El estatuto “Enfermeros de la Ciencia Cristiana”, en el Manual de La Iglesia Madre (pág. 49), comienza con las palabras “Un miembro de La Iglesia Madre...”. Así que la historia de la enfermería de la Ciencia Cristiana es realmente una historia de individuos, hombres y mujeres cuyas leales vidas ilustran la sabiduría y la autoridad del Estatuto que Mary Baker Eddy introdujo hace 100 años.
He aquí un ejemplo brillante: Carolyn Hill, de Silver Spring, Maryland, cuenta la historia de cuando su madre, a la edad de siete años, sufrió quemaduras graves. En ese entonces, en 1917, su mamá había salido de la bañera una noche y se sentó en un radiador de vapor caliente, quemándose gravemente. La abuela de Carolyn, gerente del edificio de apartamentos de Oakland, California, donde vivían, recordó que uno de los inquilinos era una enfermera. Envió a su hijo arriba para pedirle que viniera de inmediato. Lo que no se dio cuenta fue de que esta vecina era una enfermera de la Ciencia Cristiana, lo que significaba que, ante todo, estaba preparada para demostrar su comprensión de la Ciencia Cristiana. Según la madre de Carolyn, cuando llegó la enfermera de la Ciencia Cristiana hubo tal sentimiento de amor en la habitación, que su madre fue sanada de inmediato. Hoy en día, Carolyn es enfermera de la Ciencia Cristiana.
“Se requiere valor para enunciar la verdad...” (Ciencia y Salud, pág. 97), y nadie necesita pronunciar la verdad con más firmeza o seriedad que aquel que enfrenta imágenes vívidas de enfermedad y urgencia. Una de las cosas más valientes que los enfermeros de la Ciencia Cristiana han hecho a lo largo de las décadas es insistir, ante un sistema médico cada vez más tenaz, en que los enfermos pueden ser sanados sin remedios materiales y que pueden ser atendidos por un enfermero sin adoptar teorías y prácticas médicas. Hay una manera de brindar atención basada en principios espiritualmente científicos. Este método de enfermería entraña sabiduría y discernimiento espirituales. Y apoya la curación espiritual, donde los enfoques materiales la perjudicarían.
La enfermería de la Ciencia Cristiana no es tanto una profesión de habilidades y procedimientos humanos como un compromiso con el desarrollo progresivo, tanto en el pensamiento del enfermero como en el del paciente, del cuidado perpetuo de Dios para todos bajo toda circunstancia. Los enfermeros de la Ciencia Cristiana están atentos y responden a los impulsos del Amor divino, y luego expresan ese Amor de maneras tangibles.
La enfermería en sus principios
La actividad de cuidarse unos a otros es atemporal. Por ejemplo, el cuidado tierno por los demás se registra en toda la Biblia. Y en su sentido más amplio, la enfermería ha sido practicada durante siglos por madres, padres, tías, vecinos y amigos alrededor del mundo. Algunos informes en los primeros números del Journal y el Christian Science Sentinel hablaban de Científicos Cristianos que se brindaban mutuamente atención práctica de enfermería. Luego, el Christian Science Sentinel del 21 de noviembre de 1908 anunció un nuevo Estatuto de la Iglesia: “Enfermeros de la Ciencia Cristiana”, que tiene solo dos oraciones.
“Un miembro de La Iglesia Madre que se acredite como enfermero o enfermera de la Ciencia Cristiana, deberá tener un conocimiento demostrable de la práctica de la Ciencia Cristiana, comprender a fondo la sabiduría práctica necesaria respecto al cuarto de un enfermo, y que pueda cuidar bien del enfermo.
“Los nombres de tales personas pueden publicarse en The Christian Science Journal según las reglas establecidas por los editores” (Manual de la Iglesia, pág. 49).
A los tres meses, cinco enfermeras de la Ciencia Cristiana se anunciaban en el Journal. Un año después, el número había ascendido a 49.
En cualquier discusión sobre el Estatuto de los Enfermeros de la Ciencia Cristiana, es útil considerar la descripción de Mary Baker Eddy del génesis de todos los Estatutos de la Iglesia: “No fueron ni opiniones arbitrarias ni exigencias dictatoriales como las que una persona pudiera imponer a otra”, escribió. Y continuó: “Fueron impulsados por un poder impersonal; fueron escritos en distintas épocas y según lo exigían las circunstancias. Surgieron de la necesidad, la lógica de los acontecimientos, —de la urgencia apremiante que de ellos había, como una ayuda necesaria para mantener la dignidad y defensa de nuestra Causa; de ahí su base sencilla y científica, y los detalles tan necesarios para demostrar la Ciencia Cristiana genuina, que harán por la raza lo que las doctrinas absolutas destinadas a las generaciones futuras quizás no logren” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 148).
