La inspiración espiritual siempre se ve acompañada por alguna forma de restauración. El Salmista oró así (Salmo 51:10, 12): “¡Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mi! ... ¡Restitúyeme el gozo de tu salvación, y el Espíritu de gracia me sustente!” El sabía que no había perdido su habilidad para comprender y expresar a Dios, y por eso es que confiadamente oraba para reconocer más prontamente las dádivas del Espíritu. Debe de haber vislumbrado la verdad que siglos más tarde Mrs. Eddy expresó en su obra Miscellaneous Writings (Escritos Diversos, pág. 154): “El propósito del Amor divino es el de resucitar la comprensión y el reino de Dios, el reino de la armonía que ya existe en nosotros.”
Jamás ha existido otra causa o creador excepto Dios. Todo lo que ha sido creado es bueno, tal como lo declara la Biblia (Génesis 1: 31): “Vió Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno.”
El libro de texto de la Christian Science, Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, se halla repleto de reglas inspiradas y a la vez prácticas, que al ser obedecidas traen a luz la armonía del hombre que Dios le otorga y que mejora nuestra existencia humana. Una de estas reglas que ha probado ser segura una y otra vez es ésta (pág. 261): “Mantened vuestro pensamiento firmemente en lo imperecedero, lo bueno y lo verdadero, y traeréis éstos a vuestra experiencia en la medida que ocupen vuestros pensamientos.” Mrs. Eddy se refiere aquí a la experiencia humana, ya que naturalmente el hombre espiritual es invariable.
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