un mundo donde el bien y el mal se mezclan y luchan entre sí, a la comprensión de que Dios es la Mente divina, la cual está presente en todas partes, y no conoce mal de ninguna clase.
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