El Estatuto de los Enfermeros de la Ciencia Cristiana proporcionó el fundamento: el detalle necesario y la “base sencilla y científica”. Dependía de los miembros de la iglesia construir sobre esa base y resolver los detalles restantes indispensables para poner en práctica el Estatuto. Claramente, la credencial más importante que un enfermero de la Ciencia Cristiana necesitaba era este “conocimiento demostrable de la práctica de la Ciencia Cristiana”. Para 1908, Mary Baker Eddy había pasado varias décadas estableciendo una infraestructura para cultivar este “conocimiento demostrable”. Ciencia y Salud, el Manual de la Iglesia y la instrucción de clase Primaria fueron algunas de las herramientas esenciales que estableció a fin de preparar a las personas para demostrar la Ciencia Cristiana, y ciertamente allanan el camino para la práctica del enfermero de la Ciencia Cristiana.
Territorios desconocidos
El Estatuto de los Enfermeros de la Ciencia Cristiana también requería “la sabiduría práctica necesaria respecto al cuarto de un enfermo” y “que pueda cuidar bien del enfermo”. ¿Significaba esto sabiduría, de acuerdo con las normas del mundo, o la ética de la práctica de la Ciencia Cristiana exigía algo completamente diferente? Los Científicos Cristianos tuvieron que lidiar con el hecho de que el Estatuto no venía con un manual de procedimientos o un experto establecido para decirles cómo debía ser este “cuidar bien”.
Muchos de los primeros enfermeros de la Ciencia Cristiana que aparecieron en el directorio del Journal confiaron en su propia experiencia de vida y en su oración para ser guiados en el cuidado de aquellos que necesitaban su ayuda. Pero desde el principio, otros miembros sintieron la necesidad de capacitarse, y los sanatorios de enfermería de la Ciencia Cristiana proporcionaron un medio para esta capacitación. El primer sanatorio, la Christian Science Benevolent Association (BA), abrió sus puertas cerca de Boston en 1919, bajo la supervisión de la Junta Directiva de la Ciencia Cristiana. Al cabo de dos años tenían listo un sistema de capacitación informal.
Un paso significativo, que jugó un papel importante en la configuración del curso de la enfermería de la Ciencia Cristiana, se dio cinco años después. En 1926, la Junta Directiva nombró un comité de Científicos Cristianos, dos ex médicos y una ex enfermera médica, para revisar el estado de la enfermería. Entre 1927 y 1929, el BA estableció un programa sistemático de capacitación de tres años basado en el plan de estudios recomendado por este comité. En 1930, La Iglesia Madre abrió un segundo sanatorio en San Francisco: la Christian Science Benevolent Association en la costa del Pacífico (ahora conocida como Arden Wood). En 1932, los dos BA enseñaban desde el mismo plan de estudios. Entre 1968 y 1972, La Iglesia Madre tomó medidas para estandarizar la capacitación para todos los sanatorios mediante la acreditación de la capacitación de enfermeros. (En la década de 1970, La Iglesia Madre entregó la operación de las dos BA a sus campos locales.)
Cuatro escuelas de enfermería, ubicadas en Boston, Massachusetts; San Francisco, California; Princeton, Nueva Jersey; y Londres, Inglaterra, se convirtieron en las únicas escuelas de formación autorizadas. Ofrecían un programa de tres años con capacitación práctica y clases del Arte de la Enfermería, Alimentos, Ética, Apósitos, Vendajes, Primeros Auxilios, Enfermería Visitante, Supervisión, Enfermería Obstétrica, Atención Privada y Ética de Campo, Comunicaciones, Lectura en Voz Alta y Oratoria.
