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Sobre suelas, almas y el Alma, y superar el estrés

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 25 de abril de 2022


“¡Cortaron las almas [en inglés soles] en pedacitos!”, proclamó con entusiasmo la publicación en las redes sociales.

Era más humorístico que nefasto: un error homófono en la descripción de un programa de reciclaje para suelas de zapatos desgastados. Aun así, después de leerlo, no podía sacarme de la cabeza la idea de las almas [en inglés souls] cortadas, porque parecía como que me podía identificar con ella.

Durante algún tiempo, varias responsabilidades me habían estado empujando en tantas direcciones diferentes a la vez que me sentía totalmente fragmentada. Todas eran actividades que valían la pena y en las que me encantaba participar, pero parecía haber llegado al límite. Hasta tratar de descubrir cómo arreglar la situación me resultaba abrumador.

Entonces me vino otro pensamiento: “¡Saca provecho de esto!”.

Esta aparente inconsecuencia no podría haber sido más relevante. Me hizo pensar en el concepto de alma de una manera más expansiva. En mi estudio de la Ciencia Cristiana, aprendí sobre el Alma con A mayúscula, es decir, el Alma divina, otro nombre para Dios.

Esta Alma divina, por ser Dios, es supremamente poderosa. De hecho, realmente existe solo un Alma (me atrevo a decir ... el Alma única). Y es infinita. Es inquebrantable. Es completamente buena. Es el Espíritu puro. Nunca puede estar tensa, sobrecargada ni astillada.

Mary Baker Eddy, una seguidora de Cristo Jesús y descubridora de la Ciencia Cristiana, lo expresa así en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Alma es sinónimo de Espíritu, Dios, el Principio creativo, gobernante, infinito, fuera de la forma finita, al cual las formas sólo reflejan” (pág. 71).

Pero ¿qué tiene que ver la naturaleza de Dios como Alma con nosotros, o con nuestra vida cotidiana?

Todo, en realidad. Llega al corazón de lo que somos, de lo que somos capaces. Porque es el Alma, Dios, la que crea y mantiene nuestra misma esencia e individualidad. No como mortales condenados a una existencia volátil, o incluso como mortales con algún tipo de elemento espiritual dentro de nosotros a la espera de ser liberado. Nuestra verdadera naturaleza no es mortal en absoluto; somos el reflejo puramente espiritual del Divino. El Alma infinita única se expresa en nosotros.

Esto significa que nuestra existencia es, como la de Dios, ininterrumpida. No hay ruptura o pausa en la alegría, la fortaleza, la sabiduría, la bondad y la paz derivados del Alma que son la esencia misma de lo que somos. Es como un sol que nunca se pone. De hecho, Ciencia y Salud da esta definición espiritual para “sol”: “El símbolo del Alma gobernando al hombre, de la Verdad, la Vida y el Amor” (pág. 595).

Abrazar esta realidad espiritual nos permite sentir en gran medida el gobierno del Alma de manera más tangible.

Eso es lo que experimenté. Mientras oraba para saber más sobre el Alma con A mayúscula, el estrés que me había estado abrumando desapareció. Durante las semanas siguientes, descubrí que era capaz de lograr hacer todo lo que necesitaba, a tiempo y con tranquilidad. Finalmente, mediante la continua oración, me sentí guiada a renunciar a una función en particular, y me vino la inspiración de cómo y cuándo hacerlo con gracia, sin dejar a los demás abandonados.

En cada momento, podemos abrazar de todo corazón la luz sanadora y restauradora del Alma que resplandece sobre y dentro de nosotros, constante, infinita y totalmente. 

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