El ser verdadero es ininterrumpido, consciente y espiritual. Su origen es el Ser Divino, el Espíritu infinito, Dios, eterno e inmutablemente perfecto e intachable.
Dios, la Mente divina, está perpetuamente desenvolviendo Sus ideas, y estas perfectas ideas espirituales constituyen el universo y el hombre espirituales. Dios, la Mente, no puede concebir ideas desemejantes a Sí mismo. De modo que el Principio impecable y perfecto de todo ser puede producir sólo una creación sin tacha e irreprochable.
El hombre, la imagen y semejanza espiritual de un Padre perfecto, no incluye cualidad o condición que sea merecedora de reproche, censura o culpa. Es tan imposible identificarle con aquello que es imperfecto o censurable como tratar de hacerlo con Dios, el bien.
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