Cuando joven decidí que mi carrera se desarrollaría en el mundo de la música, de modo que durante años estudié el piano y el órgano. En una época fuí organista de una Iglesia Científica de Cristo. Yo no sabía absolutamente nada acerca de la Ciencia Cristiana [Christian Science] y la consideraba meramente como otra religión, pues había sido organista en iglesias de varias denominaciones y poca era la atención que prestaba a las diversas doctrinas.
No obstante, de los servicios de la Ciencia Cristiana recordaba algunos pensamientos que me llamaron la atención por su buen sentido común. Comencé a leer el libro de texto Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy, y el capítulo sobre la Oración me hizo gran impresión como también la explicación acerca de Dios, especialmente la respuesta a la pregunta: ¿Qué es Dios? que aparece en la página 465 y que dice: “Dios es Mente, Espíritu, Alma, Principio, Vida, Verdad y Amor, infinitos, incorpóreos, divinos y supremos.” Estos sinónimos se convirtieron en una realidad para mí y por primera vez comencé a tener vislumbres de lo que era la substancia verdadera.
Poco después de conocer esta Ciencia tuve que hacer frente a una gran prueba que cambió el curso de mi vida. Al volver a mi casa después de haber tocado el órgano en una reunión vespertina de testimonios, un miércoles por la noche estalló en nuestra casa un incendio repentino. A mi madre se le incendió la ropa que llevaba puesta. Yo corrí para socorrerla y como no tenía nada a mano con que extinguir las llamas lo hice con las manos. Con la ayuda de un automovilista que pasaba en ese momento llevé inmediatamente a mi madre al hospital cercano.
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