La Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. hace declaraciones extraordinarias, pero aquel que las acepta y comprende las verdades que encierran se hallará sagradamente asociado con el poder divino. Una declaración de esta clase es la que sostiene que en razón de que Dios es el creador único — y “creador” significa acción creadora o constructiva — la acción destructiva no puede existir en realidad. De acuerdo con la Ciencia del ser, Dios es omniacción, y esta verdad puede probarse.
En la Ciencia percibimos que todo aquello que reclama ser destructivo en la experiencia humana, es decir, la desmoralización, la enfermedad, el deterioro, los accidentes, las tempestades, la muerte, siendo contrarias a la acción constructiva del creador único, no poseen ni autoridad ni causa. No teniendo causa, o Principio divino, la acción destructiva es ilegal, de modo que puede ser detenida. Más bien dicho, puede ser detenida para que la acción justa y legal del Hacedor único sea restaurada a la comprensión humana mediante la Ciencia.
Con penetrante sabiduría Cristo Jesús analizaba el concepto mortal de la vida como jamás lo había sido analizado anteriormente. Describió al diablo o mal como “homicida desde el principio” (Juan 8:44). Pero no dejó esta revelación de la acción asesinadora de la mente carnal sólo con esto, pues siguió diciendo que el diablo “no permaneció en la verdad, por cuanto no hay verdad en él. Cuando dice una mentira, de lo suyo habla, porque es mentiroso, y padre de mentiras.”
De acuerdo con este magistral análisis hecho por Jesús, la Christian Science niega aún la existencia de la mente mentirosa que reclama la acción destructiva. Una clara realización que la acción pertenece a la Mente divina, que invariablemente es constructiva, afecta profundamente a la consciencia humana y anula las fuerzas tanto involuntarias como voluntarias que reclaman producir las calamidades físicas. No necesitamos saber si la acción destructiva es química o eléctrica, biológica o fisiológica; solamente debemos reconocer que la acción negativa no posee causa en vista de que no procede de Dios.
El Maestro anuló la acción destructiva de las enfermedades infecciosas y las que deterioran como así mismo la decadencia de la fuerza de las facultades. Calmó el mar embravecido, y destruyó los pensamientos aborrecibles de mentes malas y los estragos cometidos por la muerte. Ejemplificó perfectamente el poder de la Mente divina única, que da al hombre el dominio por sobre toda la tierra.
Poder significa la habilidad de llevar a cabo; y en vista de que Dios es omniacción, el mal carece de habilidad para actuar. Cuando percibimos esto, el mal se ve desprovisto de poder con el cual llevar a cabo su intención destructiva. No solamente es consolador mas es imperativo percibir que la enfermedad no puede actuar por sí misma, pero que en vez es meramente el efecto del pensamiento mortal. Esta percepción nos coloca en una posición ventajosa, ya que siempre podemos corregir nuestro propio estado mental y demostrar que la Mente omniactiva es la única Mente que refleja el hombre.
Cuando nos proponemos excluir toda acción negativa y enferma basándonos sobre el hecho que sólo la acción espiritual es la que hallará entrada en nuestra consciencia, dejamos de temer que lo carnal pueda controlarnos y comenzamos a subyugar lo carnal mediante el gobierno del Espíritu.
En terminología mucho más sencilla de lo que podría esperarse, Mary Baker Eddy explica cómo podemos llevarlo a cabo con la Ciencia. Ella dice en su obra Miscellaneous Writings (Escritos Diversos, pag. 354): “Un poco más de gracia, un móvil purificado, unas cuantas verdades expresadas con ternura, un corazón enternecido, un carácter dominado, una vida consagrada, restablecerían la acción correcta del mecanismo mental y revelarían la acción de cuerpo y alma en armonía con Dios.”
Cuando “la acción correcta del mecanismo mental” ha sido establecida, esto enseña que el individuo está demostrando su ser verdadero, la semejanza de Dios, y su expresión perpetua de la Mente omniactiva y divina. En la consciencia humana que se está alineando con la acción positiva del creador único, no hay cabida para el resentimiento, el mal humor, la conmiseración propia, la impureza u otros elementos destructivos. Los pensamientos hostiles ejercen sobre el cuerpo y el medio ambiente efectos negativos; pero estos efectos son eliminados prontamente por aquel que reconoce que los pensamientos hostiles son ilegales, de modo que carentes de efecto.
Consciente de que “adversario” es un término bíblico para Satanás, Mrs. Eddy dice en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 580): “Un adversario es el que se opone, niega, disputa, no uno que construye y sostiene la realidad y la Verdad.” Nos convertimos en nuestros peores enemigos cuando permitimos que un estado mental destructivo perturbe la acción de nuestro “mecanismo mental” con lo cual impedimos la normal “acción de cuerpo y alma en armonía con Dios.”
Las emociones de la mente mortal constituyen una clase de acción destructiva a la cual podemos hacer frente directamente mediante la Ciencia. Un prominente físico dice que “todas las emociones se relacionan con la química corporal, como ambas causa y efecto; un buen ejemplo visible es el torrente de lágrimas, derivado directamente de la sangre, que se produce por el rápido descargo emocional.” Esta declaración insinúa el efecto desorganizador que podría producirse en la química del cuerpo si a las emociones de la mente mortal se les diera rienda suelta en el pensamiento.
Mrs. Eddy dice en su obra “Retrospección e Instropección” (pág. 79): “Si estamos acosados por emociones extraviadas, nos aprisionarán las arenas movedizas de la conmoción mundana, y casi no alcanzaremos la sabiduría requerida para enseñar y demostrar la victoria sobre uno mismo y sobre el pecado.”
Sin duda alguna que un estado de serenidad espiritual y armonía mental, basado sobre el conocimiento del acuerdo eterno existente entre el hombre y su Hacedor, es esencial para la demostración constante de la Verdad. El Científico Cristiano puede probar siempre que el creador único es su Principio animador y que la acción del Principio está desarrollando en él la idea infinita del bien.
Cuando toda la humanidad pruebe mediante el Cristianismo científico que la acción verdadera es creadora y no destructiva, no solamente el cuerpo mas todo el medio ambiente expresará el bien constructivo. Entonces la acción destructiva, desde las lágrimas hasta la guerra, cesará de aparecer sobre la tierra. Los hombres se regocijarán por la revelación de que hay una Mente sola, que es omniacción, y que en ella no existe el elemento de la destrucción.
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