El estudio de la Biblia y la obediencia a sus enseñanzas mediante la práctica de lo que se nos enseña, traen libertad. Esta libertad no es solo para uno mismo, sino para todos. Es una liberación de las leyes materiales que se nos imponen y restringen hasta que son expuestas y se revela que no tienen autoridad, y dejamos de cumplirlas.
En la Biblia, el apóstol Pablo dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2). The Message de Eugene Peterson interpreta el pasaje de esta manera: “No te adaptes tan bien a tu cultura que te ajustes a ella sin siquiera pensar. En cambio, fija tu atención en Dios. Serás cambiado de adentro hacia afuera. Reconoce fácilmente lo que él quiere de ti y responde rápidamente a ello. A diferencia de la cultura que te rodea, arrastrándote siempre hacia su nivel de inmadurez, Dios saca de ti lo mejor, desarrolla una madurez bien formada en ti”.
Crecí en un país donde había más de diez culturas diferentes, y hace muchos años el gobierno creía que la mejor manera de avanzar era que estas numerosas culturas y razas se desarrollaran por separado. Llamaron a esto apartheid o “separación”.
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