“Cambio climático”
Para 1972, el clima de atención médica del mundo había cambiado drásticamente desde aquel en el que se había introducido el Estatuto de los Enfermeros de la Ciencia Cristiana unos 64 años antes. “Cuidar bien del enfermo”, al menos a los ojos del mundo occidental, había llegado a significar cuidado institucional. La enfermería tradicional de cabecera se había convertido en una profesión altamente técnica y altamente regulada, que requería certificación y licencia estatales. Los sanatorios de enfermería de la Ciencia Cristiana ahora tenían más en qué pensar que solo la “sabiduría práctica necesaria respecto al cuarto de un enfermo”. Tenían que abrirse paso a través de capas de regulaciones. Muchas de ellas requerían normas razonables de seguridad y limpieza. Otras afectaban la esencia misma de la práctica de la Ciencia Cristiana. Los Comités de Publicación de la Ciencia Cristiana de todo el mundo trabajaron para moderar los esfuerzos legislativos por establecer la atención médica y el tratamiento tradicionales como la única opción viable disponible para el público. Por ejemplo, los archivos de la Iglesia incluyen resmas de correspondencia de cuando, en la década de 1920, el Comité de Publicación en Inglaterra aseguró una enmienda que permitía a los Científicos Cristianos operar “Casas de la Ciencia Cristiana” libres de supervisión médica. Historias similares se registran en Alemania, Suiza, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y en muchos estados de los Estados Unidos. Estos Comités se encuentran entre los héroes anónimos de la enfermería
A lo largo de estas décadas de cambio, encontramos una tendencia inequívoca a alejarse de la enfermería de “servicio privado”: enfermeros individuales de la Ciencia Cristiana que cuidan a otros en sus hogares. Para 1985, más del 75 por ciento de los enfermeros que se anunciaban en el Journal estaban empleados por sanatorios o uno de los muchos Servicios de Enfermería de la Ciencia Cristiana Visitante que habían surgido en las principales ciudades de América del Norte, Europa, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda. La enfermería de la Ciencia Cristiana había alcanzado un alto nivel de organización, eficiencia y conveniencia. Pero ¿estaba a la altura de su potencial espiritual?
Se eliminan las capas
En 1985, unos 75 años después de que se introdujera el Estatuto, la Junta Directiva de la Ciencia Cristiana encargó una revisión exhaustiva de la enfermería de la Ciencia Cristiana. Un consultor especial contratado por la Junta Directiva de la Ciencia Cristiana dio la vuelta al mundo dos veces para hablar con cientos de enfermeros, practicistas y miembros de la junta de organizaciones de enfermería de la Ciencia Cristiana, invitándolos a compartir su visión de la enfermería de la Ciencia Cristiana.
Al término de dos años, la Junta Directiva publicó una declaración en forma de folleto titulada “El fundamento para la Enfermería de la Ciencia Cristiana”, el cual finalmente trajo consigo reformas significativas. Las primeras páginas establecen el tono de lo que siguió: “La función del enfermero de la Ciencia Cristiana se basa en un fundamento que es espiritualmente sólido. El Estatuto del Manual de la Iglesia para el enfermero es la piedra angular de este fundamento. … En su contexto más amplio y significado más profundo, este Estatuto se aplica a todos los miembros de La Iglesia Madre”. El folleto continuó discutiendo cada aspecto del Estatuto, examinando cada palabra y frase, situando firmemente la práctica de la enfermería de la Ciencia Cristiana dentro de la teología de la Ciencia Cristiana.
La declaración del fundamento fue solo el comienzo. Examinar el Estatuto más detenidamente reveló cuánto se había apartado la enfermería de la Ciencia Cristiana de sus sencillos comienzos. Había llegado el momento de que las capas del pensamiento institucional y enfocado en la medicina desaparecieran. Por ejemplo, ¿por qué los enfermeros de la Ciencia Cristiana usaban uniformes blancos? ¿Por qué utilizar soluciones de limpieza con ingredientes médicos activos para limpiar heridas? ¿Por qué clasificar a los pacientes como intensivos o asistidos? ¿Por qué recomendar o evitar ciertos alimentos? “¿Está esto de acuerdo con la teología de la Ciencia Cristiana?” se convirtió en la pregunta clave al revisar todos los procedimientos de la enfermería.
Gisela Kitchingman, una enfermera de la Ciencia Cristiana de Alemania, podría haber estado hablando en nombre de muchos enfermeros de la Ciencia Cristiana cuando describió lo que ocurrió al leer la declaración del fundamento por primera vez. “Sentí que mis propios pensamientos finalmente habían sido escritos. Fue como volver a casa”. ¡Realmente, la enfermería de la Ciencia Cristiana estaba volviendo a casa!
Confianza en el designio del Manual
A medida que avanzaba la revisión, los Directores quedaban particularmente impresionados por las palabras “se acredite como enfermero o enfermera”. Con el tiempo, la Iglesia había asumido la responsabilidad de capacitar a los enfermeros de la Ciencia Cristiana. Pero las palabras “se acredite” sugerían que se debe esperar que los miembros individualmente cumplan con el Estatuto a medida que la oración, la razón y la consciencia los guíen. Este fue un cambio monumental en el pensamiento, pero también era consecuente con el reiterado llamado de Mary Baker Eddy a que los miembros de la Iglesia se gobernaran a sí mismos (véase por ejemplo, Ciencia y Salud, pág. 106).
