La humanidad expresa hoy mucho interés por la naturaleza mental de la enfermedad y la posibilidad de suministrarle tratamiento mediante variados sistemas mentales humanos. Al aceptar la enfermedad como una realidad física, no obstante su origen mental, estos métodos tratan meramente de corregir las discordancias de la mente humana con los modos y los medios de tal mente. De manera que no pretenden tener ninguna relación con la religión.
La Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”., descubierta por Mary Baker Eddy y enseñada por ella en nuestro libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” es la religión que cura por medio de la oración de la comprensión espiritual. El propósito del movimiento de la Christian Science, de acuerdo a su Fundadora, es el de restaurar al mundo el método científico de curación que identificó al Cristianismo primitivo durante los tres primeros siglos. Y en esto ha tenido un éxito notable.
La Christian Science incluye la fe a la manera del Cristo, mas no es la curación por la fe en el sentido usual. Tampoco significa el uso del poder de la voluntad humana, a pesar de que espera ejercer el poder de la buena voluntad. Exige la purificación del pensamiento y el carácter, y este proceso a su vez ocurre y es inspirado por el amanecer de la comprensión de sus enseñanzas. La curación en la Christian Science se efectúa a través de la realización de la verdad del ser como la demostró Cristo Jesús y de la ley o poder de Dios que la apoya. Esta ley puede ser comprendida, obedecida, aplicada científicamente y demostrada prácticamente.
La Christian Science explica a Dios como Espíritu, o Principio divino, la causa única y eterna o creador, por tanto no la causa de la enfermedad o el pecado; señala que estas maldades son imágenes mentales falsas contempladas como verdaderas por la mente humana, que luego se expresan en el cuerpo; revela al hombre verdadero como el reflejo espiritual y perfecto, o semejanza de Dios, y con estas verdades destruye las creencias mortales del pecado y la enfermedad, junto con sus visibles manifestaciones exactamente donde aparentan estar, a saber, la mente mortal.
¿ Cuáles son algunos de los requisitos necesarios para un estudio fructífero? Ya que es obvio que uno tendría poca fe en un tema que no comprende, la fe en la Christian Science, aunque deseable, bien puede que le falte al principiante. Aquello que se requiere no obstante es el admitirse inteligentemente a uno mismo que un método de curación científico que ha probado ser eficáz consecuentemente más o menos noventa años y que ha merecido el aprecio y la gratitud de personas inteligentes a través de todo el mundo no es algo demasiado bueno para ser verdad.
Otro requisito razonable que se exige del principiante — especialmente si es uno de aquellos que dudan, un ateo, o uno que no ha desarrollado un sentido religioso — es que admita la posibilidad, aunque teóricamente al principio, que la Christian Science no es necesariamente trascendental o demasiado idealista para ser práctica meramente porque es una religión y porque su modus operandi no puede ser contemplado por la vista humana.
La causa mental de la enfermedad física es admitida hoy cada vez más por la mayoría de las escuelas de medicina. ¿ Porqué entonces pensar que es ilógico buscar la curación en algo aparte de lo físico o humanamente mental en vez de tornarse a Dios, la fuente misma de toda la armonía e integridad? Esto es exactamente lo que hizo Cristo Jesús, y de quien Mrs. Eddy escribe lo siguiente: “El penetraba por debajo de la superficie material de las cosas y encontraba la causa espiritual” (Ciencia y Salud, pág. 313). La Christian Science también hace lo mismo, pues es una exposición nueva y científica, en el mundo del siglo veinte, del arte de enseñar y curar de Cristo Jesús.
También es deseable para tener éxito en el estudio el percibir la simple verdad que desde que la salud, la felicidad y una vida fructífera y sin temores no son más que la evidencia del bien infinito, al principiante le es posible acercarse a la fuente misma de todas estas bendiciones en la proporción que desea que sus pensamientos armonicen con esta fuente. Esta fuente infinita es Dios, el Dador de todo bien y a quien el Apóstol Juan llamó Amor.
El Apóstol Pablo tuvo que salvar más o menos los mismos obstáculos mentales, con que hábitos de pensamiento establecidos, tales como una excelente educación secular y la enseñanza religiosa ortodoxa concernientes a un Dios personal, hecho a imagen del hombre, pretenderían obstaculizar al estudioso de hoy. Pablo habla de su propia experiencia cuando nos dice que nosotros también podemos progresar en la comprensión del Cristo sólo “poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo” (II Cor. 10:5). El deseo mismo de hacer esto nos abre el camino para comprender las declaraciones contenidas en el libro Ciencia y Salud que sanan y libran.
También es bueno que el estudiante medite acerca de la observación de Pablo (I Cor. 2:14): “El hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios; porque le son insensatez; ni las puede conocer, por cuanto se disciernen espiritualmente.”
Por cierto que estos requisitos ni son irrazonables ni están por encima de la capacidad de llevarse a cabo por cualquiera, sin tener en cuenta educación, familia, o condición física. Esto mismo es lo que hace que la Christian Science esté al alcance de todo niño, hombre o mujer que necesita su ministerio y busca sus bendiciones.
La curación espera a aquel que se dedica al estudio de la Christian Science con buena voluntad y un corazón e inteligencia sinceros, una razón espiritual alerta y con un cierto grado de respeto por aquello que ha sido probado verdadero y eficáz durante generaciones. Si recuerda siempre las palabras de nuestra Guía (ibid., pág. 10): “El buscar no es suficiente. Es el esforzarnos lo que nos permite entrar,” bien podrá poner su entera confianza en la certeza de lo que nos aseguran las Escrituras (Apoc. 3:8): “He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie podrá cerrar.”