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Receptividad espiritual

Del número de enero de 1964 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La palabra receptividad según se la usa en la Ciencia Cristiana [Christian Science], no significa credulidad; es más que la buena voluntad de creer, significa más que la aceptación humilde o sin discriminación de cuanto se nos diga, y ciertamente es más que la obediencia ciega y muy diferente a ésta. La receptividad a la verdad espiritual es el acuerdo espontáneo, íntimo que sentimos con las ideas del bien espiritual; es la hospitalidad instintiva que se da al Cristo.

¿Cómo puede una persona alcanzar esta calidad de pensamiento tan necesaria para la curación espiritual? A veces mediante las experiencias. A menudo éstas señalan claramente que las contradicciones, los extravíos y temores de la mente humana y sus efectos infelices no pueden ser disipados por los medios y arbitrios de la mente humana. El descubrimiento de esta realidad bien puede llevarnos a la conclusión que los antiguos conceptos de un Dios personal, del hombre material y generalmente del error como realidades son falsos, y por consiguiente, no pueden ni sanar ni aportar el gozo o asegurar la satisfacción en la vida, mas representan las causas de todas las vicisitudes humanas.

Sobre este punto Mrs. Eddy escribe (Ciencia y Salud, pág. 258): “Un concepto mortal, corporal o finito de Dios no puede abarcar las glorias de la Vida y del Amor incorpóreos e ilimitados. De ahí vienen los anhelos humanos no satisfechos por algo mejor, más elevado y más sagrado de lo que ofrece una creencia material en un Dios y un hombre corpóreos.” Y más adelante ella escribe (ibid., pág. 323): “Cuando los enfermos o los pecadores se despierten a comprender cuánta falta les hacen ciertas cosas que no tienen, estarán dispuestos para aceptar la Ciencia divina, que gravita hacia el Alma y se aleja del sentido material, aparta el pensamiento del cuerpo y eleva hasta la mente mortal a la contemplación de algo mejor que la enfermedad o el pecado.” Este anhelo vehemente por algo más elevado que la materialidad, este despertar a la necesidad del toque del Cristo, prepara la conciencia humana para recibir la preciosa semilla de la Verdad.

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