El 3 de junio de 1991, la Iglesia anunció que “... ya no se requerirá la finalización de un curso formal de estudio bajo los auspicios de La Iglesia Madre para acreditarse como enfermero de la Ciencia Cristiana…” (Carta del Secretario de La Iglesia Madre, 3 de junio de 1991). Esto significó un gran cambio, y uno no exento de controversia. Lynn Owings, Directora de Enfermería de la Ciencia Cristiana en un sanatorio en Illinois, recuerda cuando llegó el anuncio: “Honestamente, sentimos que era el final de la enfermería de la Ciencia Cristiana tal como la conocíamos. ¿Cómo se mantendrían las normas? ¿De dónde vendrían las futuras generaciones de enfermeros de la Ciencia Cristiana si no de las escuelas de capacitación?
Por supuesto, ni la capacitación ni las escuelas desaparecieron; esa nunca fue la intención de la Iglesia. La exigencia de una preparación exhaustiva se mantuvo, pero ya no había una sola forma de satisfacerla. La preparación para la enfermería de la Ciencia Cristiana podría tener lugar en cualquier lugar y en cualquier idioma. (¡Antes de esto, solo los angloparlantes podían convertirse en enfermeros de la Ciencia Cristiana!) El anuncio de la Junta efectivamente puso la aplicación del Estatuto de nuevo en manos de los miembros de La Iglesia Madre.
“Ahora, más de 15 años después, vemos la sabiduría de esa decisión”, continúa Owings. “Y creo que hoy estamos funcionando a un nivel más alto que antes. Tuvimos que dar un paso atrás y volver nuestro enfoque en la dirección correcta una vez más —recurrir a Dios, nuestra Fuente divina— entonces el resto cayó en su lugar”.
En 1993, la Junta Directiva de la Ciencia Cristiana tomó otra decisión innovadora: “... después de considerable reflexión y oración, la Junta Directiva decidió transferir la función de la Iglesia en la acreditación y certificación de estos sanatorios de enfermería para centrarse en el enfermero de la Ciencia Cristiana. (Christian Science Sentinel, October 23, 1995, p. 25). Los sanatorios han sido y siguen siendo sumamente valorados como un oasis para la curación. Sin embargo, no hay nada en el Estatuto del enfermero sobre los sanatorios, por lo que la acreditación ya no se consideraba responsabilidad de La Iglesia Madre. En cambio, The Commission for Accreditation of Christian Science Nursing Organizations/Facilities, Inc. (La Comisión), se estableció en 1997, a través de una asociación entre La Iglesia Madre y la Asociación de Organizaciones para la Enfermería de la Ciencia Cristiana (AOCSN, según siglas en inglés), un grupo comercial de centros de enfermería de la Ciencia Cristiana. La Comisión sigue ofreciendo garantías a los gobiernos, las compañías de seguros y otras partes interesadas de que las organizaciones participantes proporcionan una norma reconocida de atención de calidad y prácticas seguras.
Eva Boone Hussey, una enfermera de la Ciencia Cristiana, era directora de una de las escuelas de enfermería de la Ciencia Cristiana cuando comenzó la revisión en 1985. Hoy en día, es Gerente Senior de los Servicios del Directorio del Journal para La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana. Ella dice: “Esta fue una revisión audaz y exhaustiva, que abarcó una década. Habían pasado al menos 60 años desde que la enfermería de la Ciencia Cristiana había recibido este tipo de atención. La revisión hizo posible que muchas capas de tradición y modelos médicos fueran retirados, permitiendo que el Estatuto respirara de nuevo y cumpliera más su propósito espiritual. Esta revisión trajo consigo el entendimiento definitivo, una comprensión más clara, de que la enfermería de la Ciencia Cristiana es parte indiscutible del ministerio de curación de la Iglesia”.
Celebración del centenario
Durante 100 años, los enfermeros de la Ciencia Cristiana han estado orando y aplicando su mejor comprensión del cuidado científico y espiritual al trabajo que tienen delante. La enfermería de la Ciencia Cristiana se ha abierto camino a través de un mundo en el que se asume que la materia es real para determinar la salud y para dictar el cuidado adecuado del cuerpo. La enfermería de la Ciencia Cristiana ha desafiado esas suposiciones, y al hacerlo ha proporcionado la más elevada demostración y la forma de pensar más clara sobre el tema de la atención de la enfermería en nuestra época.
Este noviembre, los enfermeros de la Ciencia Cristiana no se reunirán en masa para celebrar el centenario del Estatuto. En realidad, harán algo mucho más notable, algo que tendrá un impacto sanador mucho más grande para la humanidad. Harán lo que hacen todos los días: Orarán. Basarán su práctica de enfermería de la Ciencia Cristiana en un Estatuto que es divinamente inspirado, atemporal, destinado a “mantener la dignidad y la defensa de nuestra Causa”. Recurrirán al Cristo para que los guíe, y al seguir al Cristo, estos dedicados enfermeros de la Ciencia Cristiana ayudarán a indicar el camino para que toda la humanidad comprenda y sienta el abrazo sanador del cuidado amoroso y constante de Dios.