Al considerar que es y que no es sustancia, sería útil determinar qué queremos decir con sustancia. Por lo general, se considera que la sustancia es la parte esencial, la esencia, de una cosa. Y si por cosas queremos decir objetos físicos —cualquier cosa que se percibe o se sabe que ocupa un espacio— tal vez, materia sea una palabra tan buena para denominar la sustancia de esos objetos, como cualquier otra. Pero sigue siendo meramente una palabra.
Si estuviéramos considerando un universo compuesto de objetos físicos y relacionando estos objetos con lo que llamamos materia, entonces sería realmente muy difícil negar que la materia sea sustancia.
Sin embargo, si estamos considerando un universo que es infinito, uno que no tiene nada que ver con el espacio y el tiempo, uno que no incluye ni un solo elemento destructivo, entonces debemos estar considerando un universo cuya sustancia sería adecuadamente denominada Espíritu. Los objetos incluidos en dicho universo serían espirituales, de modo que se llamarían ideas. Como tales, no ocuparían ningún espacio y no estarían asociados de ninguna manera con el tiempo. No se pensaría en ellos en términos de “entonces” o “allí”, sino en términos de “ahora” y “aquí”, como identidades espirituales conscientes. ¿Existen entonces dos universos, uno compuesto de objetos físicos o cosas, y otro de ideas espirituales? Veamos.
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