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El bien divino sana

Del número de enero de 1962 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Christian Science enseña que el conocimiento del bien divino transforma la experiencia humana. Este conocimiento nos capacita para extraernos de las creencias del temor, el pecado, la depravación, la enfermedad y la inadaptación. Nos consuela, nos sana, nos salva y nos suple con la provisión en abundancia. Es el único poder o ánimo verdadero que ofrece una vida mejor. Mrs. Eddy nos dice en su obra “Rudimentos de la Ciencia Divina” (pág. 6): “Toda belleza y bondad existen en la Mente y proceden de ella; emanan de Dios; pero cuando cambiamos la naturaleza de la hermosura y la bondad, transfiriéndola de la Mente a la materia, la belleza se ve desfigurada por un concepto falso, y para los sentidos materiales el mal reemplaza el bien.”

El poder redentor y sanador que posee el bien divino opera en la consciencia humana, donde para el sentido no instruído el mal parece ser muy verdadero y tan existente como el bien. Pero esta impresión de dualismo cambia cuando la consciencia acepta la verdad que el bien es infinito, tal como lo revela la Christian Science. Lo cierto es que no puede haber nada más allá o fuera del bien infinito, como tampoco puede existir el mal en el bien. Cuando comprendemos estos hechos, la enfermedad es destruída y la salud es demostrada, el temor es echado fuera y en su lugar hallamos la confianza y el dominio.

El bien divino que sana incluye una comprensión científica absoluta de la eterna presencia del Cristo. El Cristo, la idea individual de la Verdad, expele el error sobre la base de la nada absoluta de todo aquello desemejante al bien divino. La comprensión espiritual del bien se manifiesta solamente a través de la revelación, la cual es una actividad constante y transformadora en el pensamiento, y que nos hace seres humanos mejores en nuestro progreso hacia la demostración de la verdadera filiación con nuestro Padre-Madre, Dios.

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