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No reconozcamos la escasez

Del número de enero de 1964 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La abundancia es algo que interesa a todos. La Ciencia Cristiana [Christian Science] ofrece la abundancia a la humanidad por medio de la comprensión del bien práctico e indivisible. Enseña que es normal y que no es milagroso que poseamos todo lo que necesitamos, y basa esta enseñanza sobre la infinitud y la bondad de Dios. Donde Dios está, allí también reina la abundancia. La infinitud no conoce ni permite la escasez. Dios es todo lo que El es, dondequiera que esté. En Su presencia no puede haber espacios vacíos ni vacuidad.

Una comprensión de esta especie es dinámica y el hacer uso de ella disipa la escasez y las limitaciones que plagan a la humanidad. La economía mundial que se basa sobre la materia y sobre la creencia en la materia como substancia y como necesidad, se ve enseguida infectada por los límites inherentes a esa creencia. De manera que el mundo con su concepto de valores, potencial y distribución se ve perseguido por la evidencia de la escasez y las injusticias. Durante todas las eras las sagradas escrituras han presentado la posibilidad de la abundancia del bien. La Ciencia Cristiana [Christian Science] ofrece la realización de esta promesa.

Esta Ciencia demanda que sus estudiantes cambien el modo de enfocar el pensamiento en lo que concierne a la abundancia. La antigua manera de pensar basada en la materia no puede subsistir. El estudiante debe comenzar con el Espíritu, Dios, si ha de encontrar las respuestas correctas de los problemas que lo confrontan. Quizás la sugestión sea una que dice: Ya que ésta es mi situación, la abundancia de Dios no puede ser mía. No poseo medios con que sustentarme, o sólo tengo una fuente de sustento y ésta es enteramente inadecuada para suplir mis necesidades.

La infinitud no puede reducirse a la pequeñez de canales. Se expresa a sí misma en una infinita variedad y por siempre está diciendo en las palabras de la Biblia: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Génesis 1:26). El hombre que ha sido hecho a la imagen y semejanza de Dios no se ve afectado por la limitación como tampoco lo está Dios quien lo ha creado.

Inspirado por tales verdades, el estudiante comenzará a examinar su manera de pensar anterior acerca de sí mismo y de su medio ambiente. Bien podría preguntarse: ¿He aceptado la escasez en alguna forma como algo necesario o lógico? ¿Estoy viviendo con escasez mentalmente?

En caso que la respuesta fuera afirmativa, hallará que mediante esta Ciencia mucho es lo que puede hacer para remediar esta situación. Renuncia al temor y a la duda, aliados de la manera de pensar mortal. Se abstiene de decir, mis medios no me permiten comprar esto, o jamás podría hacer eso. Al mismo tiempo que permite que la sabiduría gobierne sus acciones humanas, deja que sus pensamientos y palabras se demuestren en las posibilidades del bien ilimitado.

En la Ciencia de Cristo, percibimos que la substancia verdadera ya se presentare humanamente como salud, provisión, oportunidad o inteligencia, es siempre espiritual y permanece como parte del Principio divino. Jamás es dividida entre seres humanos, y no puede usarse, abusarse de ella o agotarse. El hijo bienamado de Dios posee substancia por reflejo. Las ideas espirituales constituyen su ser.

En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, Mrs. Eddy escribe (página 513): “El Espíritu diversifica, clasifica e individualiza todos los pensamientos, que son tan eternos como la Mente que los concibe; pero la inteligencia, existencia y continuidad de toda individualidad permanecen en Dios, que es su Principio divinamente creativo.”

No podemos considerar a Dios y el hombre como dos entidades. Dios allí poseyéndolo todo y el hombre aquí poseyendo muy poco. Dios y el hombre son siempre distintos, mas nunca están separados. La escasez aparece cuando en la creencia separamos el efecto de su causa, la idea de su Principio. En este supuesto reino de la separación es donde aparecen la escasez y la enfermedad.

El estudiante aprende asimismo que no debe contemplar un concepto de la provisión material o estructural, es decir, aquel que dice que la provisión es material, parte de ésta monedas y parte billetes, y que por lo general se halla fuera de nuestro alcance. Un concepto de esta índole sugiere que un bloque fuera de la estructura deja un vacío difícil de llenar nuevamente; de ahí que vacilamos cuando se trata de dar.

Este concepto limitado dura solamente cierto tiempo y llega hasta cierto punto. Parecería determinar hasta qué límite podemos llegar en lo que concierne a poseer y a gastar. Es por fuerza agotable en razón de que sus elementos son materiales y que a su vez deja exhausto al dueño en el proceso de cumplir con las obligaciones financieras.

Pero cuántas de estas limitaciones desaparecen cuando percibimos que la realidad no consiste en muchos mortales tratando de dividirse entre ellos una pequeña porción de la materia. Por el contrario, vemos que el Espíritu, Dios, es substancia que se expresa a Sí mismo en abundancia e inteligencia y que el hombre es Su reflejo.

La vida y ejemplo de Cristo Jesús son una constante inspiración para el Científico Cristiano, dado que muestran la naturaleza universal e inmediata de la provisión. El dijo: “No temáis, manada pequeña, porque al Padre le place daros el reino” (Lucas 12:32). Su comprensión de Dios era tan absoluta y sin dudas que podía hacer uso de ella instantáneamente del modo que haría frente a la necesidad humana. Los hambrientos eran alimentados y los enfermos sanados.

Jamás es la abundancia de Dios la que debe ser aumentada, mas lo que debe manifestarse es la habilidad y buena voluntad de parte de la persona de aceptarla. Si las necesidades de la existencia humana parecieran escasamente suplidas, examinemos nuestro amor, nuestra obediencia, nuestra profunda fe en Dios. ¿Son quizás escasos? ¿Podemos de algún modo aumentar estas cualidades y expresarlas más abundantemente? No habrá entonces sugestión de que la persistencia o realidad de la materia pueda identificarnos con la escasez o pueda privarnos de la oportunidad de expresar abundancia. Mrs. Eddy escribe lo siguiente en el libro de texto (pág. 336): “El todo es la dimensión del infinito, y nada menos puede expresar a Dios.